°•Luciana•°
Mientras le ponía comida a Rayo en su comedero, sentí como tocaban la puerta.
Le acaricie un poco la cabezita, le di un beso, y me levanté del suelo para dirigirme a la puerta.
—¿Quien es?—pregunte desde este lado.
—El más lindo.—respondieron del otro. Sonreí al escuchar su voz.
Abrí la puerta entusiasmada. Realmente en este momento necesitaba muchísimo a mi mejor amigo.
—Hola Reyna.—saludo sonriente.
No dije nada, solo me acerque y lo abraze con todas mis fuerzas. El me correspondió el abrazo, y estuvimos así unos segundos abrazados en la puerta.
—Pasa.—dije una vez que nos separamos, haciendome a un lado para que entrara en mi casa.
El paso y yo cerré la puerta atrás nuestro.
—¿Que onda vos? ¿Estás de vacaciones que no vas al colegio?—levanto ambas cejas.
Nege con la cabeza mientras soltaba una risita.
—¿Querés tomar algo?—pregunte esquivando el tema.
—Mates porfa.—respondio, yo asentí y camine hacia la cocina para poner la pava.
Mientras yo preparaba las cosas para tomar mates, el me miraba espectante, sin decir nada. Sé que sabe que algo pasa, siempre tuvo esa facilidad para leerme.
Me senté y empecé a cebar los mates.
—¿Y?—levanto una ceja.
—¿Qué?—le pase el mate.
—¿Me vas a contar?
—¿Que cosa?—me hice la boluda.
—Vos y yo sabemos, que yo sé, que algo te esta pasando.—dijo seguro.
—¿Por qué lo decís?
—Primero, aunque me hayas dicho por mensajes que estabas bien, no te creo. Segundo, me dijiste que no ibas al colegio porque tú mamá estaba enferma y la querías cuidar ¿no?—asenti—Que raro, porque cuando venía para acá me la cruze a tu mamá, la vi bastante bien, es más, le pregunté de la supuesta enfermedad, y no tenía idea de lo que estaba hablando.
Cerré los ojos. Ay mami mami.
Estába por decir algo pero el me interrumpió.
—Desde que te vi cuando me abriste la puerta que puedo sentir que no está todo bien, te lo veo en la carita, y en la mirada triste que tenés.
En ese momento se me formó un puchero involuntario, y las lágrimas no tardaron en salir. Definitivamente soy muy sensible.
—Perdon....—solloze.
—Veni para acá.—corrio un poco la silla para quedar al lado mío, y nos fundimos en un profundo abrazo.
—Enserio perdóname.—hable aún en sus brazos.
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