Capítulo 64: Lo que más amo.

359 18 10
                                    

Lo que más amo

Edward

Después de tres semanas maravillosas, hoy era el día en que teníamos que regresar a Nueva York, el vuelo salía a las cuatro de la tarde, así que me disponía a hacer las maletas. Ayer pasamos casi todo el día en la playa, pues sabíamos que no volveríamos en un largo tiempo y queríamos disfrutar del mar.

—Ouch, maldita sea— se quejó nuevamente Bella, ella había sufrido las consecuencias del fuerte sol, su rostro estaba rojo al igual que su espalda, así que el suave roce de la tela de su ropa le molestaba demasiado.

—Déjame ponerte crema hidratante, así el dolor será menos— le pedí, ella asintió sin levantar su rostro de la almohada. Busqué entre su bolso donde tenía cosas para uso personal, saqué la crema y me dirigí de nuevo hacia la cama, esparcí un poco del contenido en la palma de mi mano y las froté— esto dolerá un poco— le advertí levantando lentamente su blusa, asintió con la cabeza nada más, pasé mis manos con delicadeza por su espalda roja, dió un brinco ante mi tacto contra su sensible y lastimada piel, vertí la crema por toda su piel asegurándome de haberle puesto suficiente contenido.

Luego le pedí que se sentara para así terminar de aplicarle la crema, con sutileza pasé la yema de mis dedos por su rostro, de igual manera, esparciendo el contenido, su ceño se fruncía a causa del ardor que mi tacto le producía.

—Ya está— expliqué dejando un rápido beso en sus labios, causando que diera un respingo y se quejara, mi nariz accidentalmente había rozado la suya.

— ¡Ouch!— chilló recostándose sobre su espalda— ¡mierda!— volvió a chillar incorporándose con rapidez en la cama, contuve mi risa pues aquella escena me pareció tan graciosa, Bella era tan despistada aveces.

Traté de enfocarme de nuevo en el equipaje y así olvidar la recién escena, de fondo se podía escuchar a mi esposa refunfuñando y maldiciendo una y otra vez.

.

Abordamos mi avión, sería un viaje largo así que me dispuse a trabajar un poco, no quería llegar con el montón de trabajo, ya había pasado tres semanas libres y ahora era momento de volver con la rutina diaria.

Bella a mi lado ya estaba completamente dormida, al parecer la crema había aliviado el ardor incómodo con el que había estado lidiando toda la noche, dejándole pocas horas de descanso, debíamos de intentar probar otra marca de protector solar, ahora me quedaba claro que el exagerado precio de éste simplemente no valía la pena. Negando con la cabeza, pasé mi mano por el suave cabello de mi esposa antes de volver la vista a la pantalla de mi laptop.

Me sorprendió la cantidad de trabajo que comenzaba a acumularse, Alice era quien se hacía cargo de la empresa en este tipo de situaciones pero sabía que mi hermana no podía sola con la carga, seguí presionando las teclas sin parar, tenía por seguro que la jornada laborar que me esperaba iba a ser exhaustiva.

Después de las diez horas que habían sido de vuelo, llegamos a Nueva York, el chofer ya nos estaba esperando en el aeropuerto y los cargadores de equipaje ya se hacían cargo de nuestras maletas que eran subidas a la cajuela del auto.

A pesar de lo bien que la habíamos pasado en Río, se sentía bien el llegar a casa, estaba deseoso de ver a mis hijos pues los habíamos echado tanto de menos. Subimos al auto y éste arrancó cuando nuestras maletas ya estaban equipadas.

—Sabes, creo que me faltaron unas cuantas horas de sueño— confesó Bella bostezando a mi lado, giré mi rostro para observar el suyo, ella aún seguía adormilada.

—Pero cariño, dormiste todo el vuelo— dije con una sonrisa al ver sus ojos algo hinchados, se veía tan tierna cuando acababa de despertar.

Otro bostezo se hizo presente antes de que recargara su cabeza en mi hombro, la abracé con cuidado besando sus cabellos.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora