Capítulo 14.2

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—Me llegó un rumor de que las casas reales Haakon y Northem querían atacar el castillo de tu padre hace como una semana.

Sus palabras parecen cuchillos que logran tensar más el ambiente. Me quedo muy quieta e incluso dejo de llorar mientras lo miro. Él no me observa, tan sólo me agarra con fuerza. Tiene la mirada perdida en alguna parte de la pared. ¿Qué diablos acaba de decir? ¿Por qué me cuenta esto? Creo que he tenido que escuchar mal.

—En un primer momento mi intención fue unirme al ataque. El plan era sencillo. La casa Haakon había pedido la cabeza de tu padre.

¡Matar a mi padre! Su voz se apaga un poco en este momento haciendo que vuelva a parecer algo abatido, pero tose y recupera su porte autoritario.

¿Qué es lo que quiere? Lo escucho coger una profunda bocanada de aire. Mi mente no puede seguir el hilo de esta conversación. Parece que mi cerebro ha colapsado. Quiero hablar, pero no encuentro mi voz. Kievan frota con más fuerza mi hombro. Su mano deja destellos de fuego a su paso. ¿Las casas Haakon y Northem querían la cabeza del rey supremo? Mi mente me muestra la imagen de Harald Haakon sacándola de algún rincón de mi atormentada memoria y siento un escalofrío. ¿Cómo puede pensar en atacar mi casa y mis dominios cuando... me ha pedido matrimonio hace dos días? Voy a contradecirlo cuando Kievan prosigue hablando, aún con la mirada perdida.

—Yo no he tenido nada que ver con el ataque. Supe que no podía unirme a su plan en cuanto que te vi en la plaza interrumpiendo el castigo de Ethan.

Contengo la respiración. Mis neuronas logran ligar otra pregunta y hacer que salga de mis labios.

—¿Por qué no?

Él eleva el mentón, intimidante.

—Por ahora, eso no te concierne. —me responde con sequedad y dominante.

Estoy asimilando sus palabras, pero me cuesta a horrores creérmelo. ¿Por qué iban las casas Haakon y Northem a atacarnos? ¿Es por mis desplantes a sus príncipes? ¿Es por el puñetazo a Harald? ¿tendrá algo que ver? Es ridículo. Kievan ha dicho que planeaban esto hace ya una semana. Además, ninguna guerra puede iniciarse por algo tan banal, ¿no? Aunque ha habido guerras que se iniciaron por mucho menos a lo largo de la historia. Mi mente teje otros matices diferentes, ¿Y si el príncipe Harald quería casarse conmigo para prescindir de la casa Northem, matar luego a mi padre y quedarse él solo con mis tierras? Tiene sentido, y sobre todo, porque mi padre es rey de reyes y si él muriese, mi marido se convertiría por ley en el nuevo rey de reyes. Una punzada en mi pecho me nubla el juicio al recordar a mi querido padre.

Vale, estoy desvariando. No. No puedo confiar en lo que Kievan me diga. Es alguien que me ha secuestrado. Que aunque diga que no, estoy convencida de que ha tenido algo que ver en la traición a mi casa.

Paso del llanto a temblar y él se da cuenta volviendo a tratar de tranquilizarme. De nuevo me resulta llamativo encontrar esta ternura en un hombre que me parece tan cruel como él. Tiene que estar mintiendo. No puede haber otra explicación. Además, vuelve a hablar como si fuese... ¿un rey? No puede ser. Conozco a casi todos los reyes y príncipes de Cavelar, y si hemos tardado unas seis horas desde mi castillo, ¡Oh que punzada tan grande acabo de sentir en el pecho al pensar en mi castillo como algo tan lejano! Me calmo a mi misma. Si hemos tardado seis horas desde mi castillo, es imposible que pertenezca a la realeza y yo no lo sepa. Se lo está inventando o está loco de atar, no hay otra explicación. Este hombre no es un rey. Es un farsante, un traidor, y alguien muy peligroso.

—Tienes que creerme cuando te digo que no tuve nada que ver en el ataque. Estaba en la mazmorra cuando inició y en cuanto que salí de ahí lo primero que hicimos mis hombres y yo fue tratar de ponerte a salvo por ayudarnos mientras éramos presos. Ninguno de mis hombres hizo daño a tu padre, y trataron por todos los medios de encontrarlo. No quiero darte esperanzas ni voy a hacerlo. Ya te he dicho que probablemente estará muerto, pero sí que te digo que si estás llorando desde hace horas por estar encerrada con los asesinos de tu padre dejes de hacerlo. —Su profunda mirada se clava en mi y mi corazón se salta un latido—. Aquí estás a salvo. Al menos en esta torre. No sé cuánto tiempo te retendré, pero estás bajo mi protección.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora