Capítulo 26: ¿Mi culpa?

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¿Mi culpa?

Bella.

Llegué a la casa, Alfred rápidamente me abrió la puerta miré a todos lados cuando entré, no estaba por aquí.

— ¿Ocurre algo?— preguntó al verme desesperada y aún continuaba temblando, negué.

— ¿En donde está Edward?— fue lo único que dije, Alfred cerró la puerta analizándome pero no dijo nada y se lo agradecí, pues no quería dar explicaciones.

—Está en su habitación— al decir esto, subí lo más rápido que pude las escaleras, tropecé un par de veces pero eso no me detuvo, abrí la puerta de la habitación, mi respiración estaba acelerada y mi cabello alborotado.

Volteó a verme como sí estuviera loca.

— ¿Te encuentras bien?— se acercó a mí pero lo aparté, odiaba que actuara de esa forma, ¿qué acaso no se sentía culpable? ¿Cómo diablos me podía ver a los ojos tan siquiera?.

— ¡No! No estoy bien, ¿qué mierda te pasa, Edward?— dije algo alterada, su ceño se frunció.

— ¿De que estás hablando?— preguntó acercándose de nuevo a mí, negué cerrando mis ojos, trataba de tranquilizarme pero tenía los nervios a flor de piel.

— ¡Me has estado engañando todo este tiempo! ¿Cómo pudiste hacer algo como eso?— alcé la voz, tiré los documentos a la cama, su ceño se mantuvo fruncido.

—Claro que no, Bella... ¿de que hablas?— me tomó de las manos, las cuales temblaban demasiado, traté de soltarme de su agarre pero me fue casi imposible, no tenía fuerzas, ni siquiera podía mantenerme equilibrada sobre mis pies.

—Tanya... Tanya me mostró un video, una de tus secretarías entró a tu oficina después de que yo salí de ella, ¿cómo vas a explicarme eso?— zafé mis manos de las suyas, mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas, aquella escena se repetía una y otra vez en mi cabeza.

—Es lógico que los empleados alguna vez entren en mi oficina— dijo simplemente, era un cínico, lo fulminé con la mirada.

— ¡Se estaba acomodando la puta ropa, Edward! ¡No fue por trabajo, te estabas acostando con una de las secretarías mientras estabas conmigo!— grité, me quería ver la cara de tonta pero yo no me dejaría.

— ¿Cómo puedes estar segura de ello?— su voz se mantenía tranquila, cosa la cual me alteraba a aún más, ¿cómo podía mantenerse así?.

— ¡Vi el maldito video, Tanya me lo mostró, ella siempre me dijo la verdad y no quise creerle, te creí a ti mientras tú follabas con alguien más!— comencé a llorar de la rabia que sentía, me había utilizado.

— ¿En serio le creerás a ella?— arqueó una de sus cejas, todavía se atrevía a decir eso.

— ¡Edward, vi las malditas pruebas!— apreté mis dientes, se volvió a acercar a mí— ¡No te atrevas a tocarme! No me harás cambiar de opinión, dime la maldita verdad, ¿te acostaste con una de tus secretarías?— cuestioné con dolor, él suspiró.

—Sí, joder, sí lo hice— admitió, sabía que eso era verdad, pero una parte de mí quería que él dijera que todo había sido un malentendido...

— ¿Qué no fui suficiente para ti? ¿Era otra de tus mujeres de turno?— las lágrimas comenzaron a rodar por mis ojos.

— ¡No, no eras una de ellas!— trató de sostenerme, pero me alejé. No quería que me tocara.

— ¡Es lo que parece! Hacías lo mismo con Tanya, después me conociste a mí, no puedo creer que seas capaz de hacer eso, ¿ella ya ha estado aquí también? ¿Era tu ex asistente?— fruncí mi ceño.

Yours Donde viven las historias. Descúbrelo ahora