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Aceptó la cita. Con sueño, se levanta de la cama para arreglarse.

—Me tardaré poco, alisten la ropa.

Se miran entres sí, Noé y Alicia.

—Es mala idea que, el mero día de la competencia, tengas la cita con el psicólogo.
—Nunca les he fallado, por qué hacerlo ahora.

Faty se decidió, las pesadillas que le ocurren, suelen dejarla sin dormir por miedo a revivirlas.

—Me voy, el taxi llegó —se marcha del edificio.

Sintieron que algo iba a estar mal. Alicia percibió que las emociones al estar con esos sueños, la hacían distante, sólo con pensar los, se apartaba de la gente.

—Iré a sacar los vestuarios.

Tres días después de solicitarlos, los trajes estaban en condiciones de usarse. Se los probaron y a la perfección encajaban.

—Concéntrate.

Llegando a la clínica, tomó asiento en los sillones para esperar su turno. Anunciaron su nombre, pasa.

—Se pueden representar los recuerdos como ilusiones. ¿Pensaste en eso?.
—No recuerdo estar en una batalla donde hay sangre, que haya un mariposa gigante.
—Será que fuiste una de las que tuvo una experiencia en aquel juego: BYL.
—Me dijeron lo mismo. Tengo borrosas memorias de esos años, mi familia me comenta que fui a un campamento y me golpeé la cabeza.
—Proyecta tu mente algo que debió importarte hace mucho. ¿Hay emociones que se tornen complicadas?.
—Una presión en mi pecho al ver a una mujer pelirroja. Unas ganas de llorar al percibir cómo personas caen por esa monstruosidad.
—¿Son las únicas que captas? —anota en una libreta.
—Hay más, pero son menos llamativas.
—Contactaré a sus padres para ver si hay más información y aclarar su mente —toma un teléfono.
—¿Ahora? —se para—, puede ser luego.
—Mejor momento para que vengan en su ayuda —marca un número.
—<<¿Cómo consiguió el número de... Alicia>> —vuelve a su posición anterior.
—Tomaran unos minutos.
—Tengo un compromiso.

Ignoró lo dicho. Faty maldijo por lo bajo.
Unos toques en la puerta, llaman la atención.

—Fátima, sal —el señor mayor ya la con amabilidad.
—¿Para?.
—Sentirse libres de formular la historia.

Retira su presencia de allí. Se pronuncian palabras con dificultad, llantos y cuestionamientos, invaden al cuarto cerrado con adultos.

—Es verdad, ella estuvo en el juego.
—¿Por qué no lo recuerda?.
—La vimos después de un año y meses. Con el despertar oficial, creímos que se acabarían las idas. Durante un mes, fue a una escuela lejos de nosotros; cuando ella y uno de sus amigos iban a retirar los papeles de esa institución, la secuestraron, nos puso como locos- —interrumpieron.
—¿Quién? —interroga dando un sorbo al café.
—Jamás lo mencionó, prefirió fingir que era normal, una chica ordinaria.
—El juego se volvió su realidad por meses, ¿cambió de actitud?, ¿influyeron sus amigos?.
—No creemos que fuera por ellos, tenía un enemigo. Antes de que se planteara ser "normal", nos pidió que no habláramos de BYL frente a ella.
—¿Normal?.
—Ella tenía habilidades especiales, cualquiera diría que estamos chiflados, pero al observarlas y oir los desastres, nos convencimos de que existían.
—¿Rumores escucharon de su hija?.
—La conocían como "Demon", crueldad y venganza la trajeron a muchos problemas; en sus manos desbordó sangre de inocentes. Cuando canceló una boda de una tal Black, nos mantuvieron en un castillo hasta que ella regresó y confesó que era un pecado capital.
—BYL se basa en series japonesas que contribuyen a agrupar a gente que les gusta mirarlas. ¿Me equívoco?.

Negaron.

Llevaban un buen rato platicando. La castaña intentó escapar, la retuvieron. Les fallaría a Noé y a Alice; sin opciones, se acostó en el sillón más cercano a la puerta.

—¿Fue una matadora?.

Abrió los ojos de la impresión.

