Capítulo 72. Esperanzas

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—¿Ya los llamaste amor?—La voz de Yeru se me hace como la miel, es como si me cubriese con un suave manto y me diera de nuevo ganas de volverla a oír.

—Sí...—Respondo mientras extiendo la cama, obviamente se nota que ese sería mi trabajo en el caso remoto en que Zafiro y yo pudiéramos vivir una vida normal.

—Bien... entonces deberíamos ir a entrenar tu y yo, mientras ellos vienen, de todas maneras debes esperar por Tamirá y los hermanos de Dara.

Comencé  a ordenar la ropa que habíamos regado anoche por la habitación mientras ella se sentaba sobre el escritorio que teníamos en la habitación,  todo iba bien, hasta que un sonido de queja salió de ella de la nada.

—¿Qué sucede?—Suelto la ropa en el placard y voy junto a ella con rapidez.

—Nada, sólo, sentí una puntada en el estómago... quizás sea normal, ya no recuerdo los síntomas.

—No creo que a unas horas ya presentes algún síntoma amor... ¿Qué más te duele? ¿ves algo? ¿Alguien intenta meterte en alguna bifurcación?

—No, Helios, no, es sólo una puntada, debe ser perfectamente normal en el cuerpo humano...

—Ese es el problema, nosotros no somos normales. Voy por Berenice.

—¡No!—Exclama con algo de desesperación por lo que me detengo en medio de la habitación, y un golpe me da directamente en la razón.

Niego con la cabeza y me rasco la nariz mientras voy a cerrar la puerta de nuestra habitación.

—Sabes la razón de ese dolor... no quiero más secretos Zafiro, somos una familia ahora.

Ella suelta un suspiro, se pasa la mano en la punta de la nariz y queda en silencio por un buen rato hasta que finalmente decide hablar.

—Sí,  hace rato mentí, ya sabía lo de los custodios, sabía que vendría, los ilumimados se encarharon de contármelo hace unas horas... pero no sabia lo de la energia rosada, ese dato si fue perturbador.

>>Pero a pesar de ello, lo que sé es que este dolor comenzó en el preciso instante en que me confirmaron que estaban aquí.

>>Tengo la sospecha de que Beatriz sabe que soy la reina del mal, y tiene a sus custodios estirando los hilos del universo.

>>Pero no te preocupes mucho amor... ya ne voy a encargar de ellos, primero déjame ocuparme de las almas, y luego, voy a aprovecharme de que ellos están aquí, para robar sus botines e inclinar la balanza a nuestro favor.

—Yeru, cada segundo el panorama se me hace más negro antes de otra cosa, siento que todo va empeorando y no quiero en este momento que te pongas en riesgo... que se pongan en riesgo.

Yeru se baja del escritorio y viene hasta mi, se acomoda el cabello tras las orejas, y cuando está delante de mi me tiende su mano, yo la acepto, con dudas, y nervioso.

En el momento en que nuestras manos se entrelazaron en mi cabeza se hizo el sonido del violín y de mi piano, de la guitarra, de su voz, del fuego, de una bailarina de puntas del universo coñapsandose, frio, dolor, tristeza... pero al segundo, todo cambió, se hizo suave, simple, amable. Empezó a cobrar vida y color.

—Todo eso, lo veo yo en una milésimas de segundo —Me asegura— Pero desde que abrí los ojos, y me dí cuenta que soy yo, la única que decide si se va a dejar afectar por ello, o no, y ya no quiero ser esa chica del pasado, que culpaba a todos, y no veía su mal actuar.

>>No temas, porque yo no temo amor, ya verás, que ellos—Lleva mi mano a su vientre mientras coloca su mano en mi rostro—Tú y yo, vamos a hacer lo que debamos hacer, mientras disfrutamos que nos tenemos, que nos amamos en verdad.

El Sol y el Universo [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora