∆ Capítulo: 19 ∆

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En el primer castillo de Karl —y de BYL—, una reunión circula. De lo que se hablaba es sobre el mantenimiento del reino.

—¿Cómo pretendes salir de esta si ni siquiera tienes fijo... —Eve se reclinó en la silla. Una vampiro con sed de venganza para su clan, entre ellos Karl, lo completa.

—Ya van cuatro años que nos están buscando... —Karol fue interrumpida. Vampiro, que cree que puede solucionarse todo, recapacita.

—Señoras, el otro mundo no es relevante —Manon pensó en la siguiente frase. Ella es una hechicera—. Nuestra vida está en peligro.

—Ninguno de nosotros es puro tampoco —Karol reprochó.

—Nadie puede estar en su puesto mas que tus hijos, Karl, no una extraña —Conor negó. Un hada, al que no le gustan las guerras.

«Pondré a Black como carnada, el núcleo se debe mantener sin alteraciones.» Karl piensa sin vociferar nada.

Se abren las puertas, un olor ligero a margaritas inunda la sala.

—Tienes razón, Conor, pero esa extraña no es débil y ni busca poder.

—Pero qué milagro, Sebastián, únete —ofrece una silla, Conor, en modo sarcástico; lo odiaba por quitarle su cargo hace tiempo.

—Después de tanto tiempo lograste salir del agujero —Karl sonrió con satisfacción.

Todos, menos Sebastián y Karol, se burlaron.

—Podrás pensar en alguien más, tu hijo reclamó ése trono y, por casi una década, aquí, fue rey. Les haces creer que mueres para, de la nada, resucitar. Entra a tu «bella» vida realizada por ti.

—Karl, nos prometimos apoyo —Karol, exaltada, golpea la mesa.

—Son niños, juegan, que más da —Eve ignoró el comentario.

—Ya basta, morirá ahí si es que no consigue que su Modo Asalto; le puse menos resistencia —Karl añadió.

—¿Crees que puedes manipular su vida a tu antojo? —Sebastián soltó.

—Siempre ha sido así —Karl admitió.

—Sólo ganas ego —Sebastián lo agarró por el cuello de la camisa.

—Trata de encontrarla, y, luego, me dices para mandarla a otro lado —Karl se suelta mirándolo amenazante.

—Tranquilos. Debemos enfocarnos, evitar discutir y no... —Karol intenta separarlos.

—Tú siempre con tus no esto, no el otro, estoy harta de ti. Me largo —Eve se va haciendo sonar sus tacones apresurados. Karl, Manon y Conor salieron detrás de ella.

—Prométame, por favor, que no la dejarás de querer. Y, pase lo que pase, los sacaremos de este bucle —Karol sostuvo las manos de Sebastián.

—Puede estar segura, madame —le sonríe.

—Se lo agradezco.

Enterándose de la reunión por Karol, dejó sus labores y fue directo a la primera casa de BYL. Sebastián, al enterarse se la fechoría que había hecho Karl, sentía culpa por haber dejado a Fátima en manos de ése demente.

Volviendo a su hogar, quería aceptar lo que estaba ocurriendo y seguir con su vida. Ése comité era mentiroso.
La única que consideraba buena a era Karol, por años que tuvieron juntos estudiando. Un giro de ciento ochenta grados había dado su vida al dejar de ser un mayordomo y comenzar a valerse por sí mismo.

Karl, después de despedir a sus invitados, quería ver cómo se la estaba pasando su enemiga número uno. Invocó un hechizo rastreador y abrió una ventana dejando ver lo que sucedía. Esperaba lamentos, mal estado en ella. En realidad estaba tomando helados con otros siete chavos riendo sentados en una banca cerca de un parque. Absolutamente, nada se esperaba. Haría una jugada sucia, sus planes van hacia lo mortal; el sufrimiento no es suficiente. Su amigo realizaría el trabajo sucio. 

Se recostó, durante el acto, se abren las puertas brutalmente.

—¿Fuiste tú, cierto? ¿Es por los que faltan?

—¿De qué estas hablando, Black?

—Los amiguitos de ella están desarrollando las visiones.

—¿La misma?

—Diferente.

—Lo hice.

—¿Por qué?

—Sobran demonios, vampiros, hechiceros, hadas, gigantes. Los que predecían alguna catástrofe carecían de reproducción por lo asertivos que eran. Aquel que los tocaba podían sentir su forma de vivir y le dirían de qué cuidarse, siendo así tenebrosos. Las personas se retiraban con un miedo enorme; una condena para ellos se convertía.

—¿Y esos niños no tendrán pesadillas?

—Sí, pero sólo serán con Demon. ¿De qué fueron los sueños?

—La chica fue de una batalla contra un insecto. El cuatro ojos, soñó con olor a caño y un color morado.

—Pennywise.

—Supongo que sí. ¿Hablaste con el comité?

—Serás coronada pronto, así que ve ensayando.

—Mi coronación —sonríe de oreja a oreja—. ¿Puedo llevar a Jordán?

—No —Karl cambia su gesto a serio.

—¿Qué te pasa?

—La vi. 

—¿Sufre mucho? —apartó el tema mirando a la chimenea—. Quiero verla gritar.

—Míralo tú —abre la ventana.

En la imagen muestra a Faty con un castaño con rulos, ella plática con el muchacho, sonríen uno al otro; llegan a una casa, pasan y saludan a los que se encuentran dentro.

El idioma a Black le cuesta, el inglés no es lo suyo. Karl cierra la ventana y puede ver que la castaña oscura está furiosa, sale de ahí dando otro portazo.

—Haber si sigues riendo después de la coronación. Disfruta mientras puedes.

Al día siguiente mandó a traer a Black temprano; debía decirle de otro de los muchos padres que ha tenido The Little Demon: Sebastián Müller.

—¿Qué quieres? Tuve que dejar la escuela y a...

—Deja tu maldita obsesión, tienes que precaverte.

—¿De qué?

—Es quién. Uno de los protectores del trono: Sebastián Müller.

—Ajá. ¿Y de qué me debo cuidar? Si se puede saber.

—La corona es tuya, el impedirá que seas la oficial reina. No será amable, aun si eres mujer.

—Me voy, tengo clases.

—Y tus asesinatos semanales, dónde quedaron, ¿eh? —yendo por una copa de vino, Karl, cuestiona.

—Si quiero mantener la cordura, no puedo hacer eso. Sí lo extraño —pausa la oración—. Mierda, la exposición —baja la maleta buscando un papel.

—Ya lárgate —con una mano apoyada en las sienes, Karl, despide. Black encuentra el papel, cierra la mochila y sale corriendo.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora