Capítulo 16 / NARRA K

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KIEVAN

Se ha llevado exactamente tres horas y media llorando sin parar, y era como si su llanto en lugar de aminorarse con el paso de los minutos se incrementase. Al principio era un quejido tímido, casi avergonzado, pero a medida que la realidad de lo que había pasado se cernía sobre ella, se convirtió en un sollozo inaguantable. Me toco los dedos, algo nervioso y aún enfadado. No debería de haber llorado. Y no estoy enfadado con ella, sino conmigo mismo. No soporto ver a una mujer llorando. Y todos mis hombres bien saben que me he contenido por no subir arriba y abrazarla nada más escucharla. Podía sentir la conciencia de mis hombres en mi cabeza, algunos pidiéndome que la dejase en paz y otros con la misma necesidad de consolarla que yo mismo sentía.

Miro a la mesa y a mis comensales. Ethan a mi lado izquierdo, siguiéndole Bruce, con su piel oscura, y Walter a mi derecha, con sus rizos rubios cayendo a ambos lados de su rostro. Creo que todos ellos se preguntan lo mismo. ¿Por qué he incumplido el plan? ¿Por qué demonios he salvado a la princesa y no al rey? ¿Por qué no he secuestrado al rey Ardun como en un principio acordé que haría ante el consejo? ¿Por qué he sacrificado tanto por una humana?

La idea estaba clara. El plan estaba claro. Y todos sabían porqué lo hacía. Quería recuperar una de las cosas más importantes en mi vida sin poner en peligro mi reino. ¿Cómo he podido arriesgarlo todo por Henna? Por una maldita intuición que probablemente sea errónea. Me doy asco a mi mismo. Por lo que implica lo que he hecho. ¡Por los Dioses! ¡El plan estaba clarísimo!

Me toco las manos, ansioso. Todo cambió cuando vi a Henna en la plaza, tan seria cuando permití que azotaran a Ethan que por un instante creía que iba a meterse en medio. Incluso me puse tenso cuando se acercó al coronel Hanger con el ceño fruncido, la frente alta y esos ojos verdes sumamente inteligentes. La forma en la que me retó, pero al mismo tiempo me dejó callado me hicieron decidirme pronto. No iba a ir en contra de ella. No cuando era capaz de intervenir en algo que le parecía injusto y acallar a un hombre como yo cuando buscaba enfadarla y ver hasta dónde era capaz de llegar.

En cierto modo, mis pensamientos siguen con ella y con lo mal que ha de sentirse por perder a su padre. Mi situación no es mucho más fácil que la suya. Aprieto aún más los puños y veo mis nudillos blancos. Sé que he llamado la atención de los humanos por la forma en la que mis hombres y yo aguantamos los latigazos, pero es parte de nuestra naturaleza. Nuestro cuerpo sana mucho más rápido que el de cualquier hombre y también somos mucho más fuertes.

—¿Habéis encontrado el cadáver del rey?

Bruce niega con la cabeza.

—No rey Kievan, por el momento no hay ni rastro de él.

No me hace falta materializar con palabras mi siguiente pregunta. Sé que todos me han oído. ¿Creéis que puede estar vivo?

—Los hombres de Northem iban expresamente a por él. Hay muy pocas posibilidades de que haya sobrevivido.

Asiento con la cabeza y escucho como Henna se sumerge en la bañera en el piso de arriba. Su corazón sigue acelerado y su respiración es errática. Sus labios realizan un quejido suave, como si le reconfortase la temperatura del agua y agradeciese poder darse un baño. Soy capaz de ver que Bruce también se ha centrado en ella, y por unos instantes siento una punzada que no me gusta en el pecho. No quiero que nadie más que yo repare en ella. Me basta una mirada seria hacia Bruce para que deje de hacer lo que está haciendo. Percibo una pequeña disculpa en su conciencia y me relajo al comprobar que ha dejado de prestarle atención a la humana.

—No puedo entender por qué la has traído aquí. No era ella a quien queríamos.

Douglas irrumpe en el salón. Su capa de caballero se mueve tras él en el aire. Es el capitán de mi guardia real, y por consiguiente de mi primer ejército, pero también es uno de mis mejores amigos, es precisamente por eso por lo que le permito ese tipo de comentarios con esos aires de indignación.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora