Capítulo 55. A costa de la sangre

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En mi cabeza sonaba un suplicio, y el pedido al universo entero, de que nos mantuviera con vida, porque no la quiero volver a perder, no ahora, no hoy.

Grité con fuerza, a pesar del dolor horrible que sentía mi cuerpo, me puse de pié, con todo lo que tenía dento.

—¡Alex!—Logro gritar. Con eso era suficiente, ella sabe lo que necesito.

La chica corrió hasta en medio de los dos, alzó ambas manos al cielo, y con ese gesto, trajo el bastón de piedra que estaba en el árbol.

Con eso, corrí con todo lo que podía, tomé el bastón, y como si alguien me lo dijese, sabia que debía hacer.

Di fuerte contra el hilo de Zafiro, y este se soltó de Joel, pero no sin terminar arrojandome por los aires. Me aferré al bastón con fuerza, cuando caí al suelo, yo seguía retorciéndome de dolor.

—¡Háganlo ya!—Ordeno a Ander y los demás cuando las sombras nos atacan.

Veo a Abigail y a Aldebarán luchar  on valentía contra los enemigos, al igual que cada uno de mis soldados, sin embargo yo, seguía en el suelo, abrazado al bastón, cuando Zafiro se puso con sus hermanas y la llave, para  comenzar con el paso 1.

Mientras me retorcía, y evitaba vomitar a causa de las nauseas que tenia por culpa de la energía contaminada que Dara y Zarag metian en mi cuerpo, vi los pies de ella, justo frente a mi rostro, y vaya que bien lo vi, pues me dió una pasada en la nariz.

—¡Idiota! Acabas de arruinar mias planes.—Exclama Dara con odio.

—Apuesto a que sí —Respondo apenas. Escupiendo la sangre de mi boca.

—Debiste dejarme matarla, a ti te dolería menos tu muerte Helios. Saber que ella estará viva, y tú muerto, será un peso grande en tu mente, y para más, con la incertidumbre de si la voy a matar o no.

—¿De verdad Dara crees que tienes el poder suficiente para matarme? ¿O matarla? Mira que tuviste que recurrir a trucos para tenerme postrado.

—¡No entiendo cómo es que aún tienes fuerzas para hablar!

Esta vez me da una patada justo en medio del estómago, causando que más sangre salga de mi boca.

—Se supone que en este universo íbamos a ser tú y yo, nada más, pero ella apareció... otra vez quitándome lo mío.

Su voz sonaba distorsionada y llena de rabia, yo miraba a la chica, y me pregunto si siempre fue así, o tan sólo la vida la transformó en lo que es hoy. ¿Eran yo tan ciego? ¿o la ceguera es de ella acausa de la obsesión conmigo?

—En fin Helios, ya me traicionaste eligiendo a la perra de Zafiro, ahora es mi turno de cobrarte la traición.

Podía sentir a la muerte rondar por aquí, incluso la olia, su fétido olor me inundaba por completo, siendo la evidencia de su presencia. Al ver a Dara levantar las manos, formando un bastón de energia simplemente me entregué.

Varios gritos ensordecedores llegaron a mis oídos, algunas voces las distinguía otras no, algunas llamaban a Tamirá, otras mi, y unas cuantas a Abigail.

Sentí un lindo cálido y bizcoso recorrer mi rostro, mi torso y mi cuello. Pero, la muerte no vino por mi.

Abrí mis ojos y vi que Abigail estaba delante de mi, la daga la atravesaba en el pecho, y ella tenía a Dara por el cuello, sin aire  ahorcandola con la poca fuerza y energía que le quedaba.

Cuando al fin soy completamente consciente, veo a Tamirá, también siendo atacada por Ambar.

Las tropas se movieron, cual coreografía practicada, este era el momento que habíamos esperado, pero con una muerte no planeada.

Aldebaran corrió de un extremo del campo, para socorrer a su Amada, y veo cómo Ander intenta  detenerse así mismo para no venir hasta aquí. Porque si deja el caltro todo sacrificio habrá sido  en vano.

Abiagail finalmente suelta a Dara, y esta huye, al ver que Aldebaran viene a por ella, sin embargo, él no le presta atención, porque lo único que quiere es tomar a su esposa en brazos.

—¡No! Abi...—Si voz sale entrecortada, triste, desgarrada—Por favor, no te vayas...

—Quizás y es el destino, el que se afana— dice ella mientras la sangre sale en un hilo de su boca —En llevarme a la muerte, para seguir amándote desde el más allá sin importar... si voy caminando para el bien, o para el mal.

—No mia amor... otra vez no.

—Si me traes, no me alejes de mi hijo de nuevo Aldebaran, si me traes, asegúrate de que sea tan fuerte como siempre he sido... y más.

Con esa palabra, el último aliento de Abigail salió de sus labios, dejando a Aldebaran sumido en la desesperanza, el dolor y la desesperación.

El Sol y el Universo [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora