Massimo (Familia Peligrosa I) ©

Capítulo Cuarenta y Seis

Game of survival — Ruelle

"Sorpresa, Sorpresa"

Fiorella

Me despido de la recepcionista y salgo del consultorio hacia la calle para esperar a Franco. Desde que me atacaron hace casi dos semanas, Massimo no deja que esté sola para nada, de hecho, está como loco buscando un guardaespaldas para mí, pero no se anda con cuidado. Interroga minuciosamente a cada posible aspirante, pero hasta ahora no ha dado con ninguno.

Franco me envía un mensaje diciendo que tuvo que estacionarse a la vuelta porque no había espacio frente al consultorio. Le respondo que voy para allá y guardo mi celular. Cuando volteo hacia el frente me quedo helada ante la persona que está frente a mí.

—Pía —susurro.

Mi hermana se encuentra en la esquina de la calle sin siquiera percatarse que yo estoy a unos metros. Voltea hacia todos lados —sin reparar hacia mi lado —, como si buscara algo. Luce desesperada y ansiosa. Yo solo la observo sin saber que hacer, que pensar, como sentirme con respecto a ella.

Quiero acercarme a ella y gritarle. Quiero escupirle en la cara todo lo que ha causado en mí. Quiero reclamarle el haberme tratado así. Quiero mostrarle que a pesar de lo que ella y mi padre me hicieron, ahora puedo ser feliz y tener una mejor familia.

Quiero odiarla, pero el único sentimiento que tengo hacia ella ahora mismo es lástima.

Se encuentra más delgada y puedo notar que su tono de piel bronceado ya no está. Ya no luce arreglada ni guapa como siempre lo hacía, ahora lleva un atuendo que ni siquiera creo que sea de ella. La tela se ve desgastada y decolorada.

¿En quién se ha convertido?

No puedo ni moverme, creo que no sé si al menos puedo hablar. Pero en cuanto noto que ella se va a dar la vuelta, huyo de ahí y rodeo la cuadra para llegar con Franco sin que ella me vea. Cuando tengo de frente al auto, me adentro en él, sintiendo la respiración alterada y un poco de nauseas.

—Fiorella ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —me interroga, Franco con notoria preocupación.

—Nada, solo... vámonos. —Observo hacia la ventana creyendo que ella pueda encontrarme en cualquier momento.

Franco no me contesta, solo enciende el auto y nos alejamos de ahí.

Huyendo de mi pasado una vez más.

(***)

Apenas Franco me deja en la casa, una llamada entra a su celular y contesta al instante. Me recargo en la puerta del auto y lo observo.

—¿Shelby? ¿Qué ocurre? —hace una pausa. Segundos después, noto como se pone pálido y abre los ojos a más no poder —Oh Dios mío... Yo... eh... ¡Voy para allá!...

Cuelga.

—¿Qué paso? —le pregunto un tanto asustada. La llamada lo ha puesto muy nervioso. Se sube al auto como alma que lleva el diablo y me habla a través de la ventanilla.

—¡Voy a ser papá!

—No puedo creer que ya vaya a nacer el bebé, espero que Franco lo traiga cuanto antes, ya quiero ver a esa ternurita. —Cai le da un sorbo a su té mientras platicamos en la cocina.

—Lo sé, yo también quiero verlo. Franco se veía muy emocionado, por no decir que también estaba asustado. Se fui derrapando de aquí en cuanto lo llamó la madre de Cass. Dijo que iba a llamar cuando naciera, así que hay que estar al tanto.