EDEN.
La arena se sentía fresquita. Me preocupé por mi nuevo vestido, pero era una absoluta tontería, solo quería estar cómoda sobre la arena y ya lo menos que me importaba era el vestido que me había puesto.
Cuando llegué, dejé los zapatos de tacón junto a mí y había rodeado mis piernas encogidas con los brazos. Lo bueno de no llevar maquillaje fue que a pesar de que llorase mucho, el rímel no iba a hacer que me pareciese a un panda de los bosques de bambú.
Junto a los zapatos deposité mi bolso. Con la mano me limpié las lágrimas que me quedaban, sorbí por la nariz en un gesto que ya se había convertido en, casi, inevitable cada vez que lloraba y me perdí en el sonido de las olas y el brillo de la luna, que parecían perlas, sobre el agua calmada.
Aunque la playa estuviese desierta. Estallaron gritos, aplausos y la juerga se escuchaba a mis espaldas, determiné que ya habían dado las doce de la noche y que ya era cuatro de julio. Por ello debido el bullicio que se había producido de un momento a otro. Y aunque era casi imposible ignorarlo, el sonido se escuchaba de fondo y no era a penas molesto.
—Feliz cuatro de julio.
Giré mi cabeza sobresaltada y encontré a Justin tomando sitio junto a mí. Apoyó una mano en la arena para poder acomodarse debidamente.
No quería hablar con él, pero tampoco quería rechazar su compañía.
—Igualmente. —dije.
A ambos nos persuadió un silencio permanente, pero no incómodo, hasta que él se decidió a romper el hielo.
—Voy a dejar las drogas.
Giré mi cabeza en un movimiento brusco y abrí los ojos como platos.
—¡Sí! —exclamé emocionada. Eso demostraba mucho de él y me alegré muchísimo de que pudiera dar un paso más dejando en el anterior las sustancias tóxicas.
No pude ocultar mi molestia cuando me lo dijo, significaba mucho para él y también para mí. Ya no tendría que lidiar con esos tan desagradables problemas.
Él sonrió y yo también lo hice.
—He hablado con Sophie... Todo ha quedado zanjado. Tenía miedo de dejarla, no quería que se desatara el ovillo y dijese lo que no quería que se supiera. Me ha dejado convencido de que mantendría mi secreto. Pero yo quiero que tú lo sepas por mí, pase lo que pase, no quiero que te enteres por terceros a ser que lo cuente. Porque mientras que lo sepas tú, no importa lo que los demás piensen sobre mí. Solo me importa tu opinión.
Desvié la mirada hasta él, de nuevo.
Me iba a contar lo que Sophie sabía, lo que tanto ansiaba por saber y además él había dado el paso sin que yo hubiera tenido que pedírselo de nuevo.
Me alegré de que confiara en mí. Le sonreí dejando que comenzara.
—Tienes que prometerme que después de lo que te cuente. Tus expectativas sobre mí no serán malas. Por favor. Es algo de lo que me avergüenzo, pero que ya no tiene remedio. Recuerda que yo no soy como ellos, no me metas en el mismo saco, por favor.
Me asusté un poco, he de admitirlo.Y entonces comenzó:
—Mi madre era una asesina.
No me esperaba eso, consiguió dejarme de piedra con tan solo decirme la primera frase.
Me fijé en su expresión. Se le estaba haciendo duro contármelo. No quería hacer que se sintiese presionado... Le dejé su tiempo para que continuase.
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ÉL - Un Verano En California [US #1#]
Teen FictionLos polos opuestos se atraen, pero... ¿quién elimina la opción de que los polos iguales también lo hagan? Completamente diferentes, pero; jodidamente iguales. Así eran ellos. Su alma era negra y su vida demasiado atormentada como para saber a ci...