No me hace falta ver a Kievan para saber que algo va muy mal. Lo noto en el ambiente, incluso en el aullido de los lobos. Llevo tres días sin ver al rey y a pesar de eso y de ese mal presentimiento en mi pecho, no puedo evitar encontrarme a mi misma fantaseando con nuestro beso. El primer beso de mi vida con el hombre más poderoso e imponente que conozco. Me tiemblan las piernas tan solo de recordarlo y mi corazón se acelera.
—¿Entiendes lo que te digo?
La voz amable de Walter me hace asentir con la cabeza. No se me pasa por alto que tiene una cicatriz profunda y reciente en el ojo izquierdo. Al igual que Bruce, que tiene una pierna dolorida porque un Eredeths casi se la corta, Walter luchó contra los rezagados una vez me dejó a solas con Kievan. Ha pasado ya una semana desde el ataque, y no he visto a Kievan más que en dos ocasiones en las que ni tan siquiera hemos hablado.
—Perfectamente —respondo en la pequeña, pero cómoda salita que ambos usamos durante nuestras lecciones.
Durante estos días Walter me ha estado enseñando cómo funcionan las visiones, y en mi caso, creo que son los lugares los que me la provocan. A él, por ejemplo, son los objetos. Cada vidente funciona de una forma determinada. Madre mía, aún me cuesta la vida asimilar que de verdad soy una vidente y que no he perdido la cabeza. He decidido que cuando todo cambia tan rápido, lo mejor que puedo hacer es tratar de adaptarme, y si esta es mi realidad, quiero vivir en ella por muy inverosímil que parezca. Es eso o meterme en la cama a oscuras durante días y más días, y para qué mentir, ya hice eso durante los primeros días de mi estancia. Una parte de mi no puede evitar querer recorrer cada recoveco de ambos reinos para buscar a mi padre, pero no puedo hacerlo dado que me están buscando en todos lados.
—¿De verdad que ganasteis la guerra así?
Walter asiente con la cabeza. Sus rizos rubios se mueven con gracia junto a su movimiento.
—Tener el poder de ver el pasado de nuestros enemigos nos ayuda a saber cómo van a comportarse en un futuro.
—¿No había videntes entre los vampiros?
Walter toma aire y desvía la mirada.
—Solo dos, y ninguno sobrevivió.
—¿Ellos no hicieron lo mismo? ¿No os observaron para saber cómo y cuándo podían atacaros?
—La ventaja de ser un hombre lobo es que la Dyriat puede protegerte. Al estar dentro de la conciencia común, es más difícil que nuestros enemigos puedan localizar exactamente la información que necesitan. Todos somos un conjunto y cada cual se comporta de una manera determinada. En cambio, los vampiros eran una raza, sí, pero una individual. No formaban una unión tan poderosa como la Dyriat, por lo que estaban más expuestos a que pudiésemos averiguar sus pasos.
Me tomo un momento para analizar todo lo que me está diciendo.
—¿Cómo exactamente ganasteis la guerra?
—Kievan. Él se arriesgó por todos nosotros y logró derrotar a los vampiros, liderando todos sus ejércitos y luchando en primera línea de batalla con una estrategia inmejorable. Llevó a todos los enemigos a un terreno que él mismo había preparado para ganar.
Mi mente dibuja la imagen del rey lobo liderando sus ejércitos y arriesgándose por su pueblo y un suave cosquilleo invade las yemas de mis dedos. Por un momento recuerdo algo.
—La cicatriz de su espalda... ¿se la hizo así? ¿en esa batalla? ¿en... cómo la llamaste?
—La batalla del Gakdet.
—La batalla del Gakdet —repito sus palabras y rememoro el significado de la palabra Gakdet en mi mente. El día que el cielo se tiñó de muerte y esperanza. En mi lengua suena mucho más caótica que en la suya.
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HENNA©
FantasyCOMPLETA #1 en ciencia ficción #1 en alfa #1 en young #1 en acción #1 en licantropos #1 en peligro #3 en ciencia ficción #1 en amor prohibido #3 en amor prohibido #3 en acción #5 en fantasia NOVELA ROMÁNTICA DE HOMBRES LOBO. -Eres mía -explica...