La noche no tarda en caer y se me pasa el tiempo volando mientras leo. Sé que muchas mujeres ni tan siquiera saben perderse en todo lo que un libro puede hacer sentir y por eso trato de que no vean cuando yo lo hago, porque la mayoría no entienden por qué prefiero esto a conocer a algún hombre. Por una fracción de segundo, mi mente vaga por los dominios de la casa Haakon. Por ese lugar donde ninguna mujer tiene permitido leer ni hacer nada que no sea complacer al hombre y seguir las normas sociales.
No me imagino qué habría sido de mi de haber nacido allí.
Pongo los ojos en blanco y luego miro hacia el cielo, como cada vez que agradezco algo al Dios Malbak, y me desvisto después de cerrar las ventanas y las cortinas de mi habitación. Me pongo de nuevo la camisa blanca de lino y me meto en la cama guardando el libro tras la almohada. El que he escogido leer esta noche habla de la ciencia, y de cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Desde pequeños todos los ciudadanos saben desde lo que es una célula hasta lo que es un órgano. La enseñanza es obligatoria hasta los ocho años, aunque muchos padres la incumplen y se llevan a sus hijos a trabajar, pero aún así se comprometen a enseñarles lo básico sobre el cuerpo humano y cómo prevenir ciertas enfermedades que se pueden evitar gracias a una buena higiene. Cada vez hay más y más avances sanitarios y la mayoría de enfermedades han sido exterminadas. La llegada de las vacunas siglos atrás, cuando Callum Darkstone ocupó por primera vez el trono supremo y dedicó un fondo para la sanidad, provocó que los ciudadanos tuviesen una mejoría notable en temas de salud y que la mayoría pudiesen acceder a los cuidados básicos impartidos por los sanadores, sirvientes castos de los tres Dioses y que cumplen sus palabras por encima de todo. Todos los reyes debían de dedicar una parte de sus impuestos a pagar a personas para que cuidasen de la salud de su pueblo. Entre ellos, mi padre, quien además ha invertido en la investigación de enfermedades como la Sombra Negra de la que murió mi madre y de la que poco se sabe aún al respecto salvo que la ocasiona la picadura de un extraño insecto.
De nuevo el olor a limpio y la suavidad de las sábanas y la almohada me relajan. No tardo en dormirme, pero en esta ocasión, no pasa ni tan siquiera una hora hasta que me despierto por el sonido estrepitoso que tan sólo puede provenir de una multitud enfurecida. Aterrada me levanto de un salto y observo por la ventana. Todo lo que veo son personas luchando y algunas de ellas muertas. Fuego. También hay fuego. Las llamas centellean en todas partes. El humo me ciega al abrir la ventana, atónita. Me falta el aire. Parece quedarse en mis pulmones y no querer salir. El corazón se me acelera. Me pican los ojos por el humo pero no soy capaz de dejar de mirar. Hay sangre y destrucción por todas partes y de pronto el mundo se me cae encima.
¿Son los hijos del caos? ¿Acaso ya no hay duda de que existen y han decidido atacar palacio? Sobrecogida, niego con la cabeza. No pueden ser ellos. No pueden ser tantos. Quiero apartar la mirada, correr, pero estoy sumergida en el horror de una batalla y para mi sorpresa, desecho por completo la idea de que nos ataquen los súbditos de ese quinto Dios imaginario. Ni tan siquiera son campesinos ni ciudadanos los que encuentro, sino soldados de otra casa real que pelean contra los de la mía. Ningún campesino tendría los medios económicos para comprar armaduras como las que llevan estos hombres. No llego a ver su escudo de armas, pero cuando por fin reacciono mis rodillas caen ruidosamente contra el suelo. Me han fallado. Trato de incorporarme y me apresuro en coger el traje que llevé puesto hace tan sólo unas horas para salir corriendo de aquí. Me extraña que no haya venido ni un solo guardia real a tratar de protegerme y eso solo puede significar que las cosas van muy mal.
— ¡El rey! –me digo a mi misma.
Mi padre. ¿Dónde está mi padre? ¡Mi padre! Mi mente grita y parece que cuando quiero hacer las cosas con rapidez soy aún más lenta. El tiempo adquiere un nuevo concepto. Cuando por fin logro coger el vestido y darle la vuelta lo coloco en la cama y me agacho apresuradamente para coger el extremo de mi camisa de lino y sacármela por la cabeza, sin embargo, la intrusión de un individuo en mi habitación hace que de un grito ahogado.
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HENNA©
FantasyCOMPLETA #1 en ciencia ficción #1 en alfa #1 en young #1 en acción #1 en licantropos #1 en peligro #3 en ciencia ficción #1 en amor prohibido #3 en amor prohibido #3 en acción #5 en fantasia NOVELA ROMÁNTICA DE HOMBRES LOBO. -Eres mía -explica...