Capítulo 17. Entrenamiento

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—¡Otra vez!—La señora Abigail me volvió a tumbar al suelo, sin usar un gramo de energia y me vuelve a pedir que me ponga de pie.

Andree y Ander están luchando también conmigo, a decir verdad, considero que los tres somos demasiado inútiles, o la mujer es muy poderosa, aunque hay una tercera opción... las dos anteriores juntas.

—¡No los veo esforzarse!—Grita Aldebaran cuando Ander va con todo e intenta embestir a su madre, pero la mujer sólo sonríe, extiende su brazo y su hijo termina dando una voltereta y al suelo.

—¡Vaya! ¿Este es el entrenamiento que le diste a tu Hijo señor Lamied?— pregunta mirando a su marido quien se encoge de hombros y sonríe como si nada pasara.

—Confieso que se cayó una vez de mi cuando era bebé.

—¡Gracias por defenderme padre!—Ander se vuelve a poner de pie por que lo ayudo.

—¿Cómo pretende que la ganemos si no tenemos la misma energía que usted?—Hablo frustrado.

Ella da una media sonrisa y hace una seña a Andree y a Ander quienes separan sus manos y en ellas aparecen como unas llamas azules, ellos atacan a la señora Abigail de nuevo  y ella ni se inmuta, sólo gira su mano derecha y las llamas azules desaparecieron de las manos de mis compañeros.

—Para que veas Helios, que puedes tener energía, pero esta no te sirve si no analizas a tu contrincante.

>>Ander y Andree están entrenando conmigo desde hace un año, y han logrado acercarse a mi...

—No quería decir esto—Dice Andree, cruzándose de brazos—Pero que te haya empujado esa mujer... es señal de que eres bueno, o si no, no estarías ni cerca. No te desanimes.

—Al menos aún no... —Ander ríe—A parte cuñadito, me tienes de tu lado...

—¿Me dijiste cuñado?—Pregunto mientras me pongo de nuevo en posición de atacar a Abigail.

—Sí, te dije cuñado... cuñado...

—Te daría una paliza... si no fuera por que sé que tu madre me dará una peor si lo hago.

El señor Aldebaran y Abigail rien sonoramente, mientras que Ander sólo me ofrece una mirada pícara y desafiante.

—Bien, ustedes —Abigail señala a Andree y a Ander— Junto a Aldebaran, es hora de entrenar solo con el guardián.

Los chicos me dan una mirada lastimera, y sí, el miedo acaba de apoderarse de mi oficialmente.

Ellos se van corriendo junto a Aldebaran y se meten a la casa dejándonos en el patio, en donde por cierto, la oscuridad de la noche ya comenzaba tomar el lugar.

—¡Bien muchacho! Quiero que imagines que soy Hugo...

—¿Disculpe?

—¿Eres sordo? Intenta imaginar que soy ese nemosorum...descarga tu ira en mi.

Cuando ella dijo eso, no lo dude, fui con todo hasta ella, y ni bien llegué, Abigail atajo mi golpe en el aire.

—¡Débil!¡Más fuerte!

Vuelvo a intentar golpearla, pero ella me esquiva con facilidad, así que esta vez intento dar una patada, sin embargo basto con que ella chasqueara  para que yo saliera contra un árbol y diera mi espalda contra este.

—¡Nunca pelees con ira! No te deja pensar...

—Pero usted...

—Sé lo que dije Anta... y justo por esto lo dije.

Ella abre su mano y me tiene levitando hasta la altura de la copa del árbol, el miedo me llena el cuerpo, por que siento todo su poder, el problema es que no sé como defenderme aquí, quisiera poder... quisiera detener su energía.

Y cuando pensé en eso, lo que sea que me tenga arriba me soltó.

—¡Muy bien! —Dice Abigail sonriendo.

—¿Muy bien qué?

—Acabas de usar tu poder para desintegrar mi energía, felicitaciones Anta...

—¿Qué yo hice qué?

—¿No estas siendo muy dura con él? —La voz de Berenice se hizo sobre el canto de las aves que comenzaban a refugiarse en los árboles. Yo seguía frotando mi brazo por el golpe de la caída.

—No voy a entrenar a un guardián débil...

—No será debil—Berenice sonríe a su hija.

—Se dan cuenta que yo sigo aquí ¿no?—Hablo cuando Abigail sopla y vuelvo a dar contra el árbol.

—Claro que nos damos cuenta Anta... y ves mamá es débil.

—Es su primer día de entrenamiento y ya lo estás torturando...

—¡Gracias señora Berenice! Y la verdad si es como me siento—Abigail me observa amenazante, por lo que me apresuro a hablar —Sin embargo, considero que quizás sea necesario...

—Por supuesto que no—Berenice se acerca a mi, y pasa la mano en mi brazo, este deja de dolerme, en menos de  un segundo, las heridas que tenía en mi piel desaparecieron.

Abigail se cruza de brazos y observa como su madre está curando mis heridas, yo en verdad estoy con la boca abierta al ver lo que es capaz de hacer esta mujer.

—¿Ahora eres la niñera del Anta?

—No—Berenice habla con tanta paz—Pero quiero que recuerdes que tu no recibiste ese entrenamiento y eres la dominis domo más fuerte del planeta, nadie te tuvo que dar una paliza.

—No lo entiendes madres, yo no quiero que Helios tome una mala desicion, que caiga que sea débil, el debe ser fuerte.

>>Debes entender que después de sábado vas a ser el guardian—me apunta— y no solo eso, serás el líder de todos los dominis sobre esta tierra, y hay una minúscula diferencia entre ser líder y ser una estrella Helios.

>>Tu equipo te debe respetar, y si mientes no lo hará... no, no soy estúpida, sé que me estás ocultando algo.

Berenice ataja a su Hija, y yo me muerdo el labio ¡Mierda! No puedo tener a la líder de los dominis domo en mi contra, pero tampoco puedo entregar a Zafiro.

—Abigail, él no es Tú —,Berenice grita a su hija.

—Madre...

—Es un niño... apenas.

Abigail se frota los ojos, pero cuando se repone mira a su madre y luego a mi, para darme una paliza con sus palabras.

—,Justamente por ello, no quiero que cometa alguna estupidez, tu equipo debe confiar en ti, y tu debes confiar en ellos lo suficiente y dudar de ellos lo justo, y la única manera que lo hagas bien es siendo honesto conmigo...

—Señora Abigail...

Ella levanta las manos en el aire, para hacerme saber de que no, no está dispuesta a oír excusas.

—Nos vemos mañana a las 18:00 tu madre ya esta afuera.

Con eso ella se retiró, para dejarme solo con Berenice quien tomo de mi mano, y miro a mis ojos con tristeza.

—mañana será otro día, espero que entiendas que el pasado y la responsabilidad de Abigail, hace que sea muy dura.

—Comprendo que solo quiere volverme fuerte.

—No quiere que cometas los mismos errores...

—¿Qué fue lo que hizo?

—Es muy pronto para que lo sepas hijo... mejor ve a descansar y nos vemos mañana...

—¿Usted estará aquí?

—¿Y quien crees que te curará esas heridas de entrenamiento?

Los dos reimos, y la verdad es que me acaba de caer muy bien Berenice, siento  como si fuera familia, y me gusta sentir eso.

Ahora, es hora de ir a casa... y esperar a Zafiro... hoy tendremos una conversación muy, pero muy seria.

El Sol y el Universo [Libro 5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora