Capítulo 67: ¿Un sueño lúcido?

287 15 5
                                    

¿Un sueño lúcido?

Unos meses después...

La casa estaba en un completo silencio, y eso se debía a que Anthony se encontraba en su habitación jugando y Marie dormía plácidamente sobre mi pecho mientras yo leía un poco.

Anthony ya se había graduado del preescolar, así que estaba de vacaciones, en dos meses más comenzaría su nueva etapa en el colegio y aquello me hacía sentir tan nostálgica, mi hijo estaba creciendo tan rápido.

Suspiré cerrando el libro que reposaba entre mis manos, dejándolo a un lado y acariciando la pequeña espalda de mi hija, ¿por qué el tiempo pasaba tan rápido? Era algo que nunca entendería.

Con dificultad, me levanté del sofá, acomodando con cuidado a Marie, ella suspiró tallando sus ojos pero no le fue posible abrirlos, así que dejó caer su cabeza contra mi hombro y siguió sumergida en su mundo de sueño. Subí las escaleras, escuchando la voz de mi hijo quien entretenido jugaba, me acerqué a su puerta que se encontraba entreabierta, él estaba sentado en el piso, rodeado de sus cochecitos.

Sonreí recargándome en el marco de la puerta, enternecida al verlo jugar, sin embargo Anthony no se percató de mi presencia pues estaba sumamente ocupado.

— ¿Qué haces, cielo?— pregunté en un susurro para no despertar a mi hija y no asustarlo a él, sus verdes ojos se enfocaron en mí y una sonrisa apareció después.

—Estoy jugando a las carreras— me explicó mostrándome todos sus coches de diferentes colores, hice una expresión de sorpresa causando que soltara una risita.

—Suena muy divertido— respondí, asintió enfocando nuevamente su atención en los juguetes frente a él—. Estaré en la habitación de Marie por si me necesitas, ¿okay?— le informé, él asintió con una sonrisita, me di la media vuelta y lo dejé jugar tranquilo.

La habitación de Marie era simplemente iluminada por los rayos del sol que entraban por las cortinas, con pasos lentos y sigilosos me acerqué a su cuna, separándola de mí con cuidado.

Comenzó a moverse con insistencia al sentir el alejamiento conmigo, entrecerré los ojos esperando a por el llanto pero no fue así, continuó moviéndose.

—Shh, shh— la mecí con suavidad, en un intento de que volviera a conciliar el sueño y pudiera seguir durmiendo. La deposité con cuidado sobre la cuna, pero el llanto llegó en cuestión de segundos.

— ¡Mami, mami!— decía entre llantos, suspiré acercándome a la cuna, ella tallaba sus ojos y trataba de incorporarse.

—Aquí estoy, princesa— hablé con tono dulce, rápidamente apartó las manitas de sus ojos y se levantó, sosteniéndose de las barras de la cuna para luego extenderme sus brazos.

La tomé nuevamente, ella al estar entre mis brazos se abrazó a mí con fuerza, rodeando mi cuello con sus pequeños bracitos, la apretujé contra mí, meciéndola con delicadeza.

Su aroma a bebé llegó a mis fosas nasales, provocándome un sentimiento de ternura. Recargué mi mejilla contra el tope de su cabeza, ella hipaba un poco pero ahora estaba más tranquila. Alzó un poco su cabecita, y sus ojos miel me observaron aún llenos de lágrimas.

Le sonreí, acariciando su castaño cabello y luego pasé mi dedo índice por su sonrosada mejilla, apartando el rastro de lágrimas que aún hacían su recorrido.

—Mami, yo aquí— colocó su diminuta mano sobre mi corazón, el cual latió rápidamente lleno de amor al escuchar las dulces palabras de mi hija. A Marie le encantaba quedarse dormida sobre mi pecho, pero para ser más específica, sobre mi corazón, parecía como si los latidos de este la arrullaran hasta dormirse.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora