N/A: Recomiendo leer este capítulo escuchando la canción de Lucy Spraggan, titulada: Last Night. 🤪
📖💕
Aquella mañana se pasó de lo más rápido. Al final, salimos todas cargadas con un montón de bolsas pesadas. Mi, sin duda, pasatiempo favorito era emplear toda mi dedicación a perderme entre las tiendas.
Había comprado un montón de pulseritas de plata de lo más sofisticadas, tres pares de pendientes de diamantes, un reloj precioso de lo más elegante y un vestido de lo más hermoso, la tela de este era seda y una completa locura, su estructura era perfecta, con ese collar de flores, también de seda, que se ajustaba al cuello era de lo más minucioso y original, en cuanto lo vi supe que tenía que ser para mí y aunque un pastizal fue lo que me costó, supe que había sido una buena inversión, «ya, Eden, ni flipes. Ni que estuviéramos hablando de negocios» me dije a mí misma. Además me había comprado una blazer negra, que había estado buscando por un montón de tiempo, conjuntada con un precioso top de encaje blanco.
Al terminar nuestra mañana en el centro, fuimos hasta una heladería para comprarnos un helado, demasiado evidente, ¿no?, lo sé, —pero os lo cuento porque no siempre en las heladerías venden solo helados—, me decanté por el de dulce de leche, el cuál me resultó estar buenísimo y momentáneamente pensé en la cantidad de calorías que acababa de ingerir en nanosegundos.
Nos acercamos a una heladería y elegí una tarrina con helado de sabor a turrón, mi favorito. Me dieron la cuchara de color azul oscuro y aunque la quería rosa, apechugué.
Nos sentamos en una zona con césped y dejé cuidadosamente las bolsas sobre él.
—Oye, ¿me la cambias? Quería la rosa pero me han dado esta.
Me acerqué a Marc, quién tenía a mi lado y le pregunté un tanto disimulada… no quería parecer una niña encaprichada, a pesar de que sí, admito que lo era y que aquello no estuvo bien, pero no me arrepiento.
Él estalló en una carcajada que acaparó todas las miradas del grupo y el color rojo se apoderó de mis mejillas. Después de darse cuenta de que me había avergonzado trató de rectificar desviando la atención y cuando el resto dejó de penetrarnos con los ojos, sacó la cuchara que estaba clavada en la bola de su helado de nata y me la dio. Yo me encargué de arrancar la mía para tendérsela a cambio.
—Muchísimas gracias, de verdad —le dije emocionada.
Y era verdad, había hecho de mi día un día mejor.
—No hay de qué.
Sentados en el césped nos los acabamos con tranquilidad y cuando ya parecía que el helado nos había llegado hasta los pies, nos levantamos para irnos a casa, y nos volvía a esperar el infierno, cinco plazas para diez personas.
Me senté sobre Justin de nuevo y las mariposas revolotearon en mí estómago causándome una sensación de lo más extraña y desconocida. Todos se quejaron de que el cuero negro les quemaba la piel y el hierro hirviendo del cinturón les causaba el mismo estrago. Para mi suerte, esas desgracias solo las tuvo que sufrir Justin por mí y me sentí un poco mal por él, ya que a pesar de soportar mi peso, también tenía que soportar el calor del que yo me libraba sentir contra mi piel.
Jason paró justo enfrente de la casa de mi prima y nos bajamos. A esas horas de la tarde, el sol estaba que abrasaba y por poco rato que permanecieras en el exterior podrías comenzar a sudar con facilidad.
ESTÁS LEYENDO
ÉL - Un Verano En California [US #1#]
Novela JuvenilLos polos opuestos se atraen, pero... ¿quién elimina la opción de que los polos iguales también lo hagan? Completamente diferentes, pero; jodidamente iguales. Así eran ellos. Su alma era negra y su vida demasiado atormentada como para saber a ci...