Capítulo 44: De mal en peor.

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De mal en peor.

Bella.

Los rayos del sol chocaron contra mi rostro, me cambié de posición quejándome un poco, una risa hizo que abriera mis ojos, ahí estaba Edward, mirándome desde la orilla de la cama, llevaba puesta una camisa blanca de botones y un pantalón negro, una sonrisa decoraba su rostro.

—Buenos días— musitó manteniendo la sonrisa, me estiré en la cama viéndolo nuevamente.

—Buenos días, ¿qué hora es?— pregunté al ver que el sol estaba en su punto máximo, levantó un poco su muñeca viendo su reloj.

—Las diez con veinte— volvió a mirarme, acomodé un poco mi cabello que estaba todo revuelto, me incorporé en la cama cubriendo mi pecho.

— ¿En donde está Anthony?— tallé mis ojos.

—Está abajo almorzando con Sue y Alfred— dijo, sonreí volviéndome a estirar, me sentía algo cansada aún.

—Ayer fue la noche más hermosa que pude tener— me acerqué a él, acariciando su marcada mandíbula, sonrió apartando algunos mechones de cabello de mi rostro.

—No hay noche que no sea perfecta junto a ti, Bella— musitó, sentí como mis mejillas se enrojecían, bajé mi mirada negando.

—Pero ayer fue especial— enfoqué de nuevo mi mirada en sus ojos verdes, asintió pasando sus dedos por mi cabello.

—Sí que lo fue— me besó con fuerza, recostándome en la cama; solté una carcajada separándome de él.

—No me refería a eso, Edward— rodeé su cuello con mis brazos, acarició mi mejilla con la yema de sus dedos.

—Lo sé, nena, para mí también fue especial, me sentí yo mismo... algo que no sentía desde hace mucho tiempo— admitió, le di un casto beso en los labios, volviéndome a incorporar en la cama.

—Gracias— susurré, me volvió a besar, sonreí un poco.

— ¿Gracias por qué? ¿Por la ceremonia o por lo qué pasó entre nosotros dos anoche?— mordió el lóbulo de mi oreja, solté una risita.

—Por las dos cosas, eres fantástico— pasé mis dedos por su cabello, sonrió besando la punta de mi nariz.

—Bien, ahora levántate y vístete, tienes que comer algo— besó mi cuello antes de levantarse de la cama, hice una mueca, la verdad es que no me quería levantar.

—Me duele todo el cuerpo— froté mi cuello con ambas manos, frunció su ceño.

— ¿Te lastimé ayer?— se acercó tocando un poco mi cuello, me dolió así que aparté su mano.

—No creo, lo hubiera sentido— admití, volvió a mirar mi cuello.

—Tienes un moretón, Bella— confesó, me levanté de la cama aferrándome a la sabana y viéndome en el espejo, efectivamente, un pequeño moretón decoraba mi cuello.

—No me había dado cuenta, quizás me lo hice mientras dormía o fuiste tú— me encogí de hombros sentándome en la cama, torció su boca, estaba preocupado— Edward, estoy bien... es sólo un moretón, tranquilo— rodé los ojos, suspiró.

—De acuerdo, te espero abajo— salió de la habitación, me volví a levantar de la cama, el moretón apenas estaba en un color morado muy clarito.

Me adentré al baño, quería darme una ducha para espabilarme un poco. El agua estaba tibia y eso hizo que mi cuerpo se relajara un poco.

Después de ducharme, me vestí y salí de la habitación para comer algo, en la sala estaba Anthony con Edward, me acerqué a ellos.

— ¡Mami, mami!— se levantó corriendo hacia mis brazos, sonreí besando su mejilla.

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