∆ Capitulo: 13 ∆

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Nuevamente mundos diferentes estaban juntos y peligroso e imposible era. Con un intermedio que los une, es suficiente para convivir.

Los Sakamaki despertaban del trance, al ver todo un reino, en su parte, se molestaron un poco. Pero, al ver en que condiciones se encontraban los pobladores, tuvieron que aportar para su bienestar. Yuma es quien tiene un asombroso huerto, era su mejor apoyo.

El rey Baltra estaba complacido con el trabajo de todos; por su salud tuvo que mantenerse dentro de la mansión. Algo le decía que también corrían riesgos si se quedaban. Por Felicia sentía una amenaza , pues no la conoció; si él pudo predecir que los Diez Mandamientos vendrían, puede que su intuición le diga una pista sobre ella. Asomándose por la ventana observaba como empezaba a oscurecer y a la gente que comenzaba a regresar para dormir.

—Si quieren, pueden irse a dormir —Felicia se levantó.

—No nos mandas —Hawk se alejó de ella.

—Cálmate, puerquito, sino, habrá cerdo asado para mañana —amenazante, Meliodas, dijo.

—Dije pueden, cerdo bocazas —replicó la pelirroja.

—Disculpen si interrumpo. Señorita Felicia, mi padre pide una conferencia personal con usted —llega Elizabeth.

—¿Para qué?—contestó la pelirroja.

—Se negó a contarme.

Fue hasta la recamara y ahí estaba recostado el rey con una manta cubriendo su cuerpo hasta el pecho.

—Con permiso —Felicia pasó.

—Gracias por venir —el rey se sentó—. Me cuesta creer que eres de confianza.

Felicia lo miró sin entender.

—Verás, hace unos días, antes de que nos invadieran, tuve la impresión que a Fátima le sucedería algo. No informe nada ya que sé de lo que es capaz. Hasta que de verdad pasó, reaccioné. ¿Dónde se encontraba usted?

—Desde la boda de Black ya no la había visto. Pero estuve buscando, durante todo este tiempo, una cura para mí. Y mis poderes no me eran útiles, por lo tanto, no me fue rápido el localizarlos.

—¿Cura? —carraspea... 

...La presencia de Fátima se esfumó. Sintió alivio, fingió estar herida para voltear y luchar contra Zeldris. 

—Anda, mariposa, estoy aguardando por tu transformación.

Felicia se resistió a sacar al fenómeno. Peleó a mano limpia, fue vencida por el mandamiento; con lo que le sobraba de fuerza, se marchó. Una idea repentina: expeler a Butterfly Bones...

...Ahora el rey imitó su acción anterior: confusión. 

—Yo era Butterfly Bones —desviando la mirada.

—Precisamente soñé con esa cosa, junto con otro elemento para acabar con todo el mundo. ¿Ya no será un peligro? ¿Cómo puedes estar segura de que no romperás otra vez ése límite?

—Intuición, nunca les haría daño.

—Pero no solamente es eso, también están los otros.

—¿Qué otros?

—¿Los Mandamientos? ¿Black? Hace unos días Karl vino a mi reino y, por eso, estamos aquí. Demon no puede faltar en estos momentos.

—Yo entiendo que buscaron, pero, sin nada de resultados, seguiremos igual. Si le puedo ser sincera, no pensé que volvería a verla —con lágrimas en los ojos—. Sus padres adoptivos estaban en mi interior y sabía que eran el motor; la venganza se apoderó de mí. Me convertí en el monstruo sabiendo que es el miedo más grande de Demon.

—¿Por qué?

—Desterró a mi hermana, aun así, supere eso. Luego dejé una nota y tuvimos al fin nuestro encuentro, una promesa de tantas se había cumplido. 

—Los chicos deben estar esperándola para cenar. Vaya.

—Disculpe si no es de modales esto: podría contarme cada vez que tenga una visión por favor, tal vez adivino lo que quiere decir.

—Está bien, sólo prometa que si se siente diferente saldrá a expulsarlo a afuera —levantando su mano para estrecharla.

—Hecho —estrecha su mano sonriente.

Salió de ahí y bajó las escaleras. Con la mesa ya puesta, fue hacia ellos y, asomándose poco a la ventana, vio que las chozas expulsaban humo. Cálido, como el que provoca el preparar un alimento con un rico olor que inundaría el lugar.

—La estábamos esperando, siéntese, por favor —Yui dijo saliendo de la cocina.

—Pensé que todos ya se iban a dormir —Felicia dudó.

—No te acostumbres, sólo es una forma de agradecer —Ruki aclaró.

—De nada, vamos a disfrutar —pasan al comedor—. Provecho.

Los silencios cesaron debido a que Micaela y Ayano no dejaban de pelar por la comida. Los sirvientes escaparon después de todo lo que les habían rumoreado, por eso, todos se conformarían a pesar de que lo arruinaran por una ocasión o por siempre.

Los pecados, mientras, no iban a estar con ellos. Afuera, con el pueblo de Liones, ya se habían apagado las luces. Más allá, en la torre de la difunta mamá de Subaru, contenía un destello azul. Un estallido. Prueba de una poción nueva de Merlín, anunciaba fallo, necesitaban ciertas condiciones para poder aplicarla en el sujeto.

—Es inútil, no la utilizaremos —cayó rendida—. Fue un fracaso.

—Señorita Merlín, no debe rendirse —Escanor le dio ánimos.

—Me harta no terminar de acostumbrarnos a nuevos principios.

—Pronto lo sabremos, maestra —contesto una caballero: Guila.

Salieron de la torre, fueron al sombrero de jabalí. Dónde cada quien por su lado se fue para descansar un poco; cuando se abre una puerta: King, Diane, y Ban entrando llenos de carga para la comida de los días continuos.

—Los animales aquí son más raros que en Liones y Bazel; en las especias las encuentras inmediatamente. ¡Huelen bien! —dijo Ban inhalando una hoja verde.

—Listo, capitán, manos a la obra —Diana se entusiasma.

—Manos a la obra —contestó el líder.

Agarrando todos los ingredientes, Meliodas, tenía un propósito en ése instante: preparar carne azada.

—Ya casi está, falta vaciar —estaba muy atento a sus acciones.

—¿Está seguro capitán? No parece estar convencido de que sólo falte eso —dijo Escanor en tono de precaución.

—Qué dices, Escanor. Por eso serás el primero en probar —sonrió nervioso.

Empezó a oler a quemado.

—Estoy frito.

Todo el equipo fue a la planta baja. 

—El capitán acaba de incendiar la cocina —Gowther apartó su vista de la lectura.

Al ver la catástrofe, tuvieron que arreglar todo, fulminado a cada rato a Meliodas.
Acabaron e intentaron el platillo pero esta vez con Ban al mando. Resultó ser que, por desesperación, se rindió.

—Olvídenlo, me voy a dormir.

—Ban, ven para acá. ¿Quién va a hacer la carne azada? —Diana intentó detenerlo.

—Grandulona, aprende a cocinar —el albino reprochó.

—Pues, entonces, enséñanos. ¿No, King?

—Sí, lo que digan —el castaño bostezó. Ban lo jaló de la oreja.

—Tú vendrás conmigo —se lo lleva a guisar.

—Bájame, maldito poste con patas —pataleando, protesta.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora