Capítulo 55: Decisión.

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Decisión

Bella.

Edward parecía distante, perdido en sus pensamientos, lo miré por algunos segundos mientras veíamos una película con Anthony.

Él estaba recargado en el respaldo del sofá, con los ojos enfocados en un punto en específico, suspiré apartando mi mirada de su rostro. Suponía que estaba tratando de llegar a una solución con el tema reciente, no lo molesté y continué viendo la película con Anthony, quien parecía realmente entretenido.

Después de una hora, la película terminó, los ojos verdes de mi hijo se enfocaron en mí.

— ¿Qué ocurre, cariño?— pregunté al ver que no decía nada.

—Tengo hambre— confesó, sonreí acariciando su cabello, la verdad es que a mí también me había dado hambre.

—Bien, ¿qué quieres comer?— le cuestioné nuevamente, él se quedó pensando por algunos segundos, volví a sonreír.

— ¡Pasta!— dijo con emoción, Anthony amaba la pasta, asentí levantándome del sofá.

—Bien, ¿quieres ayudarme a prepararla?— le pregunté, él sin pensarlo dos veces se levantó del sofá de un brinco, caminamos hacia la cocina sacando los ingredientes y los utensilios.

Edward seguía en la sala enfocado en sus pensamientos, quería darle un poco de espacio para que pensara mejor las cosas. Comenzamos a cocinar la pasta, Anthony parecía muy concentrado en su trabajo, sonreí. Después de unos minutos, la terminamos, me ayudó a servirla en platos.

—Gracias, mi amor— besé su mejilla, él sonrió sentándose en la mesa, caminé hacia la sala viendo a Edward.

— ¿Quieres comer?— le pregunté acercándome a él, giró su rostro viéndome, me senté en el reposabrazos del sofá acariciando su espalda.

—No tengo apetito— musitó sosteniendo mi mano libre, asentí torciendo un poco mi boca. Su estado de ánimo no era el mejor hoy, y entendía perfectamente, yo también estaba preocupada por la decisión que él fuera a tomar pero no quería explotar y provocar que Edward se pusiera peor.

—Está bien, si más tarde te da hambre dejaré un poco en el refrigerador— sonreí levantándome del sofá, me senté en la mesa junto a Anthony quien parecía disfrutar cada bocado.

Luego de algunas horas subí a la habitación, necesitaba recostarme un poco ya que mi espalda me estaba matando.

—Estoy aburrido— se quejó mi hijo a mi lado, lo miré con el ceño levemente fruncido, lo comprendía totalmente pues pasábamos la mayoría del tiempo encerrados en el penthouse y no había muchas cosas divertidas para un niño de cuatro años, salvo sus juguetes los cuales ya casi no les prestaba atención pues era su distracción diaria.

— ¿Qué te gustaría hacer?— pregunté sin dejar de mirarlo, se encogió de hombros abrazándose a mi brazo.

—No lo se mami, mis amigos dicen que los sábados salen con sus papás al parque y que se divierten mucho, pero nosotros no podemos salir, ¿cierto?— sus ojitos verdes me miraron con un toque de tristeza y me partió el corazón, sentí como se apretaba en mi pecho.

—Oh bebé, lamento tanto que tenga que ser así, pero no podemos salir tanto...

—Yo lo sé, pero aveces me gustaría poder salir más, como todos mis amigos es muy aburrido estar todo el tiempo en casa, me aburro mucho— hizo un pequeño puchero, aunque mi hijo fuera un poco más maduro para su edad, él seguía siendo un niño, la infancia la mayoría de las veces era lo más lindo que las personas recordábamos y mi hijo no la estaba disfrutando como merecía.

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