Capítulo 19: Defendiendo mi nombre.

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  Defendiendo mi nombre.

Bella. 

Íbamos de camino al aeropuerto, Edward tenía un viaje de negocios en Londres y yo debía de estar presente.

El viaje fue demasiado largo, era un poco desesperante pero debía de acostumbrarme a viajar así.

El chofer de Edward ya nos estaba esperando cuando bajamos del jet y nuestras maletas ya estaban listas en el auto.

Las manos de Edward comenzaron a acariciar mis piernas, para después besar mi cuello.

—Contrólate— lo hice a un lado, parecía que no le importaba quien estuviera, siempre debía de tener sus manos en mí, en todo el vuelo trató de follarme y ahora quería volver a hacerlo.

Soltó una carcajada y se hizo a un lado, miré por la ventana, el Big Ben era hermoso, la gente caminaba feliz por las calles de Londres, todo era tan precioso aquí también, desde niña había soñado venir alguna vez aquí... y ahora lo estaba cumpliendo.

Después de estar algunas horas, llegamos a una mansión, decorada con pinos, un gran jardín y un portón eléctrico.

El portón se abrió cuando el auto se paró frente a éste, miraba asombrada a todos lados, era simplemente hermosa esta mansión. No entendía que hacíamos aquí.

— ¿Que hacemos aquí?— pregunté cuando nos bajamos del auto, caminamos hasta el porche y entramos, todo estaba en su lugar, hasta podía decir que el piso brillaba de lo limpio que estaba. El recibidor era más grande que mi departamento.

—Es mi casa— respondió quitándose las gafas oscuras, miré cada detalle, todo lo que estaba ahí era demasiado costoso, me giré viéndolo sorprendida.

—Esto... esto es hermoso— musité hipnotizada, él sonrió un poco tomándome de la cintura.

—Lamentó interrumpirlos— una voz familiar hizo que volteara a ver de quien se trataba, Alfred estaba con las manos detrás de su espalda.

—Alfred, ¿qué haces aquí?— cuestioné con una sonrisa, él se encogió de hombros sonriendo también, como me agradaba ese hombre.

—Trabajo señorita Swan— respondió haciéndome sentir tonta, torcí mi boca— Sólo quería decirles que la comida está servida— hizo un ademán y se retiro del recibidor, volví mi mirada a Edward, sus verdes ojos me miraban fijamente, tomé su marcada y definida mandíbula, besando sus labios rápidamente y yéndome del recibidor.

En el comedor estaba servida la comida, ternera a la brasa. Se veía tan apetitoso, me senté esperando a que Edward también lo hiciera.

Mientras comíamos charlábamos de temas banales, algo que me gustaba de él, era que, no tocaba el tema de la empresa, y eso para mí era algo bueno, con Carlisle era algo distinto, pues cuando se trataba de comidas, del único tema que se trataba era del trabajo y la empresa.

La casa estaba en completo silencio, salvo por el sonido de los pinos, era tan relajante, no entendía que es lo que hacía Edward en Nueva York, teniendo una casa en Londres.

Salí al patio trasero, tenía una pequeña fuente y muchos arbusto con flores aún crecientes, era todo tan hermoso, el vuelo de mi vestido se levantó gracias al viento que hacía.

El cielo comenzó a tornarse gris, parecía que pronto empezaría a llover, el viento se hizo más fuerte, entré en la casa de nuevo.

Edward trabajaba en su despacho mientras yo daba vueltas por toda la casa en busca de algo que llamara mi atención, o simplemente por curiosidad.

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