C U A R E N T A Y T R E S

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Lograron conseguir para mí un par de shorts y una blusa de tirantes holgada junto con un par de deportivos. Fue humillante, tener que pedir ropa a personas que simplemente apenas me conocían, sentía que Kyle se burlaba de mí a mis espaldas, viéndome tan destruida pero suponía que Harry valía la pena.

Me sacaron de la habitación de hotel a una camioneta en el estacionamiento interno del hotel. Una vez dentro del mismo, y sentada a un lado de Ryan empecé a jugar con mis manos, agradeciendo al cielo, de no ser por ellos, seguro aún estuviera lamentándome.

De pronto, empecé a sentir muchos nervios. ¿Qué iba a decirle cuando lo viera? Miré la ciudad en cuanto el auto empezó a andar por la iluminada ciudad por la noche y finalmente opté por preguntar por él a Ryan; sus palabras no paraban de rondar mi cabeza.

- ¿Cómo está? -Susurré suavemente a Ryan, sentado al otro extremo de la parte trasera del auto-. ¿Sabe que vinieron por mí?

Ryan me miró frustrado por unos segundos y negó con la cabeza, suspiró con pesar.

-No está en sus cinco sentidos justo ahora, ¿bien? -Murmuró haciendo un ademán de mano-. El hombre que vas a ver no... No está bien. Así que, trata de entenderlo.

Lo miré con preocupación sin poder decir mucho.

- ¿Puedes tratar de entenderlo? -Susurró Ryan-. Si lo haces... Todo estará bien.

Relamí mis labios, imaginándome lo peor.

-De acuerdo, -susurré con voz ahogada.

Tras varios minutos llegamos a un hotel, de fachada lindo, grande y bastante. Jeremiah manejó al estacionamiento subterráneo, y luego, bajaron del auto en silencio; Ryan me ayudó a bajar del auto para después comenzar a caminar dentro de aquel lugar.

El hotel donde estábamos era lujoso, grande, casi formaba parte de los rascacielos de la ciudad, todo era lindo, bien limpio y la gente de primera clase. Ryan ni siquiera pidió una tarjeta o autorización para subirse a uno de los ascensores, nadie le dijo nada.

Yo apenas pude seguirle el paso, el dolor en mi pierna me mataba pero lo ignoré lo mejor que pude, mi mente se encontraba atiborrada con miles de cosas, mis ojos notaban lágrimas. Caían una tras otra, lloraba con fuerza, por dos dolores diferentes. Uno físico y el otro emocional. John y Harry en una cabeza, no era compatibles.

Mientras subía el elevador, mi menté se hundió unos segundos en John pero deseché el pensamiento cuando las puerta se abrieron, pude ver un pasillo beige, alfombrado con lámparas hermosas adheridas en las paredes.

Había tres puertas, en cada pared y la última al final del pasillo, pude reconocer la vestimenta y el cuerpo bajito de Marissa frente a esa puerta. La ultima.

- ¡Daya! ¡Prostituta de quinta sal de allí! -Marissa golpeaba la puerta con fuerza y gritaba el nombre de Daya-. ¡Daya! ¡Sal de allí, maldita sea!

Miré confundida a Ryan y Jeremiah por unos segundos, los dos solo suspiraron y salieron del ascensor. Yo caminé detrás de ella, con mi mente entrando en una confusión profunda, ¿Por qué Daya estaba aquí? ¿Por qué Marissa está aquí? ¿Por qué Ryan me dirigía hacia esa puerta?

Caminé tan rápido como mi pierna me lo permitió hasta las dos puertas de color blanco tallado. Marissa al vernos, casi palideció y detuvo sus gritos en seco; me miró de pies a cabeza apretando sus labios rojos bien pintados. Pero sus ojos se encontraban fijos en Ryan, quien la miraba con una frialdad suprema.

- ¿Qué haces aquí? -Susurré entre lágrimas-. He intentado comunicarme contigo por días, Marissa. ¡Por días!

- ¿Por qué la has traído? -ella dijo mirando a Ryan.

Sky (ville) - HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora