Prólogo "Creado por la oscuridad"

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Gyda Lothbrok no parpadeó, ni siquiera movió un músculo de su cuerpo. Sus ojos estaban firmemente puestos sobre aquella bola peluda del color de la noche. El cachorro no lloraba mientras permanecía sobre la tierra y miraba a la niña tan fijamente como ella lo hacía. Gyda continuó observándolo con asombro, tratando de entender qué clase de perro era ese.

—¿Gyda?

La voz de su madre sonó lejana, pero sabía que se estaba acercando a ella. Ambas habían terminado su tarea con la pesca y Gyda se había adelantado a su madre para recoger flores. Sin embargo, a mitad de camino, se detuvo en el momento en que había escuchado suaves chasquidos de hojas. Y allí lo había encontrado, solo y silencioso. Como si su abandono no fuera tan triste para el cachorro. Gyda creyó que era valiente y fuerte.

Mientras escuchaba los pasos de su madre acercarse más a ella, Gyda se arrodilló contra la tierra con suma precaución. El cachorro clavó sus ojos negros sobre ella y alzó levemente su hocico para olfatear el aire.

—No temas —le murmuró—. No quiero hacerte daño.

El cachorro lloriqueó un poco y sorprendió a la pequeña vikinga cuando se abalanzó sobre su regazo. Gyda se rió nerviosamente mientras el animal intentaba lamerle la cara. El cachorro era tres veces más grande que su mano y tenía unas grandes patas para alguien que era pequeño.

—¿Gyda?—La voz de su madre sonó desde atrás y parecía curiosa—. ¿Qué encontraste?

Cuando la niña atrapó al cachorro entre sus brazos y se dio la vuelta sobre sus rodillas, manchando la tela de su vestido en el proceso. Ella le sonrió a su madre. Lagertha alzó las cejas y miró al cachorro con desconcierto.

—Parece que fue abandonado—explicó Gyda mientras se dejaba besar por el animal.
—Cariño...ese no es un perro—dijo su madre—. Es un lobo.

Gyda bajó sus ojos emocionados hacia el pequeño lobo negro. Éste dejó de lamerla como si sintiera el escrutinio de la chica.

—Un lobo...—murmuró.
—Tienes que dejarlo. Él sabrá vivir por su cuenta.
—Pero es demasiado pequeño—observó con tristeza.
—Y crecerá, y entonces se volverá peligroso para aquellos que se les cruce. Los lobos son animales salvajes, se dejan llevar por el instinto natural que se les dio para sobrevivir. No puedes tenerlo de mascota.

Gyda sintió un profundo dolor mientras dejaba al cachorro nuevamente sobre la tierra. Se levantó y caminó hacia su madre.

—Cuídate mucho—le dijo ella.

Aquellas palabras pronunciadas con tristeza no parecían sentirse como una verdadera despedida para siempre. Mientras Gyda caminaba de vuelta a casa junto a su madre, fue rezándole a los Dioses para poder volver a ver al cachorro en el mismo lugar. Y durante toda esa noche, mantuvo su esperanza.

Los días pasaron, y cada uno de ellos fueron sumamente enriquecedores para la niña. Cada vez que podía, entraba al bosque a escondidas e iba a encontrarse con el lobo, llevándole carne de su propio plato en secreto y tanto como podía. Otras veces se guardaba pequeños pescados que cazaba con su lanza, o robaba leche de cabra.

Con el pasar del tiempo, el animal comenzaba a crecer repentinamente. Gyda se preocupó en su momento, pero el cachorro seguía comportándose con gentileza.

Uno de aquellos días, saliendo del bosque hacia la casa, fue atrapada por Athelstan, un monje cristiano que su padre había tomado como esclavo en su viaje a Inglaterra. Él ya no estaba atado y se mantenía de pie junto a las cabras mientras la miraba con curiosidad.

—¿Qué haces ahí solo?—cuestionó ella de forma nerviosa.
—Respiro aire fresco—contestó sin más—. ¿Tus padres saben que vas sola al bosque?

Gyda Lothbrok: Madre del Gran Fenrir -Ubbe Ragnarsson-(editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora