Capítulo 36.2

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Lo escucho y lo obedezco, viendo como lucha contra ellos hasta que solo queda uno en pie. Cuando Kievan acaba con él, más lobos llegan a la estancia, y es entonces cuando siento como me agarra con sus fauces y me coloca sobre su cuerpo animal. Siento todos sus músculos cuando comienza a correr conmigo encima y me agarro a su pelaje. Es muy duro, pero hay una suavidad primitiva y misteriosa en su composición. En menos de dos minutos estamos en la otra parte del castillo y él ha recuperado su forma humana mostrándose furioso. Me percato de como su ropa está manchada por algo verde.

—¡Tengo que irme y por tu propio bien no te muevas de aquí! ¡¿Me oyes?!

Su voz es tan potente que ni tan siquiera me atrevo a parpadear. El ataque con los Eredeths me tiene temblando y había incluso olvidado lo que hice. Quizá sí que me pasé pegándole mentalmente el rodillazo en sus partes, pero me sentí humillada ante sus palabras y su forma de tratarme, como si yo fuese nada. Recuerdo como ese monstruo casi me parte en dos, y soy capaz de entender a Kievan, y estoy a punto de pedirle perdón cuando toco la pared y siento esa nauseabunda sensación que sentí con Ethan después de ver ese cuadro en el sótano.

De pronto ya no estoy con Kievan, sino sumida en la oscuridad viendo como los Eredeths salen de un túnel bajo tierra que han construido y que los lleva directamente al castillo. Cojo aire cuando la visión acaba tan pronto como empezó, y siento como Kievan me mira preocupado. El enfado ha pasado a la incredibilidad, y esta, a la preocupación que está en sus ojos cuando me agarro a él presa de una debilidad mucho mayor que cuando me pasó anteriormente.

—Tranquila. Lo he visto.

Y sé que está dando órdenes a sus hombres en su cabeza.

—¿Qué ha sido eso?

—Has tenido una visión, pequeña.

¿Entonces es eso? ¿Tengo visiones? Miro a Kievan y lo veo borroso durante un instante. Cuando mis ojos lo enfocan, me llama la atención que todo su enfado parece haberse esfumado.

—¿Una visión?

Yo ya había llegado a esa conclusión esa vez con Ethan, pero que me lo diga Kievan me pone en guardia.

—Algunas personas tienen visiones. Es algo que puede pasarle a ciertas personas... que son más receptivas a algunos estímulos. No te preocupes, aunque para los tuyos... sea algo malo, entre... los nuestros es algo... aceptado —me responde algo distraído porque sé que está hablando con alguien en su cabeza—. Trata de recuperarte.

La visión me ha dejado literalmente exhausta y asustada por que me pase algo así. ¿Por qué he tenido que ver a esos Eredeths? Dejo al rey lobo sentarme en una silla y darme la mano hasta que llega Walter, llamado por Kievan. Si sigue enfadado conmigo, no lo muestra. Quizá tengo más mal aspecto del que me imagino. Quizá él esté perdido en su mente y en lo que está pasando.

—Cuídala.

Me enternezco un poco al escuchar la autoritaria orden. No me da tiempo a preguntar ni tengo fuerzas para hacerlo. Kievan desaparece como alma llevada por el diablo y Walter se coloca a mi lado mirándome con comprensión.

—En unos minutos el ataque habrá acabado. Tranquila —sonríe Walter, quien ahora que lo veo bien, también está completamente cubierto de una sustancia verdosa. El parece leer mi cara o mi mente—. Esto es la sangre de esos seres. Es verde, como el moho que comen cuando no tienen carne cerca.

Prefiero no preguntar qué carne es la que comen.

—Voy a vomitar.

—Las visiones dejan las reservas de energía vacías al principio, pero te acostumbraras.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora