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Maratón 03/08📍

°•Luciana•°

—Si querés nos vamos.—musito Uriel tenso cerca de mi odio para que sólo yo lo escuché.

Mateo estaba hablando con Sasha y Camilo.

—No—le dedique una sonrisa tranqulizadora—Esta todo bien.

El asintió con una media sonrisa.

Trate de fingir que todo estaba bien con Mateo pero en realidad me había amargado la noche.

No paro en ningún momento de dedicarle miradas de odio a Uriel que se notaba que estaba lo que sigue de incómodo.

(...)

Apenas se distrajeron todos me lleve a Uriel hacía un costado para sacarlo y sacarme a mi misma de ese ambiente tenso que de había generado.

Nos pedimos algo para tomar y al rato nos pusimos a bailar.

—Creo que es la quinta vez que te lo digo en lo que va de la noche pero estás hermosa.—me sonrió.

—Vos no te quedas atrás.—hice lo mismo.

En cuestión de segundos el ya había posado ambas manos en mi cintura y yo las mías en sus hombros por inercia. Poco a poco se empezó a acercar más a mi con la intención de darme un beso.

Pero un tremendo empujón y un vaso de fernet volcado encima de él hizo que ese beso no fuera posible.

¿Y de quién podría haber venido el empujón? Si, de Mateo.

Que casualmente pasaba bailando por el lado nuestro con un vaso de fernet y no nos vio.

—Uy. Perdón wacho perdón.—se disculpo rápidamente mientras intentaba limpiarle la remera a Uriel.

Yo apreté los ojos irritada.

—Me voy a lavar.—hablo con un toque de angustia y se fue rápidamente en dirección a los baños.

—Lulita.—hablo Mateo acercándose a mi.

—Cerra el culo Mateo.—dije exasperada y le metí un empujón alejándolo de mi para así irme a esperar a Uriel afuera del baño.

Mientras lo esperaba saque mi celular para ver la hora. Son las 02:37.

Aproveché para mandarle mensajes a mi mamá dándole señales de vida ya que esa es su condición para dejarme salir. Que le mande mensajes de a ratos.

Guarde mi celular nuevamente y lo vi salir a Uriel con le remera más mojada que antes. Pero la mancha de fernet ya no estaba.

—Perdon.—fue lo único que pude decir cuando me acerque a el.

El estaba pasando una mala noche y no podía evitar sentirme culpable.

—No es tu culpa—me dedico una sonrisa tranquilizadora como si me hubiera leido la mente—¿Lo hizo a propósito no?

Asentí.

—Creo que ahora sí me quiero ir—le dije—Va a ser mejor que lo dejemos para otra día.

—Pienso lo mismo. ¿Vamos?

Garche Fijo ; TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora