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Las campañas revelan el inicio de la ceremonia. Los invitados en las bancas se iban posando.

—Prin apó óles tis antixoótites, tha prostatéfsete tous anthrópous sas. Den échei si masía an eíste diaforetikoí, eínai ekeí gia na sas ypostiríxoun —enfrente de Subaru ya estaba la corona. Se inclina para que el sacerdote la pueda colocar en su cabeza—. I désmefsí sas pros emás eínai timí na mas kathodigeí gia pánta.

Se pusieron de pie todos en la iglesia.
Él pasaba a sus costados. Lo admiraban, le miraban con orgullo.

[Más tarde en el Salón]

—¡No voy a usar un vestido, por enésima vez! —grita la castaña, reprochado.
—S-señorita el rey a mandado a que usé esto —indica una delgada jóven.
—No es tan malo, ya lo hiciste en la boda de Black —dice un moreno llevando un traje elegante.

Faty fulmina con la mirada al originario de la voz.

—Bien —toma el vestido.
—Iré por sus zapatos y accesorios —anuncia la muchacha.
—Su nombre —Faty saca la cabeza del vestidor.
—Míriam —va en dirección contraria.
—¿Crees que no haiga nada de que preocuparse? —se apoya en la puerta donde está su amiga.
—No sé. Saldré con Felicia.
—¿Para qué te cambias ahora?.
—Para que cuando Subaru llegue sólo pasar lista de materiales, y no dar vueltas.
—Tardará poco.
—Christian —salió del vestidor—. Ya me arrepentí —iba a regresar cuando le toman del brazo haciendo la girar.
—Te ves preciosa. Desperdicias mucho, mujer —Faty se sonroja.
—Ya, ya —se zafa de los brazos.
Entra Míriam con lo restante de la vestimenta, lo entrega a Faty y sale. Esta se lo pone.
—Me voy, más vale temprano.
—¡Mis saludos a ella! —la castaña hace ademán despidiéndose.

Corre al fondo del bosque, en las viejas bancas de este, se sienta a esperar a la acompañante.

—Ya estoy aquí. Menudo lugar para encontrarse —Felicia se posa cara a cara con Faty.
—Trae recuerdos —el viento sopla su cabellera.
—Negativos —la pelirroja desvía la mirada.
—No sabías lo que tenías dentro.
—¿Fui una buena influencia para ti?.
—Claro que lo fuiste, me quitaste mis viejos hábitos.
—Querías ser la más buscada, lo conseguiste. Por mí, lo perdiste.
—No conseguía nada más que desquitarme con gente. Cómo sea, no los haré jamás.
—Andando, tenemos una tarde de aventuras.

Visitaron lugares en los cuales no iban hace mucho, la nostalgia se adentraba.

—Te cambiaste nada más por eso.
—Era mi plan.
—Fallaste, ya se ensució.
—Fanática tú serás de usar los vestidos —Faty recordó.
—¿Ya los tienes claros? —refirió a los recuerdos.
—Creo que sí —dudó—. Son otros los que se me hacen confusos.
—¿Los que hiciste cuando te fuiste?.
—Ajá.
—¿Nadie se te acercó? —dio de codazos a la castaña.
—Mis asuntos escolares eran más importantes.
—¿Lo intentaste, al menos?.
—No —miro a una tienda y entró.

La noche iluminaba. Se tendieron en el pasto para descansar.

—¿Por qué no vas a la fiesta?.
—Sebastián me ha pedido que lo acompañara a un pedido con una tal Karol.
—¿Sebastián?, y no paran las noticias.
—Según él dice que está muy lejos de BYL, necesita un ayudante.
—Tranquila, eres libre.

Felicia rió nerviosa.

—Con respecto a lo que te prometí el otro día, estoy en investigación.
—Te adelantas. Hasta que tus poderes se vayan, atada a mí vas.
—Antes de irme de nuevo al salón, quiero volar contigo.

Felicia se emocionó de esa frase, al igual los ojos se le cristalizaron.
Se pusieron de pie, Felicia por genética es un hada, por lo tanto, en sus alas tiene un diseño único y fantástico. Faty al ser un demonio, las alas son hechas de materia oscura, sin diseño alguno.
Sacaron ambas las alas, emprendieron vuelo alto.

—Se siente bien, ¿no? —Faty puso sus manos detrás de su cabeza.
—Como siempre impuntual —negó divertda.

A Faty le pasó un breve momento en el que un jóven de rulos le decía lo mismo. Frenó de imprevisto.

—Más despacio —la rodea.
—Perdón. Adelántate, yo debo estar loca.
—Ya te lo habían dicho miles de veces.
—Sonaste parecida a alguien.
—Te dejaré en el castillo, relájate.

Felicia le agarra la mano izquierda y con la otra la toma de la cintura.

—El vestuario te ayuda con el calor —burla la pelirroja viendo al vestido ondear en el viento.
—Sin comentarios, por favor —acomoda Faty el atuendo a tal que no se vea nada. Felicia ríe.

De pronto una voz suena en su interior, mareando la.

Eres el verdadero monstruo.

La cabeza cabeza le palpitaba, la toma entre sus manos para soportar el dolor.

—P-p-para. ¡P-para! —exclama.
—¿Te sientes mal?.

Faty no contestó. Unos rayos morados desprendía su cuerpo. La pelirroja no se movía.

—Te voy a dejar en buenas manos, después me iré.
—No.
—Te debo confesar que no estaré por un tiempo —apartó su visita de ella, creía que la miraría mal. Cuando la alzó Faty se había ido—. ¡Demonios! —dio un pisotón bajando a la tierra —. <<Se va a enojar si se entera. Por qué no se lo dije>> —pensó.

Rogaba que estuviera bien, sin más fue con Sebastián para poner el marcha sus "vacaciones".

La chica al llegar a la habitación de la mansión de sus hermanos, sudaba.
Se sacó las prendas y se metió a la ducha; minutos después se cambió con un atuendo más casual.

Directo al salón qué le hacia tardísimo.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora