Cuando aparcamos frente al Aria Hotel, del cual había escuchado hablar tan bien, podía corroborar los buenos rumores que lo halagaban demasiado, pero realmente merecía la pena ya que desde fuera ya se podía apreciar lo impresionante que resultaba aquella preciosa construcción arquitectónica.
Entramos en el hotel y Justin de nuevo fue hasta la recepción. Subimos en el ascensor, pero aquella vez subimos en uno el cual era exclusivo para nosotros, ya que al parecer era el que le pertenecía a nuestra habitación, el único capaz de conducirnos hasta ella, por lo que no estuvimos invadidos y por último... Llegamos a la habitación en el último piso. Me encantaban los rascacielos, si es que aquel hotel se podía considerar rascacielo con sus sesenta pisos de altura.
Justin introdujo la tarjeta en la cerradura automática y...
—¡La exclusiva Suite Sky del Aria Hotel! —exclamé emocionadísima.
Había visto imágenes e imágenes sobre esta suite que tantas personas admiraban y me preguntaba una vez sobre otra si algún día la visitaría y... ¡aquí estoy! Estaba jubilosa, no hubo día que estuviera más feliz que aquel.
Entré corriendo como una niña pequeña, a pesar de que los zapatos casi me matan y llegué hasta la escalera curva, dorada y me balanceé agarrada de la barandilla.
Aquello era impresionante, igual o incluso mejor que en las fotos del Safari.
Subí las escaleras de lo más excitada e incité a Justin a que subiera conmigo, quería explorar el piso de arriba.
La habitación era impresionante, la cama de matrimonio la componían sábanas blancas y cojines morados y el baño que había como principal era estupendo, con un tamaño gigante y toda la suite daba vistas a la ciudad de Las Vegas en el nuevo estado de Nevada, el cual no conocía a penas.
—¡Justin! —exclamé para que viniera al baño. Me giré y lo vi apoyado en el marco de la puerta, me estaba mirando y estaba sonriente, me alegré. —. ¡Tiene jacuzzi! ¡Esto es estupendo!
Caminó hasta mí, me rodeó con sus brazos y depositó sobre mi frente un cálido beso. Yo, que estaba de lo más contenta, no pude evitar desprenderme de sus brazos e ir hasta las luces.
—Mira, Justin. Si haces así cambia el color. —dije moviendo el interruptor.
—Cariño, eso también pasa en la habitación —rió por la nariz y yo dejé caer mi espalda hacia delante quedando encorvada y con cara de póker por haberme pisado la emoción de enseñarle algo nuevo que había aprendido. Se acercó hasta mí de nuevo y me susurró en la oreja: —. Podemos ponerla de color rojo, ¿no es así como la tenía el señor Grey? ¿De esos libros eróticos que lees? —su voz sonó profunda, sexy y áspera y me puso demasiado. Me aparté agitada y le miré con los ojos abiertos como platos.
—¿Cómo sabes que estoy leyendo eso? —me ruboricé hasta el punto de estar roja como un pimiento y nerviosa como un flan. Eso era algo privado, nadie podía saber qué leía, era demasiado vergonzoso.
—Vamos, amor, no te pongas tímida ahora. Ah, y lo sé porque llevas la Kindle a todos los sitios y una vez me dio por mirar qué libros te estabas leyendo. —se encogió de hombros.
—Se supone que eso no lo podía saber nadie. —bufé saliendo del baño.
—Bueno, pues ahora lo sé yo y te digo que no te merece la pena ponerte vergonzosa. —puse los ojos en blanco.
Me senté sobre la cama y se escuchó la puerta sonar, me sorprendí y miré a Justin.
—He encargado pizza. —dijo saliendo de la habitación.
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ÉL - Un Verano En California [US #1#]
Novela JuvenilLos polos opuestos se atraen, pero... ¿quién elimina la opción de que los polos iguales también lo hagan? Completamente diferentes, pero; jodidamente iguales. Así eran ellos. Su alma era negra y su vida demasiado atormentada como para saber a ci...