≈37≈

9 1 0
                                    

Sus pestañas se alzaron indicando su despertar. 

Pudo ver que estaba amarrada a una cama. Trató de quitarse las cuerdas de encima, pero no eran cualquier cuerda, unas cadenas especiales la retienen.

—¡Ayuda! —gritó para que le prestaran atención. Al rápido pasar de los segundos se mostraron Merlín y Elizabeth al rescate. 
—Me alegra mucha tenerla devuelta señorita Fátima —Eli le dijo con cariño. 
—No me digas así que me siento vieja, y son más grandes que yo —respondió en seguida.  
—Mis disculpas —se apenó. 
—Necesito saber cómo te sientes, ¿te duele algo? —Merlín se aproximó a la cama.  
—No te preocupes Eli. Me sien- —un inmenso dolor en la parte de la superficie anterior del antebrazo la quemaba, gritaba. Cuando abandonó el dolor, la dejó temblando—. ¿Qué me está pasando? — soba la parte afectada.     
—Tus poderes se están alejando, como parte del trato.   
—Eso es imposible, Karl está vivo.   
—Hace unos días se dio a conocer que desapareció junto a Black.   
Faty quiso levantar de la cama, al instante le tambalearon las piernas.   
—Tenemos que saber que pasó.    
—Nosotros no estamos disponibles para ayudarte. Esta vez irás sola.   
—Me iré en la noche —enunció segura. 
—De acuerdo, antes de pasar a otra actividad. ¿Recuerdas lo que pasaste antes de venir hasta acá?.    
—Estaba con Christian, fuimos a la escuela para recibir nuestros papeles —lo dijo tan tranquila que parecía cierto. Además de dormir semanas, los sueños eran borrosos. Ella con los otros chicos, no les veía la cara y la voz estaba distorsionada, pero ya no importa, pues no puede volver ahí—. ¿Hay algo más que debería saber?.   
La azabache cerró los ojos indicando negación.

Platicaron de lo que sucedía en Liones, los Mandamientos iban perdiendo y con ello Elizabeth se sentía rara. Comieron y bebieron felices por las circunstancias de que la niña estuviera con ellos.

—Mi hora de partir ha llegado. Gracias por los servicios —incluído el baño le dieron—. Espero vernos pron- —de nuevo el dolor desgarra en la misma zona.

Los ojos de Eli se ponen de un color naranja con un símbolo de las diosas.
Se arrodilló en el lugar donde Faty se apoyó para soportar el dolor.    

—Déjame ver —la miró preocupada. La chica menor obedeció—. Desaparecen poco a poco.   
—No podré soportarlo todavía más —en su mirada se veía suplica. La peli-blanca recitó un conjuro que quitó el sentir, finalmente la vendó.
—No estoy segura de cuánto dure esto, si se llega a quitar no habrá mas remedio que dejar que tu cuerpo los abandone —le explicó. 
—No hay tiempo que perder.  

El aire se hizo muy pesado, los portales se abren y cierran, sin control.  

—Karl está en problemas —dijo temerosa—, está pasando lo que muchas veces escuchamos. 
—Te irá bien, vas a ver —Diana alentó. 
—Si Karl muere, se lleva consigo a todo BYL y a ustedes. Lo olvidaré todo —bajaron sus ánimos—. De todas formas esto no es un adiós. 

Sus pies corrieron hasta encontrar el portal que la transportaría a BYL, los portales sueltos pueden ser peligrosos. 

Cayó en el bosque, cerca de la primera casa del lugar y donde se están llevando las investigaciones. Observando la zona para orientarse, empezó a desprenderse un olor a podrido, sus instintos la querían conducir a descubrir que es lo que huele tan mal. Por los alrededores hay pozos de agua, máximo tres por cada zona. Se dirigió allá, el olor se intensificará.

—¿No limpian aquí o qué es lo que apesta? —se asoma en los primeros dos pozos—. Todavía los tengo, no me defrauden —les habló a sus habilidades como si de una persona se tratase—. No es por acá. 

Siguió caminando, una de sus habilidades le permitía ver en la oscuridad afortunadamente o no, al próximo le entraría una inquietud enorme. 

—Van dos, falta uno —su plan era sacar la cosa de ahí, desecharla y seguir su trayecto. Enfrente del objeto, se arrepintió de haberse ideado que era basura—. Bien, unos cuantos rayos más —sus manos se movieron y menciono unos vocablos, el bulto levita.

Su expresión era neutra, al arrojarlos a una parte del bosque; su curiosidad se incrementó. Al avanzar sus pasos iban flaqueando, esquivaba la idea de que Karl ya no estaba para fastidiar.

—Hora de la verdad —inclinándose tomó la bolsa, la fue estirando, un hoyo se creó. Ya se exhibían unas cosas, la abrió completa—. ¡Mierda! —al ver el contenido, las ganas de vomitar la invaden. Maldijo a su habilidad nocturna, centrándose en la situación, separó los cuerpos haciéndolos rodar—. No-o e-es posib-ble —se arrodilló tapándose la boca, las lágrimas aparecían sin detenerse. 

Lo que era imposible, llegó en el momento menos esperado. Estos no tenían color alguno, por lo tanto su corazón no bombeaba sangre. Su impacto no la deja pensar en que sería lo mejor, el pueblo estaba a unos kilómetros. Escondió los cuerpos enterrándolos en la tierra. Literalmente fue volando a toda velocidad. Existían los teléfonos alámbricos, hay pocos en los locales de comida y estos cierran tarde; lo único bueno en el día. Conocía pocos locales, entre ellos una taberna.

—<<Que tengan uno, por favor>>—rogaba.

Se adentró al establecimiento. Fue hasta la barra donde atendían directo a los clientes.

—¿Qué le voy a servir? —inició el camarero, le daba la espalda.    
—Agua simple —dijo apresurada.  
—Señorita está en un bar —se giró, cuando vio su rostro, reconoció a la dama y no son las mejores circunstancias—. En seguida —se retiró—. Aquí está.     
—Gracias —se lo tomó de a una.  
—¿Se encuentra bien? —le preguntó.  Ella solo asintió. 
—¿De casualidad tendrá un teléfono?, necesito hacer una llamada urgente. 
—No, pero podría utilizar el mío —sacó del bolsillo del mandil un celular.   
—Oh, eso servirá —giró en su eje, camino sin rumbo apartándose; no se le bajaban los nervios.

Marcó el número. Sin antes modificar un poco la voz.

—Buenas noches —le contestaron.     
—Quisiera reportar un homicidio.    
—Claro. ¿Estaría bien si me diera su nombre?.   
—Prefiero mantenerlo anónimo.   
—Dígame en dónde —no insistió. 
—Cerca del primer castillo de BYL, en el bosque, hay tres pozos, unos metros más allá, hay dos cuerpos sin vida. 
—Le agradecemos su cooperación, hay una recompensa, puede recog- —la interrumpió la chica.    
—No es necesario —colgó sin decir nada más.

Break The Limit: Pesadilla Final  En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora