Capítulo 24

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Lo escucho volver a entrar cuando llevo ya más o menos una hora tumbada sobre la piel fría. Cuando Kievan se fue, decidí dormir en el suelo por el miedo a que volviese y una sirviente no tardó en entrar con leña para encender la chimenea. Es agradable sentir el calor del fuego, pero no es suficiente en un lugar como este.

Sus pasos suenan silenciosos y cuidadosos cuando vuelve a cerrar la puerta. Quizá piense que estoy dormida, y en cierto modo, tengo curiosidad por qué hará si cree que estoy... uuuhh... uhhh...

—¿Qué haces? —pregunto molesta cuando noto como me coge en brazos.

Él suspira y su respiración se proyecta en mi mejilla.

—Y aquí están de nuevo los modales que se esperan de una princesa.

—Te he preguntado que...

—Llevarte a la cama antes de que enfermes —interrumpe.

Sus brazos me sujetan con fuerza tras responderme con esa voz marcadamente seductora.

—Me dijiste que...

—Olvídalo. Tampoco debería de haberte agarrado así. Te pido disculpas, Henna. A veces me cuesta medir mi fuerza y es difícil hacerlo con hu... mujeres —se corrige, pero algo me dice que no iba a decir mujeres sino otra cosa—. Se me fue de las manos. La puerta estaba abierta y no puedo permitir que mis hombres te escuchen hablarme así. Ni en las guerras he permitido que ningún hombre me insulte a mi o a los míos.

¿Ni en las guerras? Otra mentira. Hace siglos que no hay guerras. Arqueo una ceja. El recuerdo de lo que pasó entre nosotros me pone nerviosa. Siento la cama en mi espalda cuando me deposita con cuidado en ella. Me dejo hacer. Estoy muy cansada como para resistirme. Me percato de que se ha cambiado de ropa y que ahora lleva una camisa de lino larga como la mía, la típica que usan tanto hombres como mujeres para dormir. La tela se le transparenta un poco y me pongo aún más nerviosa al notar sus formas de hombre. Aparto la mirada en cuanto que soy consciente de lo que estoy mirando. Una corriente nerviosa me recorre la parte baja del vientre.

—Te traté de hacer daño y te insulté —le respondo, algo aturdida y aceptando que en ninguna otra situación habría actuado jamás así. Una princesa debe saber contenerme, y salvo con Harald y con Kievan, siempre he sabido hacerlo.

Me extraña que se disculpe. Ningún hombre se disculpa jamás por hacer daño a una mujer en los años que corren. En realidad, muchos otros reyes criticaban a mi padre por no enseñarle a mi madre cuál era su lugar, detrás de él y callada. Los rumores que me llegaban desde la boca de Mae, mi leal sirviente y amiga, mi dama de compañía, ponía al rey de Haakon en el ojo del huracán. El padre de Harald que murió hace unos años, el rey de Haakon, ese lugar donde las mujeres no tienen derecho a nada, era uno de los que más lo insultaban a la espalda. Sin embargo, mi padre siempre mantuvo a mi madre a su lado, no detrás, y con la posibilidad de hablar siempre que quisiese. Siento un pellizco en el pecho. Mi padre fue el que me enseñó que lo normal y lo aceptado no siempre es lo correcto ni mucho menos lo justo. Si recupero mi trono, voy a tratar de luchar contra todo el sistema. Nuestra sociedad debería de avanzar muchísimo más. Ningún hombre debería de poder pegar a una mujer. Ni tan siquiera a su esposa. No deberíamos de ser de ellos cuando nos casamos, al menos no en ese sentido tan enfermo de propiedad. Demasiadas cosas deberían de cambiar. Es una cultura bárbara e injusta, si lo pienso. Kievan asiente y no me queda muy claro si a lo que le he dicho o a lo que he pensado.

—Aún así, no es excusa para agarrar de esa forma a una mujer.

Veo que de nuevo hay algo que se me escapa y miro sus brazos. Tal vez ni tan siquiera fue consciente de la fuerza que usó. Estoy convencida de que el tamaño tan descomunal que tiene le hace ser más fuerte que la mayoría de hombres. Respiro y le doy la razón, algo asombrada de que alguien tan rudo como él tenga ese tipo de pensamientos tan avanzados. Una parte de mí siempre se ha preguntado cómo será la vida en un futuro. Si me diesen a escoger entre pasado y futuro, por curiosidad elegiría la segunda opción. Ante todo, para ver si las mujeres tienen más libertad que ahora y son capaces de aprovecharla y hacer lo que les venga en gana por todas esas mujeres que no pudieron. Por esas que eran castigadas cuando lo hacían.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora