Capítulo 43

13.1K 1.3K 434
                                    


Lo detengo antes de que haga la pregunta. Le pongo una mano en la boca. Lo menos que podía pensar era que fuese a proponerse en lugar de perder los nervios y enfadarse.

—Kievan... —comienzo a decir.

Él me observa, expectante. Ni en mis mejores sueños me habría imaginado a alguien tan sensual pidiéndome la mano. O pesadillas, ya que nunca antes he deseado esto. Espera, ahora tampoco lo deseo, ¿no? Por supuesto que no. NO. NO. NO. TENGO QUE PARAR DE TRATAR DE CONVENCERME A MI MISMA. El cabello le cae salvaje hacia atrás cuando eleva un poco más el mentón.

—Necesito pensar sobre esto. Yo... estoy abrumada.

Kievan me mira de arriba abajo y asiente con la cabeza.

—¿Consideras mejor la opción de quedarte aquí encerrada?

Me enfado nada más escucharlo, pero tampoco le doy opción a discutir con mi respuesta.

—¡No! ¡No es eso!

Doy un paso atrás y cojo aire. Él se levanta y entorna los ojos hacia mi. Sus espesas cejas se le fruncen al hacerlo.

— Una vez que nos casemos y hagamos lo que debamos para restablecer el orden de las cosas, serás libre, Henna.

Y es justo en ese momento en el que algo en mi interior se enciende. Desde hace años, todas las noches previas a una pedida de mano, antes de dormir, he pedido un milagro. El milagro de mi libertad. El milagro de no tener que comprometerme tan sólo porque es lo que la sociedad espera de mi. Y ahora, parece como si Kievan me lo estuviese regalando. Como si supiese el sitio exacto en el que tocar para hacer que ceda. Mi libertad. Me está ofreciendo mi libertad. Las reinas viudas pueden seguir gobernando si ya han cumplido su labor como esposas. No hay ninguna ley en contra de ellas como esa que dice que una mujer soltera no puede gobernar. Me lo quedo mirando al tiempo que pienso que a veces los milagros vienen en forma de personas. Pero, ¿perdonarán mis Dioses tal ofensa? ¿un matrimonio de conveniencia? ¿Perdonarán a mi madre por mi pecado, por incumplir la promesa que le hice y que liga su alma a mi hasta que la cumpla?

—¿Es por qué crees que tus Dioses van a castigarte por casarte conmigo con intención de separarte luego?

Me ha leído la mente. Cierro los ojos.

—El matrimonio para nosotros es un vínculo sagrado.

Kievan da un paso hacia mi, parece comprensivo, pero también sumido en sus pensamientos. Creo que incluso puede notar mi tristeza al pensar en romper algo sagrado.

—Una vez que todo esto acabe, quizá podamos tratar de hacer que dure —comenta con voz suave.

Su frase me toma casi tan por sorpresa como que me haya tratado de pedir matrimonio. No se ha arrodillado, pero no importa.

—Mi madre solía decir que si no hay amor un matrimonio no tiene nada. Y mi padre una vez me dijo que lo único que no me perdonaría era que no fuese feliz.

Y sé que este no es el momento de mirar por mi felicidad sino por mi bienestar y por recuperar mis tierras, pero es inevitable que el recuerdo me venga a la cabeza. Kievan contiene el aliento un instante. Puede que porque le haya hablado de mis padres. Yo me quedo mirándolo. Incluso cuando estoy lejos de él su altura y su fuerte cuerpo me intimidan. Es un intimidante guerrero y me siento pequeña y protegida junto a él.

—Ambos son sabios.

—Mi madre murió hace un tiempo.

Kievan parece buscar en mi cabeza exactamente lo que me ocurre. Me abrazo a mi misma inconscientemente. Necesito cambiar de nuevo el tema. No debería de haber mencionado a mis padres.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora