Maratón 01/05📍
°•Luciana•°
Me desperté tras sentir varios ruidos provenientes de la cocina.
Al final si me quedé rre dormida y mi plan de escaparme cuando Mateo se durmiera se fue a la mierda.
Mire a mi costado y el estaba ahí, dormidisimo. Con sus labios entreabiertos y los cachetes rojos, que wacho más lindo.
Pero si el esta acá, ¿quien está en la cocina?, Pensé.
Agarré mi celular y mire la hora. Las 10:40.
Me levanté rápidamente de la cama y me puse un short deportivo de Mateo, ya que abajo de la remera estaba en tanga.
Cada vez se sentían más ruidos, yo me muero si vinieron a chorear justo ahora que el otro pelotudo duerme como una morsa.
No me acordaba si habia cerrado la puerta con llave. La puta madre.
Salí de la pieza despacito, en puntitas de pie, sin hacer ruido.
No lo iba a despertar a Mateo, seguramente con la resaca que va a tener no va a poder ni pensar.
¿Qué mierda iba a hacer yo si era un choro?
Cagarlo a trompadas. Fue lo primero que pense.
Pero no, ¿y si estaba armado?
La puerta del baño estaba abierta, asique me meti y saque un palo de piso.
Ya fue, era lo único que tenía cerca.
Despacito fui bajando las escaleras.
Llege al final, y suspire, vos podes Lulita dale.
Baje el último escalón y listo ya estaba jugada.—Raja de acá choro y la concha de tu madre.- Dije rápidamente apuntando con el palo a la persona que se encontraba parada ahí.
Y cuando lo mire bien, quize que me tragara la tierra.
No era un choro, era el papá de Mateo.
Me miraba con una de "wtf" tremenda.
—Ay perdón—baje el palo.— Perdón perdón.
—¿Vos quien sos?- Río.
—Una amiga de Mateo—el miro mi ropa y yo hice lo mismo, tenía su ropa la puta madre.— Luciana me llamo.- Dije nerviosa y evitando el tema de la ropa.
—Un gusto, yo soy Pedro.
—Si lo conosco, un gusto—me acerqué y le di la mano.— Perdón por lo del palo, pensé que era un choro.- Me disculpe avergonzada.
—No pasa nada—ríe.— Ahora se que si era un choro se iba a ir cagado a palos de acá.
Reímos.
—Bueno, yo me voy yendo me parece.- Hable nerviosa.
Me quería matar, le había apuntado con un palo de piso chabon.
—Quédate a desayunar.
—Nono, no quiero molestar.
—No molestas enserio. Quédate a desayunar conmigo, seguramente el trueno volvió rre en pedo anoche, asique por un largo rato no se va a levantar, y no me gusta tomar mates solo. Quédate dale, yo te invito.
Se sentó en una de las sillas.
En la mesa ya estaba todo preparado, las cosas para el mate, unos criollitos y dulce de leche.
—Esta bien—me acerqué y me senté en otra silla.— Y si, volvió demasiado en pedo, el y Cami también.
—Si, esos dos siempre hacen todo juntos—ríe.— ¿Vos lo trajiste?