—Ya! ¡sueltame! ¡apestas a cigarro!Las colas se Ahri volvieron en una, cayendo inmóviles luego de aquellas palabras.
— Habla conmigo, Xayah... Por favor. —La mira con ojos tristes.
Esa expresión llena de pureza, agonía y apatía siempre la llenaban de desesperanza.
— Ahora entiendes. Mi confabulación con el shishigumi es real. He visto cosas que me han abierto los ojos, muchas cosas... Puedes arrepentirte de haberme salvado ahora.
— No me arrepiento de haberte salvado, me arrepiento de tus decisiones. Dijiste que ya no volverías a consumir recuerdos Ahri. Prometiste no hacerlo más... Sabes que eso-
— Me hace traicionar mi linaje. Lo sé...
Xayah movió su oreja como en un "tic" al ver a Ahri.
— No soy tonta. No abandone mi futuro por mantener a salvo a mi mejor amiga y su novio. Sabia que no te rendirías, elegiste tu camino y es justo como yo hago, eligiendo por mi voluntad.
Ahri sujeto sus brazos mientras miraba a la resplandeciente luna, iluminandolas en el climax de la escena.
— Cambiemos de tema. —Se acomoda para verla de frente—. Lamento el abrazo pero me sorprendió que aun no tengas ese olor a "Rakan". Creí que ya habían intimado.
— ¡¿Intimado?! ¡No, no, no, no somos así...! Ni siquiera hemos salido. —Respondió xayah, casi gritándole.
— ¿Que? Pero si salvo tu vida, te siguió el plan, ¿no te siguió después del festival? —Cuestionó Ahri cruzándose de brazos—. Lo rechazaste, me lo imagino.
Xayah bajo la cabeza.
— Algo así.... O bien ni siquiera hemos estado en acuerdos mutuos... —Ella recuerda la noche de media luna—. He estado entrenando y no ha sido fácil nuestra comunicación.
— Ya veo, ¿Entrenas aquí? Estas un poco más grande que antes.
Sí, antes parecía ansiosa de verla, pero ahora esta mucho más tranquila. Quiere que se quede con ella.
— Xayah.
— Ahri, escapemos de aquí. Ahora mismo.
Ahri la miro con tristeza. Dejo de verla con esa idea.
— No puedo. El shishigumi me necesita. Ellos... Me respetan.
— ¡No! Te engañan. Tratarán de comerte, ¿Como no respetarán a lo que podría ser su cena? Despierta Ahri, van a corromperte y no puedo aceptar eso.
— je je je... —Giro su cabeza para verle—. Sigues teniendo ese ideal rebelde y justiciero por los tuyos. —Se pone en frente de ella—. Escucha, en la sociedad adulta, todos se engañan unos a otros por su propio beneficio. Naturalmente, cuando empecé como su jefa, y sabes muy bien eso, nuestra relación fue meramente de negocios...