—Nuestros esfuerzos por sacarle algo de su vida ahí, han sido en vano. Actúa como si de verdad no se hubiera ido.

La cabeza le palpita. Gira en dirección a una ventana con luz del sol.

—Afectada por eso, ¿creen que esté fingiendo?. Preguntemos le —al dar un paso para ver a la muchacha, se queda inmóvil.

La chica está tapándose los oídos.

—No es cierto —cierra los ojos con fuerza.
—Señorita Fátima, acompañe me —extiende su mano.
—¿Usted deduce que soy una asesina? —jadea y retrocede.
—Con sus abuelos he platicado sobre cosas de tu pasado.
—Fátima, hubo una vez en la que fuimos testigos del caos que provocaste —habló el padre de la joven, serio.
—¡Basta! —un crujido se hace notar.
—Debes controlarte —pasa al frente.

Los vidrios se quiebran. Continúa aferrándose a los oídos, se pone de pie.

—Cuenten me todo —derrama lágrimas—. ¿Quién fui? —los ojos marrones, tienen un toque morado apenas visible.
—Cuando llegaste a nosotros, pediste que BYL fuera tema olvidado —la abuela, Sara, camina hacia su nieta menor.
—¿Estuve en BYL? —limpia sus gotas deslizadas por su rostro.
—Eras un peligro, y te recuperarse de semejante decaimiento; aunque no sepamos el por qué.
—¡Mentira!.
—Mandaré una receta para que se tranquilice en casa, de lo contrario tendremos que transferir la a otros cuidados —el señor más grande, se retira.

Faty comienza a marear se, procede a correr al evento.

—¡Aun no se puede ir¡ —la perseguían por la clínica.

Sus pies, le daban potencia. No consiguieron atraparla.

Mientras ella iba corriendo, las gotas seguían el recorrido a sus labios.
Cuando llegó a la pista, respiró profundo. Descansó y se alistó para la presentación.

—¡Con aplausos, demos les una bienvenida a Fátima y a Noel¡ —hicieron lo solicitado.

Saludaron al público, los mencionados. Mostraron sus posiciones. La música los llevaba a ritmo lento, se aproxima un salto. Excelente.

A pesar de que resultara ser complicado contarle a otra persona de aquellos pesadillas, tenía cosas más valiosas que mantener a pie.

—Mira, parecen plumas.

Su mente, y el corazón la hacían temblar. Dos caminos, una decisión. Finalmente, para acabar con la coreografía, sale mal el levantamiento de la dama y se desploma en el suelo golpeándose la cabeza. Generando un desvanecimiento.

La gente se alza de sus asientos, los parientes y amigos de la castaña van a su auxilio. Llaman a la ambulancia, no hay señales de despertar.

—¡Fátima¡. ¡Fátima¡ —sacuden el cuerpo.
—Denle espacio —un señor arrima a la gente que a realizado un círculo a derredor de la muchacha.

En minutos la llevan al hospital. Quitan las pertenencias y le ponen una batalla azul.
Los doctores hicieron sus labores.

Leslie, Alex, Raúl y J vieron el show. Por eso, también van al apoyo de su vieja amiga.

—¿Qué debemos hacer? —una azabache se come la uñas.
—Le hablaré a mi mamá —Alex marca en su celular, números.
—¿Por qué? —cuestiona su esposo.
—Puede traer espíritus, tal vez traiga el de alguien que aprecie un montón. Más que nosotros —los vio con decepción.
—Dejemos por ahora la magia. Cuando avisen, iremos todos —Raúl se sentó en las sillas.
—Tan sereno, bien —llega Less a acompañarlo.

Después de unos análisis, predicen que tomara un tiempo en reaccionar. Lloran. Se consuelan.

—Le mantendremos al tanto de la estabilidad de su hija. El impacto fue leve, sin embargo hay una cosa que impide responder de forma positiva.
—Con exactitud, no sabemos cuando sea —ambas doctoras, hablan con sinceridad.
—Podemos, al menos, verla.
—Por supuesto, por aquí —los guían a la habitación.

Recostada en la camilla y siendo observada por otros enfermeros, a la familia se le parte el corazón en pedazos.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora