—¡Mira el pez globo! —exclamé señalando al pez anaranjado que, tranquilo, nadaba al otro lado del cristal.
Caminaba de la mano de Justin, la cual no había soltado desde que habíamos salido del coche. Habíamos aparcado en el parking exterior, justo enfrente del impresionante edificio del Mandalay Bay. Una gigantesca construcción negra y dorada.
Alcé la mirada para mirarle a los ojos y agradecerle lo maravilloso que me estaba haciendo aquel cuatro de julio.
—¿En serio nunca habías visto un pez globo antes? —me preguntó riendo.
—Si cuenta haberlo visto sobre mi plato en una de las comidas de empresa de mi madre, entonces sí. —me encogí de hombros y me reí.
—¿¡Te has comido un pez globo!? —exclamó con expresión sorprendida. Yo asentí en respuesta. —. Ni de coña me comería yo un puto pez venenoso.
—Tiene partes, las cuales sí son comestibles, tonto. —estallé en una carcajada.
—Y tú fíate de que el subnormal del cocinero sepa de toda esa mierda. —puse los ojos en blanco suspirando al mismo tiempo que reía.
Mientras contemplaba el resto del Shark Reef Aquarium, ensimismada como si fuera la primera vez que veía uno, escuché el llanto de una niña, me giré por curiosidad y me encontré con una pequeña, sola y restregándose los puños contra los ojos en un gesto de lo más adorable.
—Justin —desvió la mirada del acuario y me prestó atención. —, hay una nena ahí, está llorando.
—¿Y?
—¿Cómo que y? Vamos, a lo mejor se ha perdido. —le estiré del brazo pero él me detuvo.
—Seguro que sus padres están por el alrededor y la han regañado y es por eso por lo que está así, venga seguro que vuelven a por ella. —me zafé furiosa de su mano.
—¿Me estás diciendo enserio qué eres capaz de dejar a una pobre niña sola, ahí? —señalé a la pobre niña en un gesto inconsciente. —. No sé cómo puedes ser así. Si no quieres venir, la ayudaré yo sola.
Me di media vuelta y caminé decidida hasta la niña.
—Hola, pequeña —y de nuevo tendí a agudizar la voz. —. ¿Qué te ocurre?
Me arrodillé e intenté posarle la mano en la espalda para poder consolarla, pero con uno de sus pequeños brazos apartó mi brazo de un leve manotazo, le hice caso y aparté el brazo, no quería que se sintiese agobiada.
—¿Ves? Es una desagradecida. Y una mierda voy a dejar que la cría esta te trate así mientras que la intentas ayudar. —comentó Justin furioso.
—Tranquilízate, Justin. Es pequeña, entiéndelo —le posé la mano en el pecho para que se relajara y lo aparté suavemente hacia atrás. —. Imagínate que es tu hermana. —le susurré.
—Me importa una mierda. Como si es la hija del rey de Inglaterra.
No me había percatado de que la niña nos estaba mirando expectante hasta que dijo:
—¿Estáis peleando? —con una voz fina, suave y aguda.
—No, que va. Solo estamos hablando. —le sonreí de manera conciliadora.
—Genial, ahora la cría se mete en nuestra vida. —musitó Justin chasqueando la lengua.
Le di una mirada advertente y este chasqueó la lengua poniendo los ojos en blanco molesto.
ESTÁS LEYENDO
ÉL - Un Verano En California [US #1#]
Teen FictionLos polos opuestos se atraen, pero... ¿quién elimina la opción de que los polos iguales también lo hagan? Completamente diferentes, pero; jodidamente iguales. Así eran ellos. Su alma era negra y su vida demasiado atormentada como para saber a ci...