Capítulo 19

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Y muy probablemente yo seguiría sin creerlo y pensando que esconde algo. Que no estoy aquí por casualidad, pero tras decirme eso algo cambia en el ambiente entre ambos. Se vuelve más íntimo y su presencia me parece aún más arrebatadora. Sin poder evitarlo, me sorprendo mirando sus labios. Mi mente divaga y un pensamiento intenso se desliza por ella haciendo que me olvide de absolutamente todo lo demás. De pronto no existe nada. Ni el dolor, ni el miedo, ni mi posición en la realeza, ni la pérdida o el desamparo. De pronto, tan solo soy yo, deseando que me bese como nunca antes en mi vida he deseado ninguna otra cosa. Quiero sus labios sobre mí de la misma forma que el rocío cae sobre las rosas o del mismo modo en el que las hojas crecen de los árboles. O quizá como un instinto animal hasta ahora dormido y que se despierta rápidamente para dominarlo todo. Lo deseo tanto que me da miedo.

Para mi sorpresa, él también parece estar sumido en un trance en el que no le quita la vista de encima a mis labios. El tiempo se detiene y compartimos una mirada extraña, con sentimientos reverberando en mi interior y quemándome la piel en el exterior. Incluso soy capaz de distinguir una breve sonrisa en sus labios, con la comisura izquierda un poco elevada hacia arriba. El aire parece no llegar a mis pulmones cuando me doy cuenta de que hay algo flotando entre ambos. Una especie de atracción que logra ponerme del revés y hacer que pierda la noción del tiempo. Deseo que me bese, pero esto no es adecuado ni tampoco lo es que esté tan cerca. ¡Maldición! ¡Yo no debería de sentir esto por nadie y mucho menos por un lunático que me ha dicho que soy suya! Es entonces cuando logro reaccionar y le pido todo lo contrario a lo que en realidad quiero.

—Sería apropiado que te alejases.

Y él parece tardar un segundo en procesar lo que acabo de pedirle. Lo veo en su rostro, y en como su expresión asombrosamente cálida y tierna se vuelve dura e incluso cruel. Espero que no me haga caso, simplemente para demostrarme que le da igual mi rechazo, pero de nuevo hace todo lo contrario a lo que espero. Se aleja y me da la espalda.

—Almuerza tranquila. Yo tengo cosas que hacer —luego se gira mientras prosigue su camino y se va, como si no hubiese pasado absolutamente nada entre nosotros, imperturbable y peligroso—. Iré a buscarte cuando caiga la noche, pero hasta entonces siéntete libre de vagar por palacio, pero no para salir de él. No intentes escapar o te las verás conmigo.

Quiero responder a su último comentario, pero en esta ocasión, la parte razonable de mi ser gana la partida y me callo, principalmente para ver si lo que dice de llevarme a mi castillo es cierto. Lo veo alejarse y salir del gran salón, dejándome perdida y vacía aún en el mismo sitio donde, durante no tengo ni idea de cuánto tiempo, he deseado que me de mi primer beso. Quiero abofetearme cuando me doy cuenta de esto último, pero no lo hago porque es imposible negar que la devastadora belleza de este hombre es la única causante de que haya perdido el juicio. Es un diablo con el aspecto de un Merhoa peligroso. Uno de esos hermosos soldados mitológicos que el Dios Alerum creó para controlar que los humanos siguiesen sirviendo a su padre, el Dios Malbak y que asesinaba a sangre fría a quienes no creían en él hace siglos. Trago saliva, y notando como por primera vez mi estómago se queja, me dirijo a la mesa y me obligo a comer.

Repaso mentalmente todo lo que ha ocurrido. Me ha dado permiso para vagar por el castillo, pero no para escapar. No necesito permiso para eso. Voy a escapar en cuanto que tenga opción. Una sonrisa se dibuja en mis labios, triste y excéptica por la situación que estoy viviendo, pero al fin y al cabo, una sonrisa. Voy a ir con él a mi castillo tan sólo para comprobar como en realidad me está engañando y luego, cuando volvamos...

Voy a intentar escapar por todos los medios, aunque eso implique vérmelas con él. Mi sonrisa se hace más grande al darme cuenta de que me he vuelto loca. No puede haber otra explicación a que, de pronto, no me dé el más mínimo miedo vérmelas con él.

HENNA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora