Sky (ville) - HS

D I E C I O C H O

Miré la foto, a Fiona en el suelo llorando semi desnuda, al señor y la señora King amordazados sobre el suelo, cubiertos de sangre. Sean, acostado sobre su espalda con su rostro desfigurado de tanto golpe y, finalmente, mi hermano tirado en el arena, escupiendo sangre. Le entregué el teléfono al sicario y asentí, agradeciendo por su trabajo.

Miré a Harry acariciando mi sien, caminando de lado a lado.

—Tu tío se niego a entregarle Skyville a Harry, —John colocó su teléfono sobre la mesa en donde Harry se encontraba tomando su cena con tranquilidad—. No quiere. Sin él, me temo que tus planes, Sky, no están en pie. Kyle maneja las pandillas que controlan el poder de Skyville.

Harry soltó el tenedor contra el denso plato blanco en el que comía, limpió su boca con una servilleta blanca y la colocó sobre la mesa, mirándome con severidad.

—Hermosa, no es necesario que me sedas, Skyville. El pueblo es tuyo, todos saben que es tuyo, tu padre lo nombró tuyo, —Harry dijo con suavidad, haciendo un ademán con la mano—. Quizá tu tío se niegue a entregarte el verdadero poder, pero contigo a mi lado, créeme que me siento con todo el derecho de mandar. Así que, tranquila.

Detuve mis pasos mirándolo a los ojos. No era nada bueno porque no quería que fuera así, iba a irme de Skyville, era una decisión tomada, no me iba a echar para atrás. La primera razón era porque, sin dudas, me estaba enamorando de él, y la segunda, porque necesitaba salir de este pueblo; sabía las humillaciones públicas a las que me sometería de ahora en adelante con esas fotos que publicó Sean. Lo mejor era irme.

John me miró con ojos serios, "¿qué vamos hacer?" decían estos. Sabía que debía dejarle Skyville a Harry, Kyle iba a usar su poder para buscarme, los King me buscarían a través de él. Lo mejor era, dejárselo a Harry.

—Lleva un par de sicarios, —le ordené a John—. Asústalo. Oblígalo. Dile que fui yo.

—Hey, no, —Harry dijo negando con la cabeza—. No es jodidamente necesario. A los King los controlamos de otra manera. Kyle no puede pasar sobre ti.

— ¡Sí, puede, Harry, ya lo ha hecho! —le dije casi histérica—. No quiero el pueblo porque sé que tendré en mi lomo a los King y a Kyle. Contigo, la cuestión es diferente.

Harry me miró moviendo sus dedos alrededor del vaso de ron, miró a Jeremiah en una esquina del comedor, recostado del mini bar, tomando algo de vodka puro. El barbudo me miró de reojo por un par de segundos, luego miró a John y finalmente, miró a Harry suspirando con profundidad.

—Me parece que a la bahía le hace falta orden, —Jeremiah dijo suavemente—. Si ella quiere dártelo. No me parece mala idea. Además, tendrás en la palma de tu mano a todos los King.

Harry tomó una respiración fuerte, miró su plato de comida, bebió de su ron y tragó en seco. Dejó el vaso sobre la mesa de su comedor, una mesa de perfecto cristal pulido, luego me miró moviendo su lengua en su boca, como saboreando la bebida. Pareció pensarlo, meditarlo y analizarlo,, hasta que finalmente, asintió.

—De acuerdo, —musitó.

Miré a John elevando mis cejas—: Ve, dile que yo lo ordeno.

John tomó su teléfono y salió del comedor hacia la sala, y de allí a la entrada. Jeremiah sirvió más vodka en su vaso, palmeó el hombro de Harry, me dio una mirada de pocos amigos antes de irse, desalojando así, a todos los guardias dentro del lugar. Los dos quedamos en silencio, observando como todos se iban y el sonido de su piscina era lo único escuchado.

La puerta se cerró en la entrada y solo quedamos nosotros dos.

Harry empujó el plato de comida a medio comer y caminó hacia mí acariciando con las yemas de sus dedos la mesa de cristal. Lo miré con ceño fruncido, hasta que tomó mi mentón con sus dedos mi barbilla de forma, firme hacia arriba para hacerme verlo a los ojos. No me moví, solo lo miré.