Capítulo 20: El día perfecto.

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El día perfecto.

Edward.

— ¿Cómo se atreve a hablarnos así?— chilló Rosalie, restregué una mano en mi rostro.

—Tú la provocaste, no quieras hacerte la inocente ahora— respondí algo cansado de esto, sus actitudes no cambiaban en lo absoluto, menos la de Rosalie, su carácter era demasiado difícil.

Los demás se quedaron callados, y se los agradecía pues no quería escuchar nada más.

—Creo que lo mejor sería irnos— mi padre musitó, asentí rápidamente. Tenerlos aquí un minuto más sería un caos.

—Estoy de acuerdo, es lo mejor— los miré, el rostro de mi madre demostraba indignación.

—Vámonos— papá la tomó del brazo, caminando hacia el recibidor, Alice me dio un vistazo antes de irse también, cuando la casa se quedó en completo silencio, pude respirar con tranquilidad.

Tenía la maldita esperanza de que algún día ellos aceptaran a Bella, creí que saliendo a hablar ellos cambiarían de parecer y me dejarían de estar jodiendo la vida, pero al parecer no era así, subí las escaleras en busca de Bella, quien había subido demasiado molesta y era entendible.

Entré en la habitación, todo estaba en su lugar salvo por su maleta, que estaba abierta y algo de ropa estaba regada por el pequeño sofá. Me senté en la orilla de la cama, esperando a que saliera del baño.

La puerta se abrió, ella salió cambiada y con el vestido en sus manos, el cual dejó a un lado, no dijo nada, simplemente comenzó a guardar sus cosas en la maleta, la seguí con la mirada.

Cerró con enojó las maletas, estaba realmente molesta, entró de nuevo al baño, azotando la puerta. No sabía si dejarla tranquila o tratar de hablar con ella, su carácter era un poco complicado de adivinar.

Salió del baño con su bolso en mano, fruncí mi ceño, me levanté de la cama rápidamente, tenía en claro que es lo que iba a hacer.

— ¿Qué haces?— la tomé del brazo, haciendo que ella se volteara a verme, sus ojos mostraban enojo.

—No quiero estar aquí, volveré a Nueva York— se soltó, tomando sus maletas, la volví a sostener del brazo, estaba loca, no iba a dejar que se fuera.

—No voy a dejar que te vayas— le quité las maletas de las manos, ella trató de tomarlas de nuevo, pero fui más rápido y las dejé en el piso.

—Ya te dije que no me quiero quedar aquí, y no me harás cambiar de opinión— me hizo a un lado, rodé los ojos.

—Y yo ya te dije que no te dejare ir, nos iremos juntos pero no hoy— la detuve de nuevo, sus ojos me miraron fijamente.

— ¿Cuantos días o semanas voy a tener que soportar a tu familia? Odio que se expresen así de mí, y te advierto que ya no me quedaré callada... estoy cansada de ellos— espetó molesta, restregué una mano en mi rostro, no entendía porque todo esto era tan complicado.

—Tienes que calmarte, y no sé cuanto tiempo estaremos aquí, pero no te irás sola— mencioné, ella levantó ambas cejas poniendo sus manos en la cadera.

— ¡¿Que me calme?! ¿Cómo puedes pedirme que me calme después de lo qué pasó abajo? Me trataron como si fuera un maldito insecto, Edward. Estoy cansada de sus tratos, y las dos veces que soporté eso fue por ti, sabiendo que ellos me odian me obligaste a estar ahí contigo— su expresión cambió, se veía dolida y la culpabilidad me inundó, haciéndome sentir una mierda.

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