Su frase, la forma tan posesiva en la que lo dice, sus ojos y la intensidad de su mirada, su pecho desnudo y musculoso de hombre, el olor masculino y embriagador que acabo de darme cuenta que posee, esa sonrisa sardónica en sus labios, su altura que me intimida, el calor que desprende su cuerpo, su respiración que ahora cae en mi cuello, la posesión con la que me mantiene presa... Todo, todo eso es más que suficiente para que comience a ver borroso y de pronto pierda el conocimiento. Sin embargo, soy capaz de dirigirle una única palabra antes de sucumbir al miedo y a la oscuridad que me abrazan, y con satisfacción, estoy convencida de que me ha escuchado.
—Imbécil.
...........................................
Unos brazos me agarran con tanta fuerza que creo que va a romperme. Mis ojos se abren con rapidez y mi peor pesadilla se hace realidad. Estoy tendida en el suelo, Kievan está sobre mi y sujeta mis dos piernas con sus fuertes manos. Nada más verlo comienzo a patalear, pero en lugar de deshacerme de sus manos tan sólo logro que me apriete las piernas con más fuerza y que mi camisa se deslice aún más por mi piel, dejando a la vista mis enaguas y haciendo que me muriese de la vergüenza si el miedo no fuese aún mayor.
—¡¿Qué demonios haces?! —las lágrimas me traicionan y para mi sorpresa, Kievan suelta mis piernas con rapidez.
Alza ambas manos en señal de paz.
—Tranquila. No es lo que estás pensando. No te estaba ultrajando, sólo te ayudaba. Te habías desmayado.
Me alejo de él todo lo que puedo aún en el suelo y tapo mis rodillas con la tela de mi vestimenta. Sigo sintiéndome desnuda cuando me alejo aún más por el suelo, sin ni tan siquiera tener la fuerza suficiente para levantarme ni mucho menos para alejar mis ojos de él. Sé que cuando alguien se desmaya es bueno ponerle las piernas en alto, pero, ¿por qué ha tratado de ayudarme?
Por su parte, Kievan me mira con asco, pero en esta ocasión parece que esa sensación se la ha provocado él a si mismo y no yo. De nuevo, su expresión dura muy poco en su rostro.
—¡Déjame! —grito y en esta ocasión rompo a llorar, realmente aterrada.
No entiendo nada de lo que está pasando. ¿Y donde está mi padre? ¿Está muerto? Todo cuanto me rodea es caos. El humo ha empezado a llenar por completo la habitación. Él niega con la cabeza, y por primera vez no veo maldad en su rostro sino comprensión.
—Tranquila pequeña. Si te portas bien no voy a hacerte daño.
—¡Aléjate de mi!
Logro ponerme en pie y trato de salir corriendo por las puertas aún abiertas de mi habitación, pero él se coloca a mi lado con una facilidad impresionante y corta mi paso agarrándome entre sus fuertes brazos. Yo sigo maldiciendo, llorando y pataleando cuando otro de los secuaces de Kievan, el de la piel negra y brillante, irrumpe en la habitación y me congela por dentro.
—¡No voy a ser tuya ni de ninguno de tus hombres jamás! ¡¿Me oyes?!
La risotada que suelta Kievan contrarresta mucho con la mirada de incomprensión que le lanza su secuaz. Sin embargo, Kievan acerca su boca a mi oído en lugar de responder a la pregunta que el otro hombre le ha lanzado con la mirada.
—No te preocupes. Para tu suerte, no me gusta compartir.
Hay tanta burla en su voz que deseo volver a desmayarme.
—Kievan. —dice el otro hombre—. Tenemos que irnos. Vienen ya.
¡Irnos! ¡No, no, no! ¡Me van a secuestrar! ¡Nooooooo!

ESTÁS LEYENDO
HENNA©
FantasyCOMPLETA #1 en ciencia ficción #1 en alfa #1 en young #1 en acción #1 en licantropos #1 en peligro #3 en ciencia ficción #1 en amor prohibido #3 en amor prohibido #3 en acción #5 en fantasia NOVELA ROMÁNTICA DE HOMBRES LOBO. -Eres mía -explica...