Capítulo Cincuenta y Cuatro

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Ride — SoMo

"Vita Mia"

Fiorella

Tomo una fuerte respiración a la vez que mis ojos se cierran, imaginando las mil y una formas en las que esto puede salir mal. Mis manos juegan entre ellas, demostrando el nerviosismo que hay dentro de mí debido a lo que estoy a punto de hacer.

¿Y si lo hago mal? ¿Cómo sé si lo estoy haciendo bien? ¿Se darán cuenta? ¡Pero claro que se dará cuenta! Qué tonta. Dios, todo va a salir mal...

—¿Qué miramos? —La voz profunda de Massimo me saca un susto cuando lo escucho detrás de mí. Suelto un grito por el susto y me giro con rapidez. Una vez que mis ojos se encuentran con los de él, mi corazón late desbocado.

Massimo me mira con una sonrisa genuina en su rostro. Mantiene sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón de traje oscuro. Ya no lleva saco ni corbata y tiene los primeros botones de la camisa desabrochados. Mis ojos vagan por su cuerpo sin poder evitarlo.

— ¿Te encuentras bien, Amore? —inquiere.

Vuelvo a la realidad. Asiento repetidas veces y pestañeo, tratando de concentrarme en lo que planeo hacer a continuación.

—Claro. Todo bien conmigo. —Finjo una sonrisa — ¿Te gustó tu cena de cumpleaños? Es mucho menos de lo que Laila y yo teníamos pensado, pero... —Massimo corta mi vómito verbal.

—Fiorella. —Sus fuertes manos toman las mías, pero estas se sienten suaves contra mi piel, como si su toque cambiara solo cuando es por mí. Su expresión, divertida por mi miedo de que algo hubiera salido mal en su cumpleaños aumenta el nerviosismo en mí —. Lo que hiciste por mí hoy es lo mejor que alguien ha hecho en años. Tú y tus intenciones puras no hacen más que lograr que me enamore más de lo que ya estoy de ti.

Tiro de las manos de Massimo, acercándome a él hasta que nuestras narices se rozan. Me pongo de puntillas y uno mis labios con los de él en un beso que nos hace perdernos por unos momentos. Mi cuerpo se derrite cuando Massimo enreda sus brazos alrededor de mi cintura, alzándome contra su cuerpo, pegándonos aún más. Lo único que se escucha en la habitación es el sonido de nuestros labios chocando y nuestras respiraciones volviéndose cada vez más caóticas. Massimo no pierde el tiempo y enreda mis piernas en su cintura, a la vez que siento como, a pesar de no separarse de mí, nos guía hasta mi cama, donde me deja caer, para después posicionarse sobre mí.

Siento como mi cuerpo va tomando poder y mi mente se desconecta, dejándome llevar por el placer. Las manos de Massimo se mueven por mi cuerpo. Pasan de mi cintura, hasta la parte baja de mi espalda. Un gemido ronco sale de su garganta cuando tomo sus manos y las guío hasta mi trasero y las empujo contra mí.

—Fiorella... —exhala contra mi boca.

No le contesto y sigo con lo mío. Llevo mis manos a su cabello y tiro de él con fiereza, arrancándole otro jadeo y provocando que apriete mi trasero con ganas. Besa mi cuello, el pequeño escote del vestido que escogí para él, que revela parte de mis pechos, mi rostro y después vuelve a mis labios. Nos volvemos todo toqueteo y besos hasta que decido llevar las cosas a otro nivel y comenzar a desabrocharle la camisa.

Entonces él se detiene.

Amore, ¿Qué estás...? —lo interrumpo.

—Quiero hacerlo, Massimo. Estoy lista. —Intento acercarme de nuevo a su rostro, pero él se aleja ¿Qué está haciendo? No escondo la decepción en mi rostro —. No quieres hacerlo conmigo.

Massimo suelta un suspiro pesado y cierra los ojos por unos momentos.

—Te mereces un momento especial.

Massimo (Familia Peligrosa I) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora