Maratón 08/08📍
°•Luciana•°
Viernes 03:20.
Me levanté por quinta vez en lo que va de la madrugada.
Ayer me vino y hará hace unas seis horas que estoy con un dolor de ovarios impresionante.
La mayoría de las veces que me viene me pasa esto. Pero siempre la tengo a mi mamá que me da una pastilla y se me pasa. Había dos problemas; mi mamá esta en la casa de su novio y no vuelve hasta mañana. Y no me acuerdo cómo carajo se llama la pastilla, y si me acordara tampoco se dónde las guarda. ¿Tan inútil puedo ser?
No pude dormir nada. Me puse en miles de posiciones en la cama, hasta en el suelo. Pero el dolor no me deja tranquila.
A eso le sumo que tengo un fuerte dolor de cabeza y estoy hirviendo, seguramente tengo fiebre.
Caminé por toda mi casa como ya lo había estado haciendo antes. Tratando de pensar en otra cosa.
La podría llamar a mi mamá y preguntarle, si. Pero no la quiero molestar, siempre está pendiente de mi y simplemente quiero dejarla disfrutar.
Se que si le digo va a venir corriendo aunque le diga que solo es un pequeño dolor, cosa que no es, y no quiero eso.
Mis cambios de humor cuando estoy indispuesta son tremendos. Puedo pasar de estar sonriendo a estar llorando en dos segundos, y me pongo demasiado, enserio demasiado sensible.
Sentí que mi celular sonaba y subí rápidamente a ver quién me estába llamando.
Es Mateo, con el cual había estado hablando hace un ratito por WhatsApp.
Atendí.
—Hola.—salude.
—Lulita, ¿Que onda? ¿Te pasa algo? Te noté la voz rara en el último audio que me mandaste y ahora también.
—No.... Ay la concha de su madre.—lleve una de mis manos a la parte baja de mi panza e hice una mueca de dolor.
—¿Que pasa?—pregunto preocupado.
—Estoy con dolor de ovarios y creo que con fiebre—solte—Y no está mi mamá.
—¿Querés que valla?—pregunto rápidamente.
—No, está todo bien tranqui, aguanto hasta la mañana que viene mi mamá.
—No pasa nada, voy.
—Pero...
Me interrumpió.
—Pero nada, hay voy.
Y cortó.
Dejé el celular nuevamente en la cama.
Mateo iba a venir y yo estoy echa un desastre.
Estoy en mi pijama, con un rodete despeinado, tengo tremendas ojeras, y una cara de muerta impresionante.
No quería que me vea así pero no me quedaba otra. No tengo ganas de nada
Ya fue, soy fea y soy fea, punto.
Fui al baño y me lave un toque la cara. Aproveché para cambiarme la toallita también.
Volví a mi pieza y cuando entre Mateo recién entraba también. Si con su técnica del hombre araña.
—¿Luly?
—No—nege con la cabeza—Soy el clon pelotudo.
—Bueno eh, que recibimiento.