Capítulo 33: Alejándome.

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Alejándome

Edward.

Pasaron los días, salía de la empresa lo más rápido que podía ya que quería pasar tiempo con mi hijo. Bella aún no me dejaba quedarme con ella, seguía molesta conmigo, cosa que pronto trataría de solucionar.

Llegué al departamento, cuando entré Bella estaba en la cocina tomando un poco de agua, al verme se dio la vuelta.

— ¿En donde está?— pregunté caminando hacia la sala, me siguió.

—Está dormido— musitó dándole otro sorbo al agua, entré a la habitación con sigilo, justo al lado de la cama, estaba la pequeña cuna de Anthony.

Me asomé, apreciando el tranquilo rostro de mi hijo, acaricié su mejilla con la yema de mi dedo índice, su piel tan suave causó que sonriera, hizo un sonido demasiado curioso.

—Ha dormido toda la tarde— susurró Bella desde el marco de la puerta, me giré a verla.

Sonreí volviendo a fijarme en Anthony, comenzó a mover sus pequeñas manos con insistencia al igual que sus pies, un quejido salió de su parte.

—Shh shh— lo tomé entre mis brazos, me ponía un poco paranoico cargarlo por lo pequeño que era, lo acuné mejor en mis brazos, meciéndolo con lentitud.

Los pequeños quejidos se hicieron aún más notorios, se movía con insistencia y eso me ponía nervioso.

—Hola, pequeño— comencé a hablarle, sus grandes ojos se abrieron con dificultad viéndome fijamente.

—Parece que te escuchó llegar— musitó Bella sentándose en la cama, asentí sin apartar la mirada de Anthony.

Estaba encantado con mi hijo, sentía un orgullo impresionante, tristemente no podía salir a la calle y mostrarle a todo el mundo.

.

—Bella, creo que debería de quedarme— intenté convencerla por quinta vez, trataba de que cambiara de parecer, pero era cabeza dura, se negaba rotundamente.

—Edward... no quieres hacer esto otra vez— hizo a un lado la laptop, suspiré sentándome frente a ella.

—Ya han pasado nueve meses, quiero estar con mi hijo— admití, ella rodó los ojos mientras se cruzaba de brazos y negaba.

—Y no te estoy prohibiendo que lo veas, lo único que te pido es que respetes mi decisión— volvió a colocar la laptop en sus piernas.

—Anthony también me necesita.

—Anthony es muy pequeño aún, no quieras tratar de justificarte con él— me miró fijamente, bufé levantándome del sofá, era imposible.

— ¿Cuanto tiempo más necesitas para perdonarme o tan siquiera escucharme?— fruncí mi ceño en espera de su respuesta, simplemente se encogió de hombros, restándome importancia.

—No lo sé, ahora mismo no tengo cabeza ni tiempo para eso— continuó escribiendo, le arrebaté la laptop de las manos dejándola en la mesa, ahora si me escucharía.

Me fulminó con la mirada, cruzándose de brazos otra vez.

—Ahora sí debes de escucharme— le pedí, no dijo nada, parecía que esperaba a que hablara, volví a sentarme frente a ella— quiero estar aquí, de hecho... no aquí, sino en otro lugar, volver al penthouse— le ofrecí, ella soltó una pequeña carcajada.

—Vendí el penthouse, Edward— mordió su labio inferior.

—Y yo lo compré— había visto la oferta por internet y no desperdiciaría esa oportunidad que tenía de volver a comprarlo.

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