Un día como cualquiera, los chicos iban a la escuela platicando sobre qué les había pasado en el fin de semana, ríen por los acontecimientos que disfrutaron. A pesar de los momentos gratos, Eso los estuvo acechando por individual. Aun los chicos no le han contado Faty sobre él, tienen la esperanza de que por fin se haya ido; el día en que la castaña llegó habían pasado tres días desde el enfrentamiento en aquella casa abandonada.
La jornada se pasaba aburrida, el recreo llega y, apenas sonó el timbre, salieron disparados a la puerta.
—Por qué no vamos al acantilado, sirve que Faty lo conoce y goza de la vista —giñandole el ojo, Richie, opina.
—¿Acantilado? —replicó la nombrada.
—Luego lo conocerás, pero ahora hay que hacer algo diferente —Stan se rehusó.
—Maruchan, rarita —Faty y Stan lo miraron enojados—, por qué no vamos todos al festival y de una vez callan sus hocicos -sonriente, molesta.
—O-ok, ¿y-y despu-ues qué haremos? —Bill aceptó.
—Conseguirte una novia, una de verdad, o algún voluntario a aceptar a éste tartaja —lo abrazó por el cuello, el de lentes—, no te preocupes no estás solo.
—N-o necesi-to u-na no-ovi-a.
—Me hirieres, compadre —puso una mano en el pecho fingiendo indignación.
—De aquí a cuándo se te sale lo mexicano, Rich —Faty se le acercó.
—Mujer, estás todo el día maldiciendo en español, así le dices al maruchan.
—Deja de llamarme así, rana —Stan le dio un zape en la cabeza.
—Ya cobraste, ¿no?
—No, me falta otro —intenta empujarlo.
—Calma a tu fiera —se hecha a correr.
—Ven acá.
Luego irían a lo planeado. En horas, se encontrarían.
Stan se encontraba haciendo su tarea en la iglesia, se convirtió en su lugar favorito —excepción del cuadro que lo atemorizaba siempre que pasaba para guardar objetos u otras cosas—. Dejó de hacerla, pues sintió una respiración cerca de su cuello, miró hacia atrás y lo único que halló fue un rincón oscuro a la pared derecha, difícilmente se podía observar que se encontraba ahí. Se iba aproximando con paso lento, se alarmó por una garra que lo tomó fuerte jalándolo y rasgando de esa parte su ropa.
—Me sentía muy sola, Stan —dijo acariciando su mejilla
Stan gritaba y nadie respondía. El fenómeno lo iba juntando más a su cara para abrir su boca y asomar unos filosos dientes. Cuando pensaba que ése era su final, entra su padre sobresaltado por los gritos del muchacho, el menor cae de espaldas.
—¿Qué pasa? ¿Por qué tanto ruido? Estamos en una iglesia, Stanley, y sabes muy bien las reglas.
El muchacho estaba a punto de caer en llanto. Sujetaba firmemente los puños, se fue disparado del templo para dirigirse al festival.
Faty, que no se localizaba con los demás perdedores, decidió tantear para poder ir sola en el pueblo sin que le digan: «Es por acá.»
Tropezó con una piedra, raspó los brazos, se paró viendo un poco nubloso. La sombra enfrente de ella se convierte en una silueta de alguien amarrado a un árbol estando herido, la similitud de una persona pelirroja, es increíble; percibe una presión en su pecho. Fátima la contempla desde su punto de distancia.—Sálvame.
Fue lo último que escuchó antes de llegar al colorido alumbrado. Le dio escalofríos.
Agitada, tomó un respiro y se sentó en una banqueta.El club ya se encontraba reunido; se les notaba las caras largas de que algo pasó durante el trayecto, querían hablar, pero mantenían silencio por suponer que la nueva integrante los creyera locos; el bocazas no aguantó más y atrajo a todos a una parte alejada de la multitud.
—¡Eso volvió! ¡Eso volvió! Chicos, yo lo vi —alza la voz—. Estaba de pie junto a una estatua, él tenía en sus manos globos rojos. Me descuidé un segundo y la figura se fue, ignoré que la había imaginado, en eso, cerré mis ojos y al abrirlos se encontraba esta con una cara quemada y una expresión temible.
—Hey, Richie, cálmate —Mike lo tomó por los hombros—. Hablaremos de esto luego —señala a la castaña.
—¿Es to-todo lo que viste? —ella quería saber más sobre él. Tenía imágenes que la sacaron de quicio—. Hace un rato exploré un poco, para mi mala suerte, elegí empezar por el bosque; vi a un individuo atado a un tronco. Pero antes era una macha.
—No sabía que le tenías miedo a una mancha —Stan analizó sus palabras.
Faty no supo responder. Se avergonzó.
—Tu guardaespaldas le tiene miedo a las manchas, ya ni Eddie —burló el chico azabache.
—Y tú le temes a los payasos, yo al estúpido cuadro. ¿Y qué? Todos tenemos un pavor. Chicos es momento de contarle sobre Eso si queremos hacerle frente —vio a los presentes serio.
_Vi una momia en la biblioteca —Ben admitió.
—Mi padre endemoniado, fue escalofriante —Beverly tembló.
—Volví a v-er a Geor-ge —Bill decayó.
—El leproso me persiguió y le aventé todas las pastillas —mostró un tupper, chiquito, vacío.
—Escuché gritos en mi habitación y pensé que eran niños de afuera; al asomarme al baño, estaba en llamas —Mike formuló con sus manos una llama.
Narraron todo lo que han pasado, dicho esto, se sentían libres completamente al sacarlo. Si es una ilusión, se transformaría en realidad y deberán afrontarlo sin separarse.
—Miren a quienes tenemos, al club de los perdedores, ya consigan una habitación y tengan una orgía.
—¿Tú, otra vez? Largo, Bowers —Faty pasó al frente.
—Preciosa, nos volvemos a encontrar —halagó el rubio.
—Henry, amor, te contagiarán de gérmenes —llegando, lo atrajo hacia ella.
—Greta, ¿eres su novia? Entonces, ¿para qué quieres a Fátima? —Eddie reprocha en un tono bajo, furioso.
—¿Prefieres a ése pedazo de basura antes que a mí? —se exaltó la mujer rubia, acompañante de Henry.
—Claro que no. Quería robarle algo vital para ella —mira a la nombrada, pícaro-. Vayámonos tenemos cosas más prioritarias.
—Usen condón, es seguro —Richie les mostró su pulgar arriba.
Henry besó a su novia.
—Bueno, sapo, tengo pareja y ninguno de ustedes nunca la tendrá o lo tendrá —Henry besó a su novia.
—Esos temas a ti no te incumben, ya es problema de nosotros —Stan, sonrojado, expuso.
—E-es mejor q-ue te va-ayas —Bill lo ahuyentó.
—Cállate, Bi-bill, consíganse una vida ——siguió burlándose.
—Te importa un bledo lo que pase, mejor lárgate —Faty finalizó.
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Break The Limit: Pesadilla Final En Edición
RandomConectando... Un sueño más... «Si vuelvo, pediré que recuperemos esos momentos en los que no estabas aquí.» Karl Sakamaki planea llevar a Fátima a otro mundo, en un movimiento desesperado, para reiniciarle la memoria. Al darse cuanta, Christian...