C A P Í T U L O 70

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Say you love me

1 día después

Toqué la puerta, un poco nerviosa, con la incertidumbre de si iba a ser bienvenida o no, al fin y al cabo, su hijo no estaba allí, no sabía qué iban a pensar de mí cuando me viesen, tal vez se quedasen un poco aturdidos. Iba a parecer una intrusa en medio de un robo con arma blanca.

  Era por la mañana, las once de la mañana, justamente. Pensé que esa  sería una hora razonable, ya que suponía que ya estarían todos despiertos, no tenía la intención de despertarles.

  Escuché como Tom gritaba que abría ya y comencé a jugar con mis dedos, de nuevo nerviosa.

  —¡Hombre, Eden! ¿Qué te trae por aquí? —me recibió amablemente y en armonía, pero sabía que por dentro estaba igual que yo.

  Fingí una sonrisa que no parecía muy convincente, era demasiado forzada, pero hice de tripas corazón, Tom no tardó en percatarse de ello y frunció el ceño, inmediatamente me di cuenta de que aunque hube intentado arreglar mi estado lo más posible había resultado completamente en vano. Lo evidente no se podía cambiar. Era imposible disimular.

  Agradecí muchísimo que todos los presentes en aquella casa se hubiesen comportado tan sumamente bien, siendo tan amables y considerados de dejar que la hora de visita de Justin la pudiese aprovechar yo, pero yo no había conseguido hacer nada por él y no quería robarles mucho tiempo en decirles que sería suya, ya que las horas que yo había estado esperando allí, solo habían sido horas que ellos hubiesen podido disfrutar con su hijo, o hijastro, aunque sabía de antemano que a Nicole tampoco la habría aceptado y me empezaba a preguntar, si ya no me quería, como no quería a Nicole.

  El mero hecho de pensar en ello provocó que se me pusieran les pelos de punta y un escalofrío descendió por mi espina dorsal. Lo estaba pasando mal, realmente mal, más de lo que creía.

  —Solo quería hablar con vosotros. —su sonrisa se desvaneció y tenía un semblante preocupado.

  —¡Hola, Eden! —Nicole salió de la cocina limpiándose las manos en su delantal y con una sonrisa radiante.

  Y sí, andaba por casa pero calzaba tacones, como siempre. Cuando era pequeña siempre decía que me iba a poner tacones hasta para dormir y ahora me aterraba la idea de arreglarme aunque solo fuera un poco. No tenía fuerzas ni para dormir, no tenía hambre como para comer, todo en mí se había desvanecido por completo. Había adelgazado cuatro kilos en solo dos semanas y eso comenzaba a ser preocupante.

  —Nicole, cielo. Eden quiere hablar con nosotros. —le informó Tom cariñosamente.

  Entonces Nicole me miró igual de preocupada que Tom y yo me puse más nerviosa todavía y comencé a jugar con mis dedos.

  Ver sus ojos con la cabeza ladeada me hacía pensar que tal vez sintieran pena por mí y eso era lo que más me aterraba, no soportaba la idea de dar pena. Me daba miedo que una vez más se me definiera como una persona débil. Había huído durante toda mi vida de que esa faceta mía se pudiera distinguir y en aquel momento parecía que estaba floreciendo.

  Fuimos hasta el salón donde nos sentamos en las sillas que rodeban la mesa, ellos estaban enfrente de mí y sentí la presión en mi interior.

  —Siento que estoy perdiendo el tiempo con su hijo, Tom. —comencé y él me miró confundido, por lo que se lo explico mejor. —He ido todos estos días a las visitas, pero no me ha querido recibir, nunca lo hace. No lo he visto desde que entró, y siento que yo os haya estado robando las horas que podríais haber pasado vosotros con él, porque sé que le echáis el mismo de menos que yo, egoístamente no os puedo poner por encima de mí, porque yo también le he echado de menos, más del que vosotros creéis. —me eché a llorar sin poder contenerme y me maldije a mí misma y a mis lágrimas por haber salido en el momento inadecuado, podrían haber esperado a cuando llegara a casa, siempre lo hacían no entendía porqué justo aquel día se haabían puesto rebeldes, tal vez fuera porque ya no aguantaba más.

  —No llores, Eden. —Tom vino a abrazarme y yo solo lo evité  disculpándome.

  —Lo siento, yo... —se me quebro la voz. Tuve la necesidad de tomar un poco de aire para relajarme y le hice un gesto con la mano mientras permanecía cabizbaja, para que esperara. Tomé aire y continué: —Yo no había venido aquí con la intención de dar pena o a que os compadezcáis de mí, solo he venido para devolveros esta tarjeta que acredita que soy familiares de Justin, para que esta tarde podáis ir a verlo, y que no se encuentre aislado una tarde más por mi culpa. Por favor, id, y darle todo el apoyo que necesita, ahora es cuando lo necesita más que nunca, y no habrán personas que lo sepan mejor que vosotros, vosotros sois sus verdaderos familiares, no le digáis nada sobre mí, igual que él ya me ha olvidado a mí, ahora me toca a mí olvidarlo a él, aunque sea difícil, todo volverá a la normalidad en cuanto vuelva a Nueva York. —le dije y pensé "o eso espero". Me limpié las lágrimas que caían sobre mis rostro con el dorso de mi mano y les dejé la tarjeta sobre la mesa.

  —Eden, espera. —Nicole se apresuró a llamarme antes de que yo saliese por la puerta.

  Me giré para escucharla y vi que no se sentía del todo cómoda hablando conmigo. Estaba mirándose los nudillos, los cuales tenía blancos de la fuerza que estaba ejerciendo al agarrárselos.

  —Mañana viene mi hijo Josh con su novia Katerina, de Washington a comer, podrías venir. —me ofreció.

  Tuve una rara sensación, claro que no iba a ir, qué pintaba yo allí en una comida familiar.

  —No creo que sea correcto. —le contesté.

  —¡Claro que sí! Además, Laila no ha parado de preguntar por tí, está ansiosa de verte de nuevo. Ahora pasa la mayor parte del tiempo con los abuelos ya que así la ausentamos del panorama. —me explicó pacientemente. —Mi hijo tiene tres años más, y su novia solo dos más que tú podríais ser buenos amigos.

  —No sé, Nicole, agradezco muchísimo tu invitación, pero Justin no está y yo solo voy a parecer una intrusa. —le fui sincera.

  —Para nada, Eden. Pero no te insisto más, si cambias de opinión, mañana serás bienvenida. —me sonrió amablemente mientras le di las gracias y salí por la puerta.

  Había ido de vez en cuando a la casa de la familia de Justin, y siempre había sido muy bienvenida allí, iba generalmente para avisar de cómo estaba su hijo, pero desgraciadamente, nunca lo veía, por lo que no les podía proporcionar ninguna nueva información.

  Siempre lo pasaba bien allí, era como recordar a Justin cuando no lo podía ver para recordarle. Pero ahora que quiero olvidarle, no creía que ir mañana a su casa me fuera a ayudar.

  Aún así, sentí curiosidad por quién sería su hijo y su novia, cabía la posibilidad de que me cayesen bien.

  Contaba con toda la tarde para pensarlo.

 

 

 

 

ÉL - Un Verano En California  [US #1#]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora