Capítulo Sesenta y Dos

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Past Lives — Borns

"Mi Musa"

Fiorella

Llegamos al aeropuerto siendo escoltados por Danilo y Johan —quienes también viajan con nosotros —, y avanzamos hasta el área de vuelos privados donde el ya conocido Jet de Massimo nos espera. Al no ser un vuelo comercial no hay algún anuncio por el megáfono por lo que no sé cuál es nuestro destino.

Después de la intervención de Laila ya no quise seguir con el interrogatorio y mucho menos hostigar a Massimo con el lugar a dónde vamos ni mucho menos las verdaderas razones. He aprendido que él suele hacer las cosas siempre siguiendo sus instintos, viendo más allá de lo que pasará, siempre anticipando sus pasos. Frida ya me habló de esto, ser la pareja de un mafioso no es nada fácil y mucho menos cuando hay gente peligrosa detrás de él. Posiblemente esta salida no es más que una estrategia para poder desaparecer del radar por unos días. No dudo que también lo haga por pasar tiempo conmigo, pero aun así me ofende que no sea capaz de contarme lo que en realidad está pasando. No sé si él se dé cuenta de la brecha que abre entre nosotros. Podré ser menor que él, pero eso no significa que sea menos competente.

Durante el viaje, lo primero que hice fue pedir una manta para poder dormir de nuevo. Me recosté en uno de los sillones y me olvidé de cualquiera que estuviera ahí. Tiempo después Massimo me levantó para que desayunara algo. A regañadientes le hice caso y tomamos un ligero desayuno antes de que me retirara a mi cama improvisada y cerrara los ojos de nuevo. Estaba consciente de que me estaba comportando un tanto berrinchuda, pero en ese momento no me importó, lo único que quería era dejar de pensar cosas que sabía que iban a terminar siendo un problema.

Como si Massimo hubiera notado mi molestia, sin decir una sola palabra se acurrucó a mi lado en el sillón y nos mantuvo abrazados por un buen rato hasta que el enojo se me pasó y volvimos a ser una típica pareja enamorada y llena de hormonas que tuvieron que encerrarse en el pequeño baño del avión para poder tener un desliz en él y transmitirnos, sin necesidad de hablar —al menos no cosas decentes —lo que sentíamos.

Trastabillo una vez más en el camino antes de explotar contra Massimo.

—Como me llegues a tirar, te quedarás solo aquí, D'Amico.

El viento revuelve mi cabello y estremece mi piel. Aún sin saber el lugar en el que estamos. Solo estoy consciente de que hace calor, aunque no lo suficiente para sofocarte. Es un clima agradable. Mucho mejor que el de casa. En estos momentos, haberle hecho caso a Vera con que empacara ropa para cualquier ocasión ha sido una buena idea.

Massimo se pega un poco más a mí mientras seguimos caminando. Llevamos como cinco minutos andando y lo único que percibo gracias al ruido es que estamos entrando al aeropuerto.

— ¿Me dejarás aquí solito? ¿qué pasa si me roban? —susurra en mi oído provocando escalofríos por todo mi cuerpo.

Reúno todas mis fuerzas y aclaro mi garganta antes de contestarle.

—Ya estás grandecito para que te roben.

— ¿Qué no los prefieren así las chicas de hoy?

—Sigue jugando conmigo y de verdad que te vas a quedar solo.

— ¿Y entonces con quién voy a disfrutar de Italia?

¿Qué?

Poco a poco, Massimo retira las manos de mi rostro y voy encontrándome con el destino que él ha estado ocultándome. La respiración se me acelera con solo saber dónde estoy. Las personas a nuestro alrededor han de pensar que estoy loca por casi ponerme a llorar a las afueras de un aeropuerto. Como si me estuvieran arrastrando a mi ejecución. Estoy segura de que iba tan despistada que no me di cuenta de lo rápido que atravesamos el aeropuerto y llegamos a la entrada principal. Mis ojos llorosos vagan por todos lados hasta chocar con los de Massimo quién me contempla con una sonrisa de lado. Él sabe muy bien por qué me ha traído aquí. De todos los lugares del mundo a los que pudimos visitar, escogió el único país que mi madre tanto amó y por el cual escogió mi nombre.

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora