Capítulo 73. Cada vez más cerca

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Zafiro Yerutí, el amor de mi vida, ahora recuerdo cada segundo que hemos vivido, el tiempo perdido, el amor que no nos dimos, las peleas absurdas, los momentos de mierda que nos tocó vivir.

En este preciso instante, en mi interior nace una especie de remordimiento, como si todo, lamentando las veces que omití mi amor por ella. Las veces que me quedaba viéndola desde lejos, admirando su belleza e inteligencia, fui un idiota, digan lo que digan, arruiné muchas cosas, pero... al final estoy aquí  ¿no? Y debería de dejar esto atrás, remontar, vivir el ahora, y amarnos como se pueda.

El ruido del pasoto siendo aplastado bajo los pies de quién sea que venga me trae de regreso a mis labores, por lo que termino clavando las últimas varillas al suelo.

La marca personal de Hugo, se volvió ese cigarro en los últimos días, pero no solo el cigarro, si nl que esa mezcla rara de aromas a su alrededor, a tabaco, el perfume de Alexandra y el de él.

—¿Pensativo Helios?—,Arroja la colilla del cigarro en el suelo y lo pisa para apagarlo.

—Algo...—Respondo cuando el canto de unas aves en el horizonte me distraen por un segundo.

—¿Y Zaf?

—Se comió medio kg de helado de chocolate y ahora está tomando una siesta.

Ambos reimos, porque el hecho parece tierno y gracioso a la vez.

Exploro a Hugo, y es muy diferente al que conocí en mi vida pasada, antes de ser amigos, ahora, siento que podría contarle lo que sea, y él sería un confidente, estaría para ayudar y apoyarme. A pesar de que somos enemigos.

—¿Y Alex?

—Discutiendo con Ebe... ya sabes, esas chicas dan miedo, es mejor no meterse en medio, definitivamente no. 

—A parte de poderosas, su temperamento es bestial, no quiero imaginar lo que te tocará pasar con Alex cuando ella se pone al mando. 

—¡Dios! Es muy sexy cuando tiene la razón, y cuando me hace papilla en cada entrenamiento... pero cuando está de malas, prefiero simplemente dejar que se le pase el mal sabor antes que discutir por tontearías. 

—Supongo que es mejor hacer caso a lo que la realeza pide.

Hugo y yo reimos, porque es verdad, esas chicas tienen el temperamento de fuego, y no solo por que se les antoje, si no, porque son poderosas, por que tienen una visión diferente, por que saben que tienen razón.

Y a pesar de todo eso, me da miedo no ser capaz de cuidarlas, y no hace falta que lo haga, son los suficientemente fuertes para cuidarse solas.

Miro de nuevo al horizonte, y en mi mirada se funde la imagen de un hombre a lo lejos, como si estuviese con un bastón en la mano, debo estar muy cansado como para que mi cerebro alucine de tal manera.

— Tengo reportes de mi hermana—Hugo habla mientras se lleva otro cigarro a la boca y lo enciende, por lo que sus palabras salen entredientes. —Llegaran pronto, sólo hará falta que se liberen de la ruta de la ODR, y ya están aquí.

—¿ODR? —Pregunto mientras rasco mis ojos con una mano, para ver de nuevo al horizonte, la figura sigue allí, y se me hace muy tétrico, para ser honesto.

—Sí, la orden de las Rosas Anta..  ¡Pensé que tenias entrenamiento Militar!

—Lo siento, es que últimamente ando muy cansado, mi mente no hila cosas.

Justifico pero la verdad es que sigo a lo lejos observando a aquel extraño que desde lo lejos ahora me hace un gesto para seguirlo.

Podría ser Dorot, Dara teniéndome una tampa, el Joven, algún custodio. ¡Dios tenemos tantos enemigos!

Pero pienso y pienso, y realmente no debería ser algún enemigo como esos, Julia, Franco, Fran y Liza se encargaron de sellar este lugar con cada puto vestigio de las personas que nos asechan.

Enemigo no puede ser, perooo ¿Amigo? ¿Será mi padre? O definitivamente necesito descansar más.

—¿Estás bien Anta?

Cuando estaba por decir a Hugo lo que yo veía en el horizonte, este me hizo una seña para que guardara silencio, lo que me dio la pauta de que quizás esa figura era real.

—No, quizas... ¿Te molestaría preparar el terreno para entrenar? ¿Colocar alguna que otra trampa? ¿Cómo lo hacíamos cuando entrenabamos a las niñas? Es que necesito con suma urgencia dar una vuelta.

—Claro... no te preocupes, yo me encargo ¿Y de Zafiro? ¿Quiers que la despierte?

—No, pobre, dejemos la dormir más, ella, también necesita descansar... y cuando vuelva, me gustaría que pensemos juntos alguna estrategia para recuperar al menos la balanza o las piedras.

—Ok, Anta, anda, ve a dar tus vueltas, yo me encargo.

Doy una palmada al hombro de Hugo, y voy finalmente hacia donde el hombre, a medida que doy pasos él se va alejando ¿Qué carajos?

Apresuro mis pasos, y en cuanto más lo hago, más rápido él se aleja, así que, me detengo, pienso. Meto aire a mis pulmones y me pregunto si en verdad debo arriesgarme a ir tras la figura esa.

Miro atrás, y me pregunto si Zafiro está bien, me pregunto si esta es una trampa, si volveré vivo, si veré el vientre de la madre de mis hijos crecer, o si el fin está tan cerca que no tendré tan siquiera la oportunidad.

Trago fuerte, mientras un hoyo gigante se hace en mi pecho. Mis pensamientos, esos que siempre estuvieron allí, pero los enterraba, comenzaron a emerger, cada miedo, cada dolor, cada cicatriz que me haya hecho por malas decisiones, me veía allí, como era, real y con errores, a pesar de mis poderes, a pesar de mis virtudes, me sentía humano, en peligro, y con el temor de dar un paso en falso, pero... al fin y al cabo, era, lo que era, mi verdadero yo, el que con todos sus defectos, me trajo hasta aquí.

—Es justo eso, lo que debes ver—Dice la voz desde lejos, pero estoy seguro que no habla en español, ni en cualquier idioma Humano, sin embargo lo entendía.

—¿Quién eres?

—¡Vamos, Anta! Aún queda un largo camino, y mucho de que hablar, quien soy... es lo de menos por ahora.

Mis manos temblaban, pero, su voz me tranquiliza, así que, olvido mis miedos, y con la postura que es mía, lo sigo, con el objetivo de entender, de comprender, no Quién es él, más bien ¿Quién soy yo?

El Sol y el Universo [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora