El estruendo de un disparo alertó a los dos vastayas quienes huyeron del lugar al instante.
Alguien propino un disparo al jefe shishigumi en su brazo provocando que soltará el arma.
—¡Uhg!...—recogió su brazo del dolor—... Je je je Estabas detrás de mi todo este tiempo. ¿no es asi ayudante? —levanta la vista a su agresor — Debes ser el que saco mi-.
Un arma en su boca sello sus palabras. Pero no solo, también fue la sorpresa al ver quien lo amenaza.
—¡¡¡AAHH!!! ¡¿AHH!?
—Mira, me tomo esto muy personal. — ahri regreso al lugar apuntando en la boca del león con sus dos manos sobre el arma. —No dejare que nos molestes nunca mas.
Y no estaba sola. Santangelo la acompañaba apuntando la ballesta al León por si se le ocurría hacer algún movimiento. Estaba claro que no podría.
—RUEGA POR TÚ VIDA. —amenazó la kumiho adentrando aun más el arma en la boca del jefe. —¡HAZLO AHORA! MUÉSTRAME LA CARA DE UN CARNÍVORO QUE TEME POR SU VIDA! MUÉSTRAME. —Era seguro lo que haría en ese momento. Y continuó mirando a los ojos a aquel aterrado hombre que intento comerla. —Vamos, empieza a llorar. ¡Ruega por tú vida!
—N-no —el jefe hacia el esfuerzo de hablar. Se le dificulta con un arma en su boca. — No me mat-. —el disparo directo lo interrumpió mandando sus sesos a volar.
—Que pena. Necesitaba darte una lección. — Ahri levanto el arma. Su rostro tenia leves manchas de sangre. —El mundo en el que vivimos esta mas allá de cualquier salvación.
Eduard bajo su arma acercándose a ahri para tomarla en sus brazos.
—Jefe! Estamos bajo ataque!... ¿Que? —tres leones entraron con dos sujetando a uno por sus brazos. Observaron a dos figuras de la noche saltar por el balcón y salir corriendo. Su jefe yacía muerto en el suelo con sus sesos esparcidos en el área.
—¿¡Quienes son ustedes!? —pregunto uno de los leones.
Una de la figuras tenia en sus brazos a la otra la cual portaba un arma. Ambos desaparecieron no sin antes una de ellas empezar a reírse de manera desquiciada.
Una plácida noche para la muerte en la que el lobo tuvo un festín honorable. La parca estaba contenta.
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Ya muy lejos de la guardia. En una banca de un parque con vista a un gran lago. Se encontraba el vastaya bailarín cansado de sus heridas. Despertaba poco a poco para encontrarse con la mirada de su amada xayah. En una noche fría ella portaba la camisa de su contrario.
—Rakan!
—Mmh —hizo un sonido indicando despertar.
—Dioses. No te movias, creí que estabas muerto.— él se levantaba poco a poco del incomodo banco. —Perdiste el conocimiento mientras Caminábamos.
—Bueno. Sigo vivo, eso es seguro.
—cure tus heridas.
—oh, gracias. —mira su brazo vendado. Vaya que le duele el cuerpo.
Ahora me dio hambre.
¿A quien no le da hambre después de enfrentarse a un grupo de leones?
Un dulce vendría bien ahora.En ese momento aparecieron Ahri y Santangelo quienes traían malas noticias.
—El último tren salio hace una hora. —aclaro la kumiho quien traía puesta la poca ropa que le quedaba y la chaqueta de Eduard