Sky (ville) - HS

C U A T R O

    Skyville se encontraba comunicada por dos grandes calles.

     La principal guiaba hacia la playa comunal pasando por el mini "downtonw" y la otra, que atravesaba todo Skyville, y llevaba hacia las diferentes urbanizaciones, compuestas por diferentes casas. 

     Yo me encontraba recostada en una banca, a pocas cuadras de la calle que guiaba a la villa donde vivía. Intentaba mitigar la tristeza en mi pecho observando el hermoso cielo estrellado.

    Había dejado mis tacones en el suelo y mi bolsa sobre mi vientre. Admiraba el silencio que la soledad me otorgaba, lo plena que me encontraba de estar lejos de los King y mi hermano.

     Debía salir de este pueblo.

     Ya no me la estaba pasando bien aquí.

     Ni siquiera había algo que me atara aquí.

     Mi papá murió, mi madre se está pudriendo en el infierno, Kyle probablemente se case con la vivora de Fiona y yo no quería ser parte del negocio familia. En lo absoluto.

     Nueva York seria una opción increíble.

     La fantasía de ir allí, estudiar economía en la univerdad, tener amigos normales, y una vida sencilla, cada vez era más llamativa.

      De pronto, una camioneta negra se detuvo al pie de la camineria, y justo a un lado de la banca. Me senté de inmediato, observando con rareza el auto; la puerta de la cabina trasera se abrió y entonces pude ver el cuerpo de Harry.

      Mi estomago se apretó.

     ¡Vino por mí! Pensé con ilusión.

     Observé su pecho descubierto por los primeros botones de su camisa, su traje perfectamente ajustado a su cuerpo y sus ojos verdes mirarme con seriedad. Sonrió de lado al encontrarme estática y en completo silencio.

     —Me he quedado impresionado, honestamente, —murmuró el soltado el humo de su cigarrillo.

     Lanzó la colilla al suelo.

     Su voz sonó ronco, suave, sensual.

   —Todo pasó con suficiente lentitud como para que miles de personas hayan intervenido... Pero a nadie pareció interesarle.

      Vergüenza, eso sentía de mi misma.

    Sus ojos impasibles me hicieron sentir pequeña y relamí mis labios jugando con los anillos en mis dedos. Tomé mis tacones, y suspiré; no deseba hablar de mi fiasco como mujer.

     —Hola, Harry, —susurré ronca, colocándome mis tacones para empezar a caminar a mi casa.

   —Sí, hola, Sky, ¿cómo estás? Veo que Sean y Kyle te controlan lo suficientemente bien como para dirigirme un simple hola, —él dijo casi sarcástico—. ¿Desde cuando eres tan...

    Él pareció buscar la palabra.

    — ¿Sumisa?

    Lo miré de mala gana.

    —No quiero hablar del tema, —me crucé de brazos.

   Había que admitir que había cambiado bastante. Se notaba maduro, serio, poderoso; todo un hombre... Y yo, era una chiquilla de veintiún años que aún no sabía cómo lidiar con el bajo mundo.

    Era patético.

    La seguridad que sentí cuando le coqueteé temprano cayó en picada.