EPÍLOGO III

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Un año y tres meses después...

Problema. No había tenido la necesidad de utilizar esa palabra desde hacía mucho tiempo, hasta ahora, claro. 

En este año todo con Noah seguía yendo de maravilla y, con su nuevo trabajo, nos permitimos viajar más a visitar a nuestros padres y a Lee, Rachel y al pequeño Oliver, ese bebé nos robó el corazón al instante de conocerle. Aún recuerdo la llamada de Lee avisándonos de que su hijo ya había llegado, su voz se escuchaba entrecortada y muy agitada, la emoción no le cabía en el cuerpo, y Noah y yo cogimos los billetes sin importarnos que al día siguiente él tenía trabajo y yo universidad. Oliver era una miniatura de Lee, salvo por esos ojos tan oscuros heredados de Rachel, era el bebé más bonito del mundo y no pude evitar llorar cuando le cogí en brazos. ¿Recordé a mi bebé? Sí, es inevitable para una madre no acordarse de uno de sus hijos a pesar de no haber llegado a conocerle, pero ya no me hacía daño recordar aquello, solo esperaba que estuviera bien  allí arriba. Noah también se emocionó al coger al pequeño, aunque intentó no demostrarlo, me miró a los ojos y nos sonreímos. Él también había pensado en nuestro pequeño y esa mirada fue como un juramento: algún día volveríamos a ser padres. 

Con mucho esfuerzo y la ayuda incondicional de Noah, que tuvo que soportar mis berrinches cuando algo no me salía y mi histeria cuando estaba estresada con todo, logré graduarme. Noah estuvo en primera fila sonriéndome sin cesar junto a mi padre y Bradd. El resto de los Flynn se encontraban en Los Ángeles, en la graduación de Lee y Rachel que, con la ayuda de sus padres (se turnaban para cuidar a Oliver mientras ellos estaban en la universidad y necesitaban estudiar para algún examen importante), lograron graduarse al igual que yo.

Los tres meses de verano, Noah y yo fuimos a Los Ángeles y nos alojamos en un hotel a pesar de que casi siempre estábamos metidos en el piso dúplex que Lee y Rachel habían alquilado hasta que tuvieran el dinero suficiente para comprar una casa. Queríamos estar todo el tiempo posible con nuestro sobrino y peleábamos por ver a quién quería más y a intentar que dijera "tío", "tía", "Noah" o "Elle" antes que "mamá" o "papá". 

- Parece que estáis entrenando para cuando tengáis el vuestro - se burló June en una de nuestras peleas mientras cenábamos en el jardín, era el primer cumpleaños de Oliver. Como peleamos para ver quién le sacaba los aires a Oliver, June le cogió y lo hizo ella. 

- Si quieren que se queden con el nuestro un rato - dijo Lee mirando a Rachel con una sonrita pícara. Ella se sonrojó. 

- ¡Lee! - se quejó, no pude evitar reírme. Noah puso una mano sobre mi muslo y apretó suavemente, le miré y asentí. Me estaba pidiendo permiso para...

- Ehm... Tenemos algo que deciros  - Noah miró a todos y, por último, me miró a mí. La mesa se quedó en absoluto silencio, todos mirándonos fijamente. 

- Elle...- dijo mi padre -, ¿estás...? 

Miré a Noah y nos sonreímos abiertamente. 

- Aún no... Pero vamos a ir intentándolo - terminé diciendo - así que puede que dentro de poco haya otro bebé por aquí. 

Todos comenzaron a darnos ánimos y a decir que seguro que así sería... Noah y yo jamás habíamos estado tan bien como pareja y a nivel económico ya que él tenía su trabajo y yo había realizado unas prácticas remuneradas por lo que era el mejor momento para intentarlo a pesar de que a penas empezaría a trabajar, pero no me importaba. Claro que, estando tan felices e ilusionados, no nos esperamos la bomba que nos encontramos cuando regresamos a Boston. 

A la semana de llegar, a penas dos antes de comenzar a trabajar, me llegó un correo electrónico. Era de mi nuevo trabajo y decía que, debido a un problema, tenía que trasladarme a Los Ángeles para trabajar en un edificio que la compañía tenía. Noah y yo...no supimos siquiera como reaccionar. Llevábamos años ya viviendo juntos, nos veíamos todos los días y ahora... Otra vez la distancia que nos separó en su primer año de universidad. La distancia. El problema. 

The Kissing Booth 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora