Capítulo 15

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Un escalofrío recorre mi columna vertebral al pensar en lo último. Es peligroso y estoy a su merced, me repito, y para colmo siento una oleada de calor en el vientre cada vez que sus ojos, rudos y violentos se fijan en mi. Me siento algo más relajada al no ser capaz de ver esa chispa de crueldad en él, pero la forma en la que me trata, primero descarada y luego cariñosa logra confundirme.

Pero, ¿y si fuese cierto que él no ha tenido nada que ver con el ataque del castillo? ¿Y si en realidad me ha... protegido? La palabra se me atraganta incluso en mi mente. ¿Él? ¿Kievan Hunter? ¿Protegiéndome? Es ridículo, ¡si fue detenido por planear un ataque contra mi castillo! ¡Oh, padre, ojalá estuvieses aquí! ¡Tú siempre tienes las palabras adecuadas para mi y siempre eres capaz de hacerme ver las cosas desde otra perspectiva! ¡Si tan sólo él, o madre, o mi hermano Kaspar estuviesen aquí conmigo!

Mi corazón se compunge por la pérdida cuando alguien llama a la puerta. Me pongo en guardia cuando esta se abre sin esperar mi permiso. Por un instante deseo volver a ver a Kievan, porque aunque me aterre, la parte más íntima de mi ser sabe que también me atrae, y que si va a ser mi captor, y por tanto mi enemigo, lo mejor es mantener a los enemigos bien cerca.

—Alteza.

Una sirviente pide permiso para pasar y veo tras ella como dos hombres transportan una bañera de madera fina. No les quito la vista de encima mientras la dejan en la mitad de la estancia. Poco a poco, varias criadas van llenando la bañera con agua caliente al tiempo que yo estoy muy quieta al lado de la cama, sin atreverme a moverme o a decir algo.

—¿Está a vuestro gusto la habitación o traemos más leña? —me pregunta uno de los hombres vestido con ropa en color gris.

En realidad, este sitio está helado para mi y no diría que no a un poco más de leña en la chimenea, sin embargo, no sé si estoy en posición de pedir nada así que niego con la cabeza.

—Está bien así, gracias.

La mirada que me lanza el hombre durante unos instantes me hace pensar que en el fondo sabe que tengo frío. Lo observo hacer una reverencia mientras se retira y los demás sirvientes lo imitan. Tan solo una de ellas, rubia y con ojos increíblemente azules se queda a mi lado y me lanza una tímida sonrisa.

—Mi nombre es Aria, mi señora. Permitidme ayudaros.

La observo y siento una punzada en el pecho al recordar a Mae. A estas alturas también ha de estar muerta. No la consideraba mi sirviente a pesar de llevar años trabajando como una. Era más bien mi dama de compañía y una amiga con la que podía hablar de vez en cuando. Trato de alejar esos pensamientos de la cabeza y observo a la joven menuda que tengo delante. Ha de tener más o menos mi edad y por el brillo en sus ojos creo que quizá pueda extraer algo de información.

—Gracias. —le digo, y ella se apresura a meter pétalos en la bañera al escuchar que puede quedarse.

No sé muy bien como atajar el tema, así que lo hago directamente y con rapidez.

—¿Te trata bien Kievan?

Ella parece sorprendida por mi pregunta y me observa con los ojos abiertos. El hombre que preguntó lo de la leña también me miró directamente a la cara. Es curioso, en mi castillo ningún sirviente me habría mirado a la cara sin que yo le diese permiso previamente. Ninguna salvo Mae.

—Sí mi señora. El rey Kievan es un buen hombre.

Rey. ¿Estoy en el reino de los locos? Sí, creo que sí. Asiento con la cabeza, pero una parte de mi cree que lo dice por complacerme. Kievan aquí es un supuesto rey y dos de las grandes casas reales de mi reino han traicionado a la mía. Nada tiene sentido y no soy capaz de parar a mi mente para que deje de pensar en todo lo que ha pasado. Es como si estuviese en una especie de espiral donde absolutamente todo gira en torno a lo que ha ocurrido.

—¿Dónde estamos?

Ella me observa y se remueve inquieta.

—No puedo responderos ahora, mi señora.

Trato de insistir un poco más.

—No se enterará. No diré nada. Tan sólo necesito algunas respuestas.

Ella me observa como si hablase con una niña de tres años. Estoy cansada de que me miren así.

—Por supuesto que se enterará, mi señora, su majestad el rey Kievan siempre se entera.

Me la quedo mirando con mucha seriedad y me siento en la cama mientras ella trata de preparar el baño. He visto a Mae hacerlo miles de veces.

—¿Sabes qué? Puedo hacer esto yo sola. Muchas gracias, puedes retirarte.

La sirvienta se lleva una mano al pecho, asustada.

—¿Os he ofendido mi señora?

Cierro los ojos. Estoy pagando mi enfado con ella cuando no tiene la culpa de nada.

—No. No te preocupes Aria. Me gustaría bañarme sola. Te llamaré en cuanto que salga.

Ella parece entenderme y con una sonrisa acaba de preparar el baño mientras yo la ayudo y sale por la puerta murmurando que estará al otro lado si la necesito.

Antes de meterme en el baño, me dirijo a la ventana y por primera vez, observo con detenimiento el paisaje que se abre camino ante él. Parece que estoy en el interior de un bosque. Todo cuanto veo es de color verde y azul. Hay un riachuelo justo en la parte Este y muchos árboles con flores carmesí a su derecha. Me relajo un poco. Esperaba encontrarme en un lugar lúgubre y tenebroso, pero a diferencia de eso, este lugar parece un paraíso si me centro tan sólo en el lugar donde se encuentra y no en que me retienen aquí como una prisionera.

Después de mirarlo por unos minutos, corro la cortina y me desvisto. Puede que encuentre la forma. Quizá aún pueda salir viva de esto.


Hola personitas preciosas!!!!! Esta vez empiezo con lo más importante: VOSOTRAS!!!!  Espero que todas estéis bien y que no estéis teniendo muchos problemas con el coronavirus. ¿Cómo lo estáis viviendo? La situación en España no es muy buena pero en mi zona aún no hay casos. 

Y ahora, vamos al capítulo, creo que es uno de los más cortitos que he subido hasta ahora, pero tiene su importancia por la introducción de un nuevo personaje. El siguiente capítulo creo que va a gustaros, ¿alguien adivina por qué? <3 Se lo dedico a la primera que lo adivine!!! Voy a mirar la hora <3 

Un abrazo enoooorme y gracias por leerme!

Ig: sarahmeywriter

Fb: sarah mey libros



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