Y debería de estar aquí, lo escucho pensar. Me enternece que me hable de Bianca. Y también me apena porque es injusto que una mujer así esté en ese lugar. Es injusto que todas las mujeres de allí lo estén. El reino de Haakon era el más antiguo de todos cuando Callum Darkstone, mi antepasado, tomó el trono. Y precisamente por eso sus culturas prevalecen, porque el acuerdo de obediencia consistía en respetar su cultura. Kievan y yo, nos quedamos en silencio durante lo que parece demasiado tiempo. No soy capaz de hablar después de que me haya contado ese suceso tan horrible. Tres meses en un lugar como Haakon. Tres meses siendo prisionera de Harald.
—Me habría encantado verte pegándole —comenta llevándose mi mano a la boca, y depositando un ligero beso en mis nudillos.
Si miro la situación desde fuera, a nosotros dos aquí, sentados en una cama y dados de la mano, me resultaría mucho más extraño de lo natural que me parece ahora mismo. Es como si nuestras manos encajasen. Como si sus dedos fuesen lo único que necesitan los míos.
—Si hubiera sabido esto le habría pegado una patada en otro lugar más doloroso.
Su sonrisa es la de alguien triste. No quiere hablar de este tema y lo sé. Lo veo en su forma de comportarse, aunque también soy consciente de que me está dando largas. No me ha respondido.
—¿Yo tengo algo que ver con la salvación de Bianca verdad? Aunque no quieras intercambiarme, es algo que tiene que ver conmigo. Por eso me retienes aquí.
Separa su mano de la mía. Noto que se pone tenso y lo escucho toser aclarándose la garganta. Me he dado cuenta de que hace ese gesto cuando se pone algo nervioso.
—Sólo me retienes aquí porque soy útil para ti —acabo de llegar a esa conclusión.
Lo escucho chasquear los labios.
—No exactamente.
—¿No exactamente? ¿Me estás diciendo que me retienes aquí porque sí?
Porque soy suya, pero no soy su compañera. Fenomenal. Lo escucho respirar profundamente mientras se mira los pies. Que no se atreva a mirarme y que haya perdido algo de su seguridad me hacen quedarme muy quieta y atenta.
—No voy a entregarte a él, pero sí que tienes algo que ver con la salvación de mi hermana. De hecho, después de verte en la plaza y saber que no podía dejar que te matasen, me llevé todo el día pensando si debía de intercambiarte con Harald. Yo no sabía de tu existencia. No hasta que te vi en el pueblo. La ley de que los lobos no deben de tratar con humanos y saber lo mínimo de ellos, jugó en mi contra. Cuando te encerré en este lugar aún estaba dudando sobre intercambiarte. Quería hacerlo. Créeme que quería. Eso era lo correcto. Lo sencillo. Cambiar algo que Harald quiere por mi querida hermana —me dirige una mirada de soslayo—. Es mi hermana pequeña ¿sabes? Y no he podido defenderla ni hacer nada por ella por culpa de mi estatus. Si fuese cualquier otro lobo no habría tenido al consejo a mis espaldas tratando de que no exterminase a la casa Haakon. Habría sido algo más fácil. De hecho, es la opción más fácil. Exterminarlos a todos y recuperarla, pero el consejo no quiere otra guerra, y la raza humana no nos ha hecho nada desde hace años. Así que, por decisión de los sabios si recuperaba a mi hermana tenía que ser de forma civilizada, y nadie puede ir en contra del consejo sin morir o ser brutalmente castigado.
Su voz parece incluso más dolida al decir esa frase. La forma en la que une sus dos manos me hace ver que hay algo que le duele en el alma relacionado con eso último. Cuando supe que se trataba de su hermana fui capaz de entender esa crueldad en su rostro cuando me miraba las primeras horas, y esos cambios de humor. Me estaba anteponiendo a Bianca y probablemente se odiase por ello, pero, aún no entiendo el porqué. ¿Por qué anteponer a una extraña a alguien a quien quieres? Voy a preguntar cuando él vuelve a hablar, leyendo mi mente.
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HENNA©
FantasyCOMPLETA #1 en ciencia ficción #1 en alfa #1 en young #1 en acción #1 en licantropos #1 en peligro #3 en ciencia ficción #1 en amor prohibido #3 en amor prohibido #3 en acción #5 en fantasia NOVELA ROMÁNTICA DE HOMBRES LOBO. -Eres mía -explica...