Capítulo 11. ¿Qué está pasando?

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Los padres de Dara llegaron, y sus hermanos, Dalia y Gonzalo fueron los primeros en verme, pues venían a traer a Dara chocolates. Cuando me vieron saltaron de alegría.

Dalia y Gonzalo eran muy amigos míos en el Kinder, pero ambos tuvieron una enfermedad de pequeños, que los obligó a salirse del colegio.

Lastimosamente el hecho para Dara  es algo vergonzoso, por que sus hermanos se arrasaron años, y por su intolerancia ellos decidieron no volver a la escuela.

Los veo sólo cuando vengo aquí, o cuando hay intercolegiales. Están ahora 2 años abajo de nosotros, pudieron  recuperar la escolaridad, pero no el castigo que su hermana puso sobre ellos.

Por años tache de injusta a Dara, pero tenía 9 años, tampoco tenía la capacidad de ser objeto y terminar mi amistad con ella.

Ahora todo es diferente. Hace unas horas pensaba en no tirar a mi amiga hacia el frente, pero ahor que veo a su familia, y ella sigue durmiendo, prefiero ser honesto, a que se siga haciendo más daño por causas injusta.

—Tia Amelia, tío Lorenzo—llamo a sus padres quien están bajando las cosas de las bolsas de supermercado.—Necesito contarles algo.

Ambos dejan las bolsas del supermercado, y prestan atención a mi relato, el rostro de ambos comienza a transformarse, los veo decepcionados, con el corazón roto. Y no los culpo, yo también me siento así, pero me siento tan culpable por haber esperado por horas.

—Ahora, la razón por la que vine aquí, es porque me contó que sentía que había alguien en la casa, cuando llegué, la encontré envuelta en las sábanas y me aseguraba que en la esquina de su cuarto había una mancha de tinta negra, que tenía ojos... y le causaba mucho miedo, que escuchaba voces, y veía cosas, también las sentía... yo creo que fue un efecto secundario.

—Pero cuando tu llegaste desapareció y ella se durmió?—pregunta la tía Amalia cambiando su expresión a descubrimiento.

—¡Sí! Supongo que puedo lidiar con la ansiedad de la gente.

El tío Lorenzo mira a sus esposa, quien le hace un gesto de aprobación,  no lo comprendo, y la verdad es que me dan escalofríos.

—¿Y si se cruzó con un nemosorum?—pregunta el tío Lorenzo y mi cabeza estalla con la pregunta.

—Esa palabra dijo ayer Tamirá... un chico nos iba a ayudar, y antes de que toque a Dara, ella lo impidió, y le dijo eso, eso que nombraste tío... Nemo...

—¿Nemosorum... tenían un tatuaje en forma de S?— la tía Amalia se levanta y toma su móvil, sin dejar de mirarme lo marca.

—Si, uno en su rostro y el otro en su muñeca...

El rostro de la tía y del tío cambiaron a susto de inmediato, Lorenzo subió de inmediato junto a Dará, mientras que Amalia, volvía a marcar por que nadie le atendía el teléfono.

—Hola,—dice al fin—Abi, necesito que vengas a casa... ya, creo que nos encontraron... —su respiración se agumita, y la verdad es no entiendo— creo que son los hijos de los nobles... Si, los nemosorum... Dara  al parecer tuvo contacto con uno de ellos. ¿De verdad? Lo harás? ¿Ahora? Si, tienes razón, si están aquí, de nada sirve que nos sigamos ocultando... aha, aha... sí Helios Anta.

Cuando dijo mi nombre, me llevé el susto de la vida. Ante nosotros apareció la señora Abigail, y a continuación, su esposo, la señora Abigail, y mi padre.

—¿Qué carajos?—Abigail sube las escaleras, y cuando hace eso le sigue mi padre, yo me quedo mirándolos, esperando encontrar una respuesta lógica a lo que acabo de ver.

El Sol y el Universo [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora