U N O

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Cuatro años después.

       Caminé dentro de la gigante y bonita casa de Padrote. 

     Observaba con detalle los cuadros colgados en sus paredes, el papel tapiz con tonos blancos y marrones. Habían esculturas de mujeres desnudas con poses artísticas talladas en madera y encimeras con reliquias costosas. El silencio me permitió estar en calma. Ultimamente, estando sola era la unica forma de sentir paz, mi mundo era tan retorcido y sangriento que ya no lo soportaba.

     Caminé con tranquilidad dentro del pasillo abrazándome a mí misma, dirigiéndome hasta el final de éste, en donde se encontraba un pequeño ventanal que permitía la vista completa de la playa de su patio trasero. 

    Contemplé la bonita imagen apoyada de la pared más cercana al ventanal esperando con ansias el mensaje de Kyle. Mi mente no paraba de imaginar la muerte apropiada para mi madre y en algunos casos, hasta llegaba a sentirme un poco ansiosa; por instantes la ansiedad me consumía y en mi mente eran dibujados escenarios caoticos en los que todo mi plan es descubierto y la siguiente tumba Wilde llevaría mi nombre.  

        Saqué mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón. Abrí la mensajería.

        No habían mensajes de Kyle. 

       Aquello no era buena señal.

     Suspiré guardando de nuevo el teléfono y caminé de lado a lado observando el lujos y largo pasillo a mis espaldas. Tenía miedo, sin duda alguna. Había un nudo en mi estómago que no me dejaba en paz. Odiaba esa sensación porque la mayoría de las veces en las que experimentaba este sentimiento, algo horrible ocurría. Era como un presentimiento. 

     Cansada de esperar apagué mi celular y decidí ir a la cena de Padrote antes de que notaran mi ausencia. Sin embargo, una vez que giré sobre mis propios pies me encontré con la prominente presencia de Padrote, mi paso se detuvo en seco, y esa sensación que me decía que algo no estaba bien, se activó como una alarma estruendosa, avisando que estaba bajo peligro. 

      Peligro inminente.

      —Pero qué hermosa te encuentras, Sky. 

      La voz de Padrote dijo, acercándose a mi cuerpo. Yo por cortesía sonreí y di un paso atrás. 

      —Esa blusa te queda fenomenal, —él murmuró. 

      Lo miré a los ojos borrando la sonrisa pues su tono sugirió terceras intenciones. Sentí mi cuerpo tensarse y mi respiración acelerarse poco a poco. Estaba asustada pero más allá de ello sentí asco puro, de ese que provoca nauseas. 

      —Eres muy amable, Padrote —educadamente le dije—. Me tomé el tiempo de observar las bellezas de tu casa. Es muy linda, de hecho. 

      El hombre de cuerpo regordete, ojos marrones y de estatuta promedio caminó hacía mi con una escalofriante sonrisa amrillenta; dejó su vaso de ron en una de las mesas de maderas más cercanas al mismo tiempo que se dirigía hacia mí e invadía mi espacio personal. 

     Mi corazón bombeó sangre con fuerza por todo mi sistema cuando su asquerosas y asperas manos tomaron una de mis muñecas. Las arrugugas de sus expresiones empezaron a demostrar perversión, oscuridad, maldad. Solté una jadeo de horror cuando vi que sonrió con amargura. 

      — ¿Pero qué haces? ¡No me toques! —grité, puse fuerza e intenté deshacer su agarre pero solo logré que el suyo se hiciera el doble de fuerte. 

       —Oh, Sky, —él sonrió extendiendo sus brazos hacia mi cintura—. Hay una habitación a solo un par de pasos, ¿por qué no haces esto fácil y me dejas llevarte hasta allá?

Sky (ville) - HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